Celebremos el Día de Todos los Santos

Friday, Oct. 30, 2020
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Por el Reverendísimo Oscar A. Solis

Obispo de Salt Lake City

El domingo, observaremos la solemnidad de Todos los Santos y el lunes el Día de los Fieles Difuntos. Durante estos días honramos a aquellos “quienes se han ido antes que nosotros marcados con el signo de la fe,” como lo dice la Oración Eucarística antes de la Santa Misa.

En esta fiesta, también es importante tener presente  nuestra fe. Cada vez que oramos el credo de los Apóstoles o el Credo Niceno, profesamos con la “comunión de los Santos,” y con eso hombres y mujeres quienes han conseguido su lugar en el cielo, y que siguen siendo parte de la Iglesia.

La fiesta de todos los Santos se refiere a todos quienes han fallecido y están en el cielo, a quienes recordamos y honramos por sus vidas santas dedicadas en oración, por sus virtudes Cristianas y sacrificios, por el amor de Dios y en heróica imitación de Cristo. Ellos fueron hombres y mujeres ordinarias como nosotros, de diferentes razas y antecedentes. Ellos fueron seres humanos por sus debilidades y sus fallas, pero por la gracia de Dios experimentaron la conversión y transformación para poder dedicar sus vidas a Dios con gran fidelidad y compromiso. En otras palabras, los santos no nacieron santos, sino que batallaron y sobresalieron para ser santos.

El honrar a nuestros héroes de Iglesia nos ayuda a recordar nuestra propia identidad, vocación o llamado básico y el propósito básico de nuestras vidas. A través de la virtud de nuestro bautismo y del don del Espíritu Santo, Dios nos ha infundido con la gracia del empoderamiento para responder a su llamado y para seguirlo. Por lo tanto, la Fiesta de Todos los Santos es un día importante y un tiempo para recordárnoslo. Tristemente, frecuentemente este mensaje es ignorado, muchos no tomamos la invitación de Dios con seriedad.

Los santos no solo son los que la Iglesia ha reconocido o canonizado oficialmente, sino también los fallecidos desconocidos, o que son poco familiares. Nuestra tradición de orar por lo fieles difuntos se basa en las Escrituras: “Mando pues ofrecer ese sacrificio de explicación por los muertos para que quedaran libres de sus pecados.” (2 Macabeos 12:46).

Esta teología es más desarrollada en el ‘Lumen Gentium’, la Constitución Dogmática sobre la Iglesia: “La unión de los viadores con los hermanos que se durmieron en la paz de Cristo, de ninguna manera se interrumpe, antes bien, según la constante fe de la Iglesia, se robustece con la comunicación de bienes espirituales.” [148]

 El Día de los Fieles Difuntos oramos por quienes han partido, para que en la misericordia y compasión  de Dios ingresen al cielo.

Mas allá, oramos por los santos, no solo por su intersección, sino por inspiración, porque sus acciones desinteresadas seam modelos para seguir en imitación a Cristo. Sucede que en este mes de octubre tenemos nuevos ejemplos y modelos de cómo podemos ser uno como ellos. El 10 de octubre, Carlo Acutis de 15 años, fue beatificado. Poco antes de que el adolescente italiano falleciera de leucemia en el 2006, él había creado un sitio en línea que documentaba los milagros Eucarísticos alrededor del mundo.

En su homilía durante la Misa de beatificación, el Arzobispo Domenico Sorrentino de Asís, dijo que la proclamación de Acutis como ‘bendecido’, “es una buena nueva, una fuerte proclamación de que un jóven de nuestros tiempos, como muchos más, fue conquistado por Cristo y se convirtió en un faro de luz para quienes quieren conocerlo y seguir su ejemplo.”

El padre Michael McGivney (1852-1890), hijo de inmigrantes irlandeses, nació en Waterbury, Conn., y en 1877 fue ordenado al sacerdocio. Fundó los Caballeros de Colón en 1882 en la parroquia de St. Mary’s en New Haven, Connecticut, y el 31 de octubre será beatificado. El padre McGivney formó los Caballeros de Colón bajo los principios de caridad, unidad y camaradería con base en la fe Católica y en la participación activa de la vida de la Iglesia. Una Misa de Acción de Gracias será celebrada en su antigua parroquia de St. Mary’s en New Haven, el Día de Todos lo Santos, y aquí en la Diócesis de Salt Lake City, yo celebraré la Misa de Acción de Gracias en la Catedral de la Magdalena, el 17 de noviembre.

No olvidemos que Dios llama no solo a los obispos, sacerdotes y monjas ser santos, sino a todas las personas. Todos somos santos en proceso. Podemos llegar a pensar que es muy difícil ser santo, pero como Santa Teresa de Calcuta nos dio con su ejemplo un gran consejo: “Hay que hacer las cosas ordinarias. Con amor extraordinario.” Por lo tanto, el camino a la santidad está abierto, y tal como Dios nos llama a todos a la gloriosa posibilidad de unirnos con los grandes anfitriones de los benditos, las vírgenes, los apóstoles, los mártires quienes viven eternamente en el cielo junto a nuestro Señor.

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