La Corresponsabilidad viene del corazón

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La historia es acerca de una anciana quien se desmayó durante una Misa. Inmediatamente, un doctor que estaba en esta la ayudó. El doctor sugirió fuese llevada al hospital para que le hicieran unas pruebas. Conforme la estaban acomodando para ser transportada, Mary le pidió a su hija se acercase susurrándole al oído ‘mi ofrenda está en mi bolsa’. Con estas palabras Mary demostró lo que tenía importancia para ella – ser un corresponsal fiel y bueno por los dones que Dios le ha brindado.

La corresponsabilidad significa la buena administración de los recursos. Dios nos da para que cumplamos Sus obras. La mayoría de las personas, cuando piensan sobre corresponsabilidad, lo primero que piensan es dinero. Sin embargo, el dar dinero para apoyar las obras de Dios es solo una parte de la corresponsabilidad, a pesar de que no se puede ser un fiel corresponsable sin aportar dinero, aun si la cantidad es comparable a casi nada.

Si la corresponsabilidad no es acerca del dinero, puede que sea sobre la participación en los diversos ministerios de la Iglesia – poniendo en acción los talentos que Dios nos ha dado para la construcción de Su Reino. Sin embrago, lo que uno realiza en un ministerio tampoco es corresponsabilidad.

Es una parte del ser un buen corresponsable y uno no puede ser un buen corresponsable sin aportar dinero o sin participar en los ministerios.

Si la corresponsabilidad no es acerca de lo que puedo donar y de lo que podo hacer, entonces ¿qué es? La corresponsabilidad es acerca de tener un corazón lleno de amor por Dios. Es acerca de la actitud que fomenta nuestras donaciones y nuestro servicio. Es acerca de ser verdaderamente un Discípulo – de dar nuestra vida entera a y por El. Además, no es acerca de los que damos o lo que hacemos por Dios, es el por qué lo hacemos. Si damos dinero o si ofrecemos nuestros talentos y tesoros con una mala actitud, no estamos siendo buenos co-rresponsables.

John Kaloudis es el director del DDD y de la Oficina de Corresponsabilidad de la Diócesis de Salt Lake City.

Traducido por: Laura Vallejo