La 'Peace House' sirve para ayudar a que las víctimas de violencia doméstica tengan un nuevo comienzo

Friday, Oct. 26, 2018
By Linda Petersen
Intermountain Catholic

Traducido por: Laura Vallejo

(Nota editorial: esta es la segunda parte de una series reconociendo el Mes de prevención de la Violencia Doméstica)

PARK CITY – “Si no es por ti, hazlo por tus hijos;” esas fueron las palabras que Lucía (su nombre fue cambiado parar proteger su privacidad) aconsejó a las víctimas de violencia domestica quienes tienen miedo de dejar a sus parejas. Lucía sabe de primera mano que eso es posible; ella lo ha hecho dos veces.

“A veces las personas me preguntan porque no salgo a  buscar una pareja,” dijo Lucía. “Yo les contesto que no vale la pena pasar unas horas de diversión con alguien en lugar de pasar las horas viendo a mis hijas felices.”

En el 2007 Lucía, entonces una madre joven de una bebé de tres meses, narró que huyó de México a Utah para escapar de una pareja abusiva. Tres meses más tarde Pedro, (su nombre fue cambiado parar proteger su privacidad) su pareja, se apareció en su casa. Lucía no quería regresar con él, pero lo hizo ya que no contaba con ningún apoyo ni para ella ni para su hija Valentina (su nombre fue cambiado parar proteger su privacidad), simplemente sintió que no tenía otra opción. Pedro le prometió que todo cambiaria. Sin embargo, a los pocos meses Lucía dijo que Pedro comenzó a reprenderla y menospreciarla, la empujaba y le jalaba el cabello.

Lucía narró que cuando su hija Valentina cumplió tres años de edad, Pedro sacó un cinturón para pegarle pues ella se negaba a tomar su medicina. Horrorizada Lucía lo confrontó, pero él la ignoró y la violencia comenzó a escalar más. Por cerca de un año, Lucía y su hija durmieron en el piso del baño, asustadas por sus vidas. Un día al regresar a su casa Lucía dijo que encontró a Pedro borracho en la cama, con una Valentina muy sucia durmiendo en el piso, ella y Pedro comenzaron a pelearse y él se fue, diciendo que iba por una pistola y regresar a matarlas. Lucía llamó a la policía quienes arrestaron a Pedro, Lucía dijo que tres meses después Pedro fue deportado.

Lucía se mudó y trató de construir una vida para ella y para Valentina, pero frecuentemente se sentía paralizada por el miedo y por las frecuentes pesadillas, Comenzó a acudir a consejería en la Peace House, una organización ubicada en el condado Summit que provee de servicios de apoyo para las sobrevivientes de la violencia doméstica.

Entonces conoció a Joshua (su nombre fue cambiado parar proteger su privacidad) y se mudaron juntos, pero al poco tiempo, ella se enteró de que él tenía problemas de drogas y que las estaba guardando en su departamento. Lucía dijo que se llevó a Valentina y lo dejaron. Un mes después Joshua fue arrestado por posesión de drogas.

Meses más tarde, le rogó a Lucía que regresaran juntos, prometiéndole que había cambiado y que se bautizaría. Lucía dijo que los líderes de su iglesia le pidieron que le diera otra oportunidad a Joshua así es que ella regreso con él y al poco tiempo se casaron. Por un tiempo las cosas marcharon bien. Pero después del nacimiento de su hija, Nancy, (su nombre fue cambiado parar proteger su privacidad) Lucía desarrollo complicaciones y ya no puedo trabajar. Joshua le comenzó a pedir dinero pero ella no quería darle lo poco que tenía, ya que lo usaba para sus hijas.

Lucía dijo que Joshua se volvió muy violento.

Diciéndole ‘Tengo el derecho de abusarte físicamente, emocionalmente y financieramente y lo voy a hacer’ Joshua amenazó a Lucía.

Al poco tiempo le dijo que no la haría nada por sus hijas, pero que desearía poder matarla, Lucía dijo que supo que era el momento de irse. Volvió a la Peace House en donde le asignaron un trabajador social quien le ayudó a conseguir un albergue.

Desde entonces Lucía se ha divorciado de Joshua. Ella y sus hijas quienes también han estado en terapias, y junto a su trabajador social quien la ha llevado por el proceso legal migratorio ahora están mejor. Lucía está estudiando para obtener su GED y toma clases de inglés.

“Ahora soy libre,” dijo. “Estoy muy feliz ya que mis hijas también lo están.”

“Muchas veces no sabemos cómo dejar a hombres violentos porque no queremos dejar a nuestros hijos sin un padre, pero necesitamos entender que esto es muy nocivo para nuestros hijos, el vivir con la violencia,” dijo Lucía.

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