Traducido por: Laura Vallejo
SALT LAKE CITY — Algunas veces los Católicos que son divorciados tienen el deseo de casarse por la Iglesia y poder volver a recibir los sacramentos. Algunos más son socios en un matrimonio civil o en un matrimonio de ley comunal y desean que la Iglesia convalide su relación. Mientras que se anima a que los Católicos en estas circunstancias asistan a Misa, se les prohíbe recibir los Sacramentos incluyendo la Comunión y la Reconciliación. (En caso de una muerte inminente ellos pueden recibir la Unción de los Enfermos y no se les niega el rito de un entierro Cristiano).
Frecuentemente ambos grupos tienen varias preguntas acerca de que se necesita para que su matrimonio sea bendecido por la Iglesia.
Mientras que muchos de los Católicos entienden el proceso canónico para la declaración de la invalidez de un matrimonio, comúnmente conocida como anulación, “no todas las personas tiene que pasar por un proceso de anulación,” dijo el padre Langes J. Silva, JCD, STL, vicario judicial de la Diócesis de Salt Lake City. “Algunos casos se pueden decidir mediante procesos administrativos ya que no han sido matrimonios que han cerrado un lazo entre las personas.” En esos casos, se anima a que las personas soliciten una declaración de nulidad del matrimonio por la Iglesia (vea nota adjunta).
Las bases primarias para una anulación son la falta de discreción prevista (inmadurez por parte de un esposo (a)) o la incapacidad de asumir las obligaciones esenciales de un matrimonio por razones psicológicas. Otros terrenos incluyen cuando uno de las partes del matrimonio no puede ser fiel, o en donde una de las partes se opone a tener hijos; o él o ella no están totalmente comprometidos con el matrimonio.
Otro ejemplo puede ser cuando una de las personas que se casa no tiene conocimiento de alguna característica personal de su pareja, tal como el alcoholismo, el cual nunca debe de ser normalmente apoyado.
A pesar de cuánto tiempo haya pasado desde que un matrimonio ha sido disuelto, el proceso puede ser muy doloroso, pero aun así sanador, dijo Mary Reade, miembro del Tribunal.
Ella es una trabajadora social clínica con licencia quien se reúne con las personas solicitantes cuando estas piden la anulación basadas en la inhabilidad de su antigua pareja para cumplir con las obligaciones del matrimonio por razones psicológicas.
“Las razones son dolorosas ya que las personas las han puesto de lado, pero no todas han trabajado emocionalmente en ellas,” dijo Reade. “Las personas se asombran de aun tener sentimientos dolorosos sobre lo que ha pasado.”
La reunión con Reade le puede dar al solicitante una oportunidad de trabajar en el dolor emocional que le queda, “es una especie de análisis,’ dijo Reade. Los participantes frecuentemente también obtienen un mejor entendimiento del por qué tomaron las decisiones que tomaron.
La oportunidad de hablar sobre lo que pasó y de trabajar a través de la guía de un profesional puede ayudar al solicitante a estar en paz y si lo necesita a trabajar a través del dolor. Reade dijo que frecuentemente ella ve un cambio espiritual en las personas con las que se reúne, algo que llega después de que la relación fallida es resuelta
“Creo que es algo similar al sentimiento después de la Confesión,” dijo Reade.
La anulación es un proceso por escrito. La persona solicitante debe trabajar a través de su parroquia. Después con la ayuda de lo que es conocido como un defensor canónico (sacerdote, díacono o religioso (a)) se prepara la petición formal. Él o ella deben de dar los certificados de bautismo, certificado de matrimonio, el decreto de divorcio y la última dirección conocida de su anterior cónyuge, ya que el tribunal requiere por Ley informar sobre este proceso.
La solicitud debe también incluir testimonios acerca de la relación, su historial y lo que conllevó al rompimiento del matrimonio, así como con una lista de contactos preferentemente por lo menos cuatro personas familiares con el matrimonio (solo se requiere de un testigo substancial.)
El vicario judicial revisa el caso y establece si hay terrenos canónicos para una anulación.
El Tribunal notifica a ambas partes, en donde tienen 30 días para responder y si lo eligen, retar el proceso por escrito. Después el vicario judicial propone la ley canónica en la que el caso será adjudicado.
El solicitante y los testigos reciben un cuestionario adicional en donde se les pregunta información adicional más detallada. Si la petición de anulación se basa en terrenos psicológicos, el solicitante debe de ser evaluado por expertos en este terreno. Una vez que se recibe esta información, el juez cierra el caso para enviar las pruebas y abre el caso para la publicación hacia los involucrados.
Cada parte debe leer la documentación, pero no se les sugiere, dijo el padre Silva.
El caso se envía a los representantes de la Iglesia, se llama al defensor del bond quien presentará un argumento por escrito de la validez del matrimonio ante el juez quien recibe todo el material y emite una decisión.
La mayoría de los casos tardan entre seis y ocho meses para sea adjudicados. Los solicitantes deben de pagar $225 dólares para cubrir los costos del proceso de anulación. Este costo puede ser no requerido en caso de haber problemas económicos.
“Creo que este es un proceso de sanación a través del cual las personas tiene la oportunidad de evaluar sus vidas y de establecer responsabilidades pro las cosas que han hecho en el pasado, que no fueron bien hechas,” dijo el padre Silva.
“Es así que es una oportunidad para que las personas abran sus vidas ante un proceso de sanación. Al mismo tiempo, es un momento para que la Iglesia tenga compasión y misericordia de las personas.”
Stay Connected With Us