Informe muestra sufrimiento de los centroamericanos que son deportados

Friday, Jun. 30, 2017
By Catholic News Service

Por Rhina Guidos

Catholic News Service

WASHINGTON (CNS)   —  En el día internacional de los refugiados, una organización de Nueva York publicó un informe que muestra las situaciones peligrosas que algunas personas deportadas enfrentan cuando regresan a sus países de origen en lo que se llama el Triángulo Norte de Centroamérica, los países de El Salvador, Guatemala y Honduras.

Kevin Appleby, director de política de migración internacional del Center for Migration Studies (Centro de Estudios sobre Migración) de Nueva York, una de las organizaciones que colaboraron con el informe, habló de la violencia que sufren algunos migrantes, documentada en el informe publicado el 20 de junio y basado en entrevistas con personas deportadas.

Cuando las personas deportadas regresaron a los ambientes violentos de donde habían huido, regresaron a una vida de aislamiento donde la única seguridad es la que sus familias pueden dar, ya que autoridades en sus países de origen no toman responsabilidad por la seguridad de las personas, dijo Appleby. Algunos que tenían demasiado temor de morir a manos de las pandillas, se fueron de nuevo.

Los casos documentados en el informe muestran que las vidas de los repatriados siguen en riesgo al regreso, dijo Appleby el 20 de junio, el día que se publicó el informe, “y su libertad, incluyendo su capacidad para ir a la escuela, para trabajar, para participar en celebraciones religiosas, y para vivir cualquier apariencia de vida pública, incluso para salir de sus hogares”, es una ilusión.

Jeanne Rikkers, de la organización Cristosal, la cual colaboró en el informe, dijo que el proyecto buscaba va-rias respuestas: ver por qué la gente dejó sus países de origen, qué pasó cuando se fueron y qué pasó cuando regresaron.

Algunas personas se fueron de sus hogares después de amenazas específicas de pandilleros, pero también encontraron peligro en el camino en rumbo a otro lugar. Enfrentaron las amenazas iniciales en sus países de origen, y después cuando pagaron a un “coyote” para llevarlos fuera del país. Luego encontraron peligro con autoridades de inmigración en los Estados Unidos cuando fueron esposados de las manos, cintura y pies, y encarcelados “en celdas en condiciones que algunos calificaron inhumanas”, dice el informe.

Donald Kerwin, director ejecutivo del Centro de Estudios sobre Migración de Nueva York, dijo que la información proporcionada por personas que trabajan en refugios que ayudan a los migrantes en tránsito demuestra que Estados Unidos no es un destino, pero muchas personas se dirigen a Estados Unidos porque tienen familia allí. Las personas andan buscando protección donde puedan encontrarla, dijo Kerwin.

Pero seguridad, en cualquier lugar, puede ser difícil de encontrar.

“Es irónico que publiquemos este informe en el día internacional del refugiado, un día en el que celebramos las contribuciones de los refugiados alrededor del mundo, aunque, como nuestro informe demuestra …. nuestro propio país, Estados Unidos, está esquivando su responsabilidad a refugiados en nuestro propio patio”, dijo Appleby.

Rikkers dijo que la investigación mostró que personas salen de sus países de origen por temor, después de ser confrontadas por pandillas quienes amenazan con todo tipo de violencia, incluso violencia sexual y extorsión. En general, tampoco creían que pudieran pedir la protección de autoridades, ni en su país, ni en el extranjero, que los protegiera o aliviara de sus circunstancias, dijo Rikkers.

“Muchas personas se fueron por temor a represalias porque en algún momento intentaron ponerse en contacto con la policía para denunciar algún tipo de crimen y su experiencia fue muy negativa”, dijo Rikkers durante una reunión informativa.

Las personas tampoco tenían sentido de lo que la ley internacional dice sobre personas que solicitan asilo, y “habían internalizado bastante la idea de que eran ilegales y que lo que estaban haciendo (huyendo) era ilegal”, a pesar de que no tenían otro recurso para salvar sus vidas, Rikkers dijo.

La idea de ser o hacer algo ilegal fue “reforzada por el discurso de los medios de comunicación sobre la migración terrestre a los Estados Unidos, pero también reforzada cuando se pusieron en contacto directo con funcionarios estadounidenses”, quienes los trataron como criminales, no como personas temiendo por sus vidas, Rikkers dijo.

No tenían el sentido de que alguna entidad gubernamental tuviera que responder a su situación, dijo Rikkers, y por lo tanto confiaron en la familia, incluso en la familia en el extranjero, para protegerlos, pero no todos tenían acceso a alguien quien les ofreciera seguridad.

“En el caso de las personas transgénero, esto fue especialmente difícil”, dijo Rikkers, porque muchas de ellas tenían dificultades con sus familias debido a su identidad, y “por lo tanto, en algunos casos se volvieron mucho más vulnerables”.

De las personas que fueron detenidas en los Estados Unidos y pidieron asilo, muchos fueron obligados a esperar largos períodos de tiempo y se les negó asilo. En muchos casos, las autoridades dijeron que las amenazas no eran creíbles, según el estudio.

“La gente no creía que lo que les pasó, les pasó “, dijo Rikkers. “Algunas de esas personas fueron deportadas rápidamente.”

Algunas personas que fueron deportadas, se fueron de nuevo por el miedo.

Rikkers dijo que al estudiar lo que instituciones en cada país hacen con los migrantes o deportados, se dieron cuenta de que las autoridades sabían que la gente había regresado y había sido deportada y necesitaba protección y seguridad, pero sus programas no estaban diseñados para ayudarles.

El problema no era que la gente deportada no supiera buscar ayuda, pero no había un programa o acceso a la justicia en muchos casos, dijo Rikkers, lo que dificulta que los deportados vulnerables, como los niños que tratan de huir de las pandillas, busquen ayuda.

Estaba claro que gente había regresado a una situación de peligro, y eso es una violación de leyes internacionales, dijo Rikkers.

“Descubrimos que la gente sigue amenazada”, dijo Rikkers.

 El informe también formuló varias recomendaciones, entre ellas: proporcionar alternativas a la detención para quienes tienen un temor creíble, prestando atención especial y protección a refugiados vulnerables, como los menores no acompañados y las personas gay o transgénero, y abordando las causas profundas de la migración forzada.

La Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos desde hace mucho tiempo ha abogado por una solución para abordar las causas profundas de la migración del Triángulo Norte de Centroamérica, pero también ha pedido que Estados Unidos fortalezca las protecciones para niños migrantes no acompañados.

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