La Festividad de la Santa Sangre y del Cuerpo de Cristo

Friday, Jun. 12, 2020
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Obispo Oscar A. Solis
By The Most Rev. Oscar A. Solis
Bishop of Salt Lake City

Este domingo, la Iglesia Católica en todo el mundo celebra la festividad de Corpus Christi, la cual es considerarda el centro de nuestros corazones y la culminacion de nuestra fe.

La Iglesia nos enseña que : “La Eucaristía es la fuente y la cumbre de toda la vida cristiana. Los demás Sacramentos, como también todos los ministerios eclesiales y las obras de apostolado, están unidos a la Eucaristía y a ella se ordenan. La sagrada Eucaristía, en efecto, contiene todo el bien espiritual de la Iglesia, es decir, Cristo mismo, nuestra Pascua.” (CCC1324-5).

El gran significado de esta festividad es nuestra creencia fundamental de que el Cuerpo y Sangre de Cristo en la celebración de la Santa Eucaristía es un don de alimento de Dios, de unidad y de salvación para el mundo. Jesús instituyó lo que Tomás llamó el ‘Más Grande Sacramento’ en el contexto de un alimento mientras Él estaba comiendo durante la Última Cena con los apóstoles para conmemorar la liberación de la esclavitud egipcia  de sus ancestros.

En esa cena, después de lavar los pies de los discípulos, Él tomo pan, y después de dar gracias, lo partió diciendo: este es mi cuerpo, que es entregado por ustedes… de igual manera tomó la copa, y dijo: esta copa es la Nueva Alianza de mi sangre.” (1 Cor 11:23-26)

En el Evangelio de Juan, Jesús dijo: “Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; El que coma de este pan vivirá para siempre. El pan que yo os daré es mi carne, y lo daré para la vida del mundo.”  (Jn 6:51).

Es así que este maravilloso don de la Eucaristía, es un banquete sacramental y un sacrificio de ofertorio del verdadero Cuerpo y Sangre de Cristo como alimentos para nuestra vida eterna.

Como un Sacramento, la Sagrada Eucaristía es un símbolo visible y  un don excelente en y a través del que nos reunimos personalmente con Jesús, quien voluntariamente nos ofrece y nos comparte Su vida como el alimento, y  la bebida de nuestra propia salvación. De esta manera, Él nos dio su Carne y dio su Sangre en sacrificio como un cordero de Pascua que nos salva de nuestros pecados y que nos lleva hacia la vida eterna.

Este es el gran misterio de nuestra fe. Nuestra creencia en la milagrosa transformación del pan y vino en el Cuerpo y Sangre de Cristo resucitado que en la celebración de la Misa es llamado transubstanción.

En el Evangelio de Lucas se lee, “Después tomó pan, y , dando gracias, lo partió y se lo dio diciendo: ‘Esto es mi cuerpo, que es entregado por ustedes. Hagan esto en memoria mía.’ Hizo lo mismo con la copa después de cenar, diciendo: ‘Esta copa es la alianza nueva sellada con mi sangre, que es derramada por ustedes.’ ” (Lucas 22:19-20).

Así es que Cristo verdaderamente está presente bajo la apariencia de pan y vino, y a través de la acción de las palabras consagratorias de los sacerdotes que actúan a nombre de Cristo, estos son sustancialmente trasformados en el propio Cuerpo y Sangre de Cristo, alma y divinidad.

La participación en el Cuerpo y Sangre de Cristo es la fuente de nuestra unidad y comunión. En el Evangelio de Juan, Jesús dice: “ El que come mi Carne y bebe mi Sangre, tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el día final.” (Juan 6:56).

Cristo establece la más intima comunión con nosotros cal compartir su cuerpo y su sangre. Cada vez que recibimos la Sagrada Comunión en la Misa, Él fortalece nuestra unidad con Él y con nuestros hermanos y hermanas con quien Él existe como parte del Cuerpo de Cristo.

Es así que para nosotros los Católicos, el Cuerpo y la Sangre de Cristo es el más precioso y grandioso don del amor de Dios por nosotros y por el mundo.

Es una clara manifestación de la fidelidad de Dios a Su promesa de que Él estará con nosotros hasta el final de los tiempos, para que así nada pueda separarnos del amor de Dios.

En esta Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo, estamos llamados a recordar el gran legado del amor de Dios por nosotros, a celebrar el misterio de nuestra salvación y a creer que Cristo permanecerá siempre con nosotros, con Su real y viva presencia en el Sacramento de la Sagrada Eucaristía.

El domingo de Corpus Christi, unámonos con todos los fieles Católicos en adoración mundial del Sagrado Sacramento. Que esta festividad nos ayude a profundizar en nuestra fe, en el amor infinito que Dios nos tiene para que así cada vez que recibamos el Cuerpo y la Sangre de Cristo, permanezcamos en amorosa unión con nuestro Salvador.

Que esto haga que nuestros corazones vivan para llenarse con asombro, reverencia y gratitud por el amor de Dios en su precioso don de la Eucaristía que se nos ha dado, y para que nunca seamos indiferentes o la tomemos por hecho. Que Su gracia nos fortalezca para ser agentes de unidad ayudando a construir el Cuerpo de Cristo, nuestra Iglesia.

Conforme celebramos esta gran festividad de nuestra fe Católica, alabemos a Dios mediante las hermosas palabras de Santo Tomas de Aquino: “Oh memorial de la muerte del Seńor! Pan vivo que das vida al hombre: concede a mi alma que de Ti viva y que siempre saboree tu dulzura.”

El Corpus Christi nos despierta, es una fuente de la cumbre de la vida Cristiana. Ustedes y yo nos reunimos en Cristo para que así podamos reunirnos como pueblo de Dios, alabando a Dios en agradecimiento, en alabanza y en adoración, y participando en el sacrificio de Cristo, para recibir Su Cuerpo y Su Sangre en la Mesa del Señor. Este es el centro y el agente de nuestra vida como Cristianos, ya que la Eucaristía es Cristo, Nuestro Señor, Nuestro Salvador, partido y ofrecido a todos por la vida del mundo. Este es nuestro alimento- el Pan llegó del cielo y nos ayudará a llegar al Cielo.

+El Reverendísimo Oscar A. Solis

Obispo de Salt Lake City

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