El padre René Rodillas es recordado como un sacerdote fiel a quien le gustaba mucho cantar
Traducción: Laura Vallejo
SALT LAKE CITY — El Padre Reynato (René) Rodi-llas, quien el 8 de enero falleció a casua del COVID-19, fue recordado como un sacerdote fiel con un espíritu misionero y con una gran sonrisa y gusto por el canto y por la jardinería.
El padre Rodillas quien hubiese cumplido 59 años el 25 de enero, “vivió la nueva vida de Cristo quien murió y resucitó, dándole vida como sacerdote,” dijo el diácono Scott Dodge durante el servicio realizado el 20 de enero, el cual fue celebrado en la Catedral de la Magdalena por el Obispo Oscar A. Solis; monseñor Colin F. Bircumshaw, vicario general; el padre Ken Vialpando, vicario de clero; el padre Martin Diaz, rector de la Catedral, y otros sacerdotes diocesanos.
El padre Rodillas fue ordenado al sacerdocio como misionero de la Divina Palabra 12 de diciembre de 1997 en Tagayta City, en las Filipinas.
El padre René llegó a la Diócesis de Salt Lake City en donde el 7 de agosto del 2007 recibió las facultades para el ministerio. Del 2007 al 2009 sirvió como Vicario parroquial de la Iglesia de San Pedro y San Pablo en West Valley City; del 2009 al 2010 en la parroquia de Saint George y un año en la parroquia de Santa Teresita del Niño Jesús en Midvale. En el 2011 fue asignado como administrador de la parroquia de Saint Olaf en Bountiful en donde permaneció hasta que fue formalmente exclaustrado de los mansionarios de la Divina Palabra, para que el 2 de febrero del 2018 fuese encarnado en la Diócesis de Salt Lake City.
El 1ero de agosto del 2019 fue asignado como párroco de la Iglesia de St. James de Just en Ogden, en donde sirvió hasta su muerte.
El diácono Scott Dodge sirvió con el padre Rodillas en la parroquia de St. Olaf en donde realizo ministerio del 2011 al 2019.
El diácono Dodge dijo que cuando el padre Rodillas discernió su vocación al sacerdocio “dejo una prominente carrera como ingeniero civil y a una hermosa prometida,” y fue en contra de los deseos de su padre al ser ordenado como misionero de la Divina Palabra. Antes de llegar a Utah, el padre sirvió en Alemania y fue párroco en una villa pobre en las montañas de las Filipinas. Allí comenzó a colectar alimentos para donar a sus feligreses, desarro-llando un amor por la jardinería que trajo consigo a la Diócesis de Salt Lake City.
Durante sus cinco años sirviendo junto al padre Rodillas, “nunca lo vi más feliz que cuando una tarde en el caluroso verano de Agosto, estaba trabajando en su hermoso y fructífero jardín,” dijo el diácono Dodge. Cuando se detenía para platicar con el padre mientras en su jardín, el padre Rodillas, “se detenía, se acomodaba su sombrero y secaba el sudor de su frente, y me brindaba esa gran sonrisa tan suya. Esto me ayudo a ver como alguien puede disfrutar inmensamente lo que esta haciendo.”
El diácono dijo que el padre Rodillas también lo ayudó a desarro-llar una profunda vida espiritual. “Mientras en St. Olaf, al padre le gustaba mucho sentarse en silencio en frente al Sagrado Sacramento, en la capilla ubicada junto a la rectoría,” y celebrando la Misa “la cual era el centro de su vida.”
Una alegre persona quien oraba el Rosario a diario y amaba a Nuestra Señora, el padre Rodi-llas comenzó un Rosario los domingos en St. Olaf insistiendo en que los diferentes grupos de la pa-rroquia participaran en este, pero “no pidió realizar el Rosario y él no estar presente, en su lugar, él se sentaba vestido en su alba en la parte posterior , con Rosario en mano, y rezaba junto con todos,” dijo el diácono Dodge, “Este fue otro momento de verdadera paz.”
Durante la Misa funeraria celebrada el 21 de enero en la Catedral de la Magdalena, el Obispo Solis agradeció la vocación al sacerdocio del padre Rodi-llas y ofreció las condolencias al padre y familiares del padre quienes desde las Filipinas estuvieron virtualmente presentes en la celebración.
Con el fallecimiento del padre Rodillas, “hemos perdido no sólo a un sacerdote, hemos perdido a un pastor, a un siervo de Dios,” dijo el Obispo Solis recordando que al padre Rodillas le gustaba mucho cantar, y si hubiese habido un karaoke el padre” hubiera cantado de todo desde Elvis hasta Lady gaga.”
En la diócesis de Salt Lake City, “el padre Rodi-llas manifestó generosidad,” hacia sus feligreses; entre algunos otros esfuerzos, fue instrumental en la tradición Filipina del Simbang Gabi.
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