Caravanas continúan formándose a pesar de incertidumbre

Friday, Nov. 09, 2018
By Catholic News Service

Por David Agren

Catholic News Service

MATÍAS ROMERO, México (CNS) — Karla Santos y su esposo, Brian Maldonado, ambos hondureños, se cansaron de pagar “renta”, extorsión a las pandillas, al mismo tiempo que se les hacía difícil no poder cubrir sus gastos, ya que el costo de la vida cotidiana ha subido y salarios en Honduras han quedado estancados.

Cuando Santos, de 33 años de edad, vio un mensaje en Facebook y escuchó una noticia sobre una caravana que se formaba a principios de octubre, ella pensó que esa sería su oportunidad de dirigirse hacia el norte.

“Allí fue que comenzó el sueño”, ella dijo mientras intentaba encontrar transporte para su familia en la ciudad de Matías Romero, a unas 425 millas al sureste de Ciudad de México en el Istmo de Tehuantepec.

Ella pensó que si se unían a los que viajaban con la caravana “sería más fácil que ir solos”. Pero no ha sido fácil. Su hijo, como muchos otros niños, está viajando con tos en el camino. Los pies de Santos también le han dolido por caminar largas distancias con sandalias de hule que ha llevado puestas mientras la familia camina y acepta transportación durante su viaje de algunas 40 millas cada día.

Por casi una década, organizaciones que apoyan a migrantes han convocado caravanas similares que han cruzado México hasta la frontera de Estados Unidos. La “Caravana del Viacrucis Migrante”, que ocurre el fin de semana del Domingo de Pascua, capturó la atención del presidente estadounidense Donald Trump, quien tuiteó su rechazo mientras el grupo cruzaba al sur de México.

Trump ha prometido que las caravanas que se dirigen hacia el norte este otoño no entrarán a Estados Unidos y envió más de 5,000 soldados a la frontera entre Estados Unidos y México. Él dijo que podría desplegar hasta 15,000 soldados.

A pesar de las amenazas del presidente, por lo menos tres caravanas se han formado en América Central, donde los países del Triángulo Norte – Honduras, Guatemala y El Salvador – son los más violentos y pobres del hemisferio.

Aunque las caravanas no son algo nuevo, se han convertido en la manera más usada por los centroamericanos para viajar hacia el norte por México, donde los riesgos del camino incluyen violaciones sexuales, secuestros y extorsión, tanto a manos de pandillas criminales como de oficiales corruptos. Las caravanas también reducen los costos para los migrantes, ya que el precio de contratar a un “coyote”, un contrabandista de personas, ha subido – algunos analistas dicen que pueden cobrar hasta $13,000 por persona – ya que la frontera estadounidense se hace más difícil de cruzar.

“Estas son las mismas personas que siempre se han estado yendo”, dijo Rick Jones, asesor de jóvenes y migración en Catholic Relief Services en El Salvador. “La caravana formándose dentro del país es lo que es distinto”.

Las caravanas ofrecen seguridad para que los migrantes se protejan los unos a otros, dijo sor Antonia Becerra, hermana de las Misioneras de Cristo Resucitado y directora de un ministerio que está dando cuidado médico a la primera de las recientes caravanas que entró a México.

Mientras que las caravanas están en el ojo público –con los medios de comunicación presentes, con personas de organizaciones de la sociedad civil y de derechos humanos observando y ayudando – en muchos casos la policía es incapaz de impedir su progreso, dijo un alcalde en el estado de Chiapas. Personas locales generosas, gobiernos municipales y parroquias católicas le han dado alimento, ropa y atención médica a los migrantes cansados.

“La sociedad aquí ha mostrado mucha solidaridad”, dijo sor Antonia. “Los sacerdotes aquí han mostrado solidaridad”.

México ha enviado a la policía federal a la frontera sur, ha cerrado un puerto de entrada y ha puesto militares de la Marina mexicana a patrullar el río Suchiate, que separa México y Guatemala. Pero las caravanas han atravesado el río y continuado hacia el norte.

El gobierno mexicano ha intentado reducir la caravana ofreciendo permiso temporal de trabajo a migrantes que están en los estados de Oaxaca y Chiapas.

Un poco más de 2,900 migrantes han solicitado asilo en México, mientras que 927 participantes en la caravana han regresado a casa voluntariamente, según cifras gubernamentales.

La hermana scalabriniana Lidia Mara Silva de Souza, directora de la pastoral de movilidad humana de los obispos hondureños, dijo que por lo menos un avión cargado de personas que abandonan la caravana ha estado llegando diariamente a Honduras.

Sin embargo, “las personas retornan confiando en las promesas del gobierno de apoyarlas, pero como no hay nada vuelven a la ruta migratoria”, ella dijo.

Sor Lidia, quien también es coordinadora de los centros de migrantes que reciben a personas que han regresado de los Estados Unidos, dijo que las caravanas se están formando orgánicamente, aunque los políticos estadounidenses dicen lo contrario. El presidente hondureño Juan Orlando Hernández dice que la corriente de migrantes que salen ha sido orquestada para que él se vea mal.

“Hemos entrevistado a varias personas retornadas de la caravana”, dijo sor Lidia, “y todas dicen que nadie les pagó o engañó. Se sumaron por necesidad de buscar una vida mejor”.

Los inmigrantes centroamericanos parecen estarle prestando poca atención al discurso político en Estados Unidos.

Santos habló sobre el sufrimiento de los que viajan en la caravana: caminando horas bajo el sol ardiente, preocupados por su seguridad -- especialmente por los rumores de robo de niños que se propagaron una noche -- y por su hijo de 11 años que dejó en Honduras con su abuela.

Mientras la familia pasaba una noche en Matías Romero, llovió fuerte así que durmieron bajo la protección de un negocio al lado de la carretera mientras camiones tanqueros pasaban a toda hora. Pero Santos no parecía disuadida por la carretera ni por lo que decía el presidente de Estados Unidos.

“Mi sueño es trabajar arduamente para ayudar a que mi familia salga adelante, entonces regresar a Honduras”, ella dijo explicando que su trabajo doméstico pagaba poco y el negocio de carpintería de su esposo había sido impactado por las exigencias de extorsión.

“Dios tocará el corazón de Donald Trump”, ella dijo, “para que él vea la gente pobre luchando, que quiere una vida mejor”.

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