Elaine Herrera honra la memoria de su hijo Rocky

Friday, Oct. 05, 2007
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Padre Colin Bircumshaw rocía el ataúd de Rocky Herrera con agua bendita antes de que fuera llevado de la Iglesia de Sta. Ana al Cementerio Católico Mount Calvary. Atrás del ataúd está la esposa de Herrera, Traci. La Misa fúnebre de Herrera fue cocelebrada por el Obispo John C. Wester, el P. Bircumshaw y el Padre Jan Bednarz, párroco de la Parroquia de San Martín de Porres en Taylorsville.Foto del IC por Barbara S. Lee

SALT LAKE CITY – Elaine Herrera recuerda a su hijo mayor, Rocky, como "uno de esos diablillos que uno no podía conseguir que fuera a la iglesia," pero que estaba completamente dedicado a su familia, al boxeo, y a sus responsabilidades en el Ejército de los E.U.

SFC Rocky Herrera y dos miembros de su sección fueron asesinados en Afganistán el 28 de agosto por un terrorista suicida. Tenía 43 años de edad. Él y su sección estaban construyendo un puente. Su madre dijo que Herrera aprehendió al terrorista justo antes de que las bombas estallaran, salvando así las vidas de la mayoría de los miembros de su sección. Él sabía lo que estaba haciendo, y sabía que iba a morir, pero ¿qué más podía haber hecho?

Herrera fue enterrado en Salt Lake City el 5 de sept. después de una Misa de Sepultura Cristiana en la Iglesia de Sta. Ana con celebrada por el Obispo John C. Wester de la Diócesis de Salt Lake City, el Padre Colin Bircumshaw, párroco de la Parroquia de Sta. Ana y quien había bautizado a su madre, y el Padre Jan Bednarz, párroco de la Parroquia de San Martín de Porres, en Taylorsville. Habían pasado solo ocho meses desde que Elaine enterrara a su esposo y padre de Rocky, "Chick."

En su homilía fúnebre, el Obispo Wester habló acerca de la tradición de las fuerzas armadas de tocar el "Toque de Silencio" al final de cada día.

"La melodía les dice a los miembros de las fuerzas armadas que descansen," él dijo. "Y así le decimos a Rocky, ‘Soldado, descansa.’"

Tomando del Evangelio de San Juan, el obispo habló de Jesús que iba en camino hacia Betanía donde su amigo Lázaro, hermano de María y Marta, había muerto. "Primero, a Jesús se le pidió que atendiera a la hija de Jairo, quien acababa de morir. Jesús fue a su casa, tocó a la niña, y ella despertó. Ahora él va a resucitar a Lázaro.

¿Qué es lo que sigue? preguntó el obispo. Jesús va de camino hacia su propia muerte y resurrección. La resurrección es lo que sigue.

Refiriéndose al palio mortuorio blanco que cubría el ataúd de Herrera en lugar de la bandera Americana cuando estaba en la entrada de la iglesia, el Obispo Wester dijo que Herrera había sido vestido con ropas blancas durante el bautismo "y obtendrá la vida eterna. No es la cantidad de días que ha vivido, sino lo que es importante es la calidad de su vida."

"Rocky proclamó la buena nueva de Jesucristo a su manera," dijo el obispo. Él fue la reflexión y la imagen de Dios en su vida. Amaba a su familia más alla de lo que puedan imaginarse, y tenía un sentido del humor maravilloso. Esa alegría era la prueba de la presencia de Dios en su vida."

Estamos inspirados por un hombre que amó a su familia, a su país, y a su Dios, dijo el Obispo Wester. Él logró hacer mucho durante sus 43 años de vida. Cualquiera que viva 100 años estaría orgulloso de la vida tan rica y completa que Rocky vivió…

"Ahora él está vestido con Cristo, amado por Dios y ha sido llamado al banquete eterno. Esta Eucaristía es un tributo digno de un héroe real."

El Obispo Wester dijo que deberíamos de seguir el ejemplo de Herrera, siendo testigos de Jesús en nuestras vidas, "y debemos de estar agradecidos por este gran soldado, esposo, padre, abuelo, hermano y tío."

Después de la Misa, la madre y la esposa de Herrera, Traci, quien vive en Ft. Lewis, Washington, recibieron las medallas de Herrera, la estrella de bronce por valor en la línea de servicio y el corazón púrpura, por heridas recibidas en batalla. Se tocó una campana de boxeo para significar que este "round" se terminaba para Herrera y uno nuevo empezaba.

Herrera fue enterrado en el Cementerio Católico Mount Calvary junto a su padre.

En una entrevista con el Intermountain Catholic, Elaine Herrera dijo que se sentía como si hubiera estado llorando desde enero. "Aún no me he recuperado de la muerte de su padre."

Herrera estaba cargando a Shautzi; el perro schnauzer miniatura que Rocky le regaló cuando murió su esposo. En la mesa junto a su silla se hallaba uno de los guantes de boxeo de Rocky con una rosa roja marchita sobre la palma.

"Rocky siempre fue muy activo fisicamente," ella dijo. "Cada mañana se ponía sus pants con una bolsa grande de basura por abajo y se iba a correr. Así es como se mantenía en forma para el boxeo y la lucha. Él acostumbraba decirme desde Afganistán, ‘Mamá, estos soldados jóvenes me dejan rendido.’"

Herrera dijo que su corazón sintió el afecto y cariño de todos los amigos de Rocky que fueron a su casa y asistieron a la vigilia y al funeral, y compartieron historias acerca del impacto de su hijo en sus vidas.

"Estoy muy orgullosa de que tan bien estos muchachos y muchachas resultaron. Eran muy importantes para Rocky y ahora sabemos todo lo que él significaba para ellos."

Cuando la salud del padre de Rocky se deterioró a principios de enero, Rocky obtuvo permiso para venir a verlo. Su madre dijo que probablemente él hubiera podido llegar a tiempo para estar con su padre cuando murió, pero su vuelo se retrasó un día en Kuwait y llegó un día más tarde.

"Rocky alcanzó a hablar por teléfono con su padre antes de que muriera, y creo que eso fue bueno para ambos," dijo Elaine.

Elaine caracterizó a su hijo mayor como "muy sensible. El lloraba, pero siempre se iba para llorar y sufrir a solas."

Elaine, quien creció en Price, señala un montón de cartas y tarjetas de pésame que ha recibido de gentes de todas partes, Virginia, Florida, Ohio, New York, y Pennsylvania.

Dijo que estaba atónita y orgullosa cuando el día antes del funeral de Rocky miró por la ventana y vió al Obispo John C. Wester caminando hacia su casa. "Que un obispo viniera a nuestra casa. Él fue maravilloso. Nos dió la bendición a cada uno de nosotros, y habló conmigo acerca de Rocky. Mi esposo y yo siempre ibamos a la iglesia, y ahora yo voy cuando me siento bien. La visita del obispo significó mucho para mí.

"Cuando Rocky estaba en el extranjero me preocupaba todos los días," dijo Elaine. "Le pedía a Dios que lo mantuviera a salvo. La última vez que vino le dí una Biblia y un rosario que habían pertenecido a su padre. Él tomó la Biblia y dijo, ‘Quizás podría empezar a leerla.’ Le dije que no le haría daño.

"Enterarte de que tu hijo ha muerto, es la noticia más devastadora," dijo Elaine. "Es un golpe muy fuerte… pero pensé, ‘¿Por qué no a mí?’ Rocky y Traci tenían planes para sus vidas. Pero creo que él estaba tan lesionado que tenía que ir a Dios."

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