En la frontera, las comunidades descargan su enojo con Washington

Friday, Jan. 11, 2019
By Catholic News Service

Por Rhina Guidos

WASHINGTON — No se recogió la basura cerca de algunos de los monumentos más famosos de Washington y el Centro de Visitantes de la Casa Blanca, así como otros puntos turísticos en la capital de la nación, permanecen cerrados mientras el presidente y legisladores se niegan a llegar a un acuerdo para ponerle fin al cierre parcial del gobierno.

Los residentes de Washington, los trabajadores gubernamentales y los turistas visitando Washington durante el más reciente cierre – el cual empezó a final de diciembre por un desacuerdo político por los fondos para construir un muro fronterizo con México – no son los únicos que están enfurecidos con el centro político del país.

Lejos de la sede del poder político, los católicos que trabajan en las comunidades fronterizas como El Paso, Texas, piensan que ellos también han sido afectados por las peleas políticas de Washington y expresaron su enojo porque experimentan más que inconveniencias diarias.

Desde finales de diciembre, muchos han tenido que responder a lo que ellos califican como caóticas escenas de migrantes abandonados por funcionarios federales de inmigración repentinamente en sus ciudades y pueblos cerca de la frontera entre Estados Unidos. Comúnmente, Migración y Aduanas de los Estados Unidos, conocido como ICE, les avisa con anticipación a los grupos comunitarios que sirven a inmigrantes cuando los van a liberar, cuantos son y otros detalles.

Los grupos entonces les brindan o les encuentran albergue, algunas veces en instalaciones administradas por organizaciones de la iglesia, donde a los inmigrantes se les alimenta y asesora para que puedan reunirse con sus familiares o ir a otro destino en los Estados Unidos. Pero el caos en plena Navidad reflejaba una situación similar a la que ocurrió justo antes del día de las elecciones en noviembre, cuando no se les informó y los grupos tuvieron que ayudar a cientos de exhaustos y hambrientos migrantes sin ser avisados o al ser avisados de repente.

“No sé si esto tiene que ver con el cierre del gobierno”, dijo Dylan Corbett, director ejecutivo del Hope Border Institute en El Paso, Texas, quien, junto con otros residentes de El Paso, pasó Noche Buena y el día de Navidad organizando alimentos y albergue para cientos de inmigrantes. Corbett habló con Catholic News Service el 26 de diciembre sobre la situación cerca de la frontera.

“Estos juegos son inaceptables”, dijo Corbett. “No hay ninguna crisis aquí en la frontera. Podemos tratar a la gente humanamente sin importar lo que haga ICE, lo que haga la Casa Blanca. Decir que hay crisis en la frontera ... no hay una crisis, más bien hay una (crisis) que ha sido fabricada y está siendo fabricada en Washington, D.C.”.

El obispo Mark J. Seitz de El Paso, por medio de un comunicado entregado a Catholic News Service el 27 de diciembre, confirmó el relato del abandono de los inmigrantes en la ciudad y los alrededores.

“Aquí en la Diócesis Católica de El Paso estamos muy preocupados por los cientos de personas que están siendo liberadas por las calles de El Paso, en la terminal de autobuses, en el aeropuerto y en un estacionamiento local”, escribió el obispo Seitz en el comunicado. “Entendemos que las instalaciones de Seguridad Nacional están repletas, pero la decisión de nuestro gobierno de simplemente botar a la calle a estos niños y familias sin dinero, sin boletos, sin comida, sin acceso a teléfono, es inhumano e inconcebible”.

La liberación masiva de los migrantes, que al parecer también sucedió en Nuevo México, ocurrió justamente antes y durante el día de Navidad.

“Evidentemente, en esta Navidad el Salvador recién nacido no tiene cabida”, escribió el obispo Seitz.

Los lugares afiliados con la Iglesia Católica, como la Casa Anunciación en El Paso, han estado acogiendo entre 300 a 400 migrantes a diario, “dependiendo de los esfuerzos del voluntariado y los recursos que tengamos disponibles”, expresó el obispo Seitz, pero la repentina liberación sin previo aviso de cientos de ellos dio poco tiempo para prepararse. Sin embargo, dijo Corbett, los vecinos formaron filas para ofrecer tamales, pizza, agua, albergue, todo lo que tenían a mano para alimentar a la multitud cansada y hambrienta. Las parroquias católicas

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