'Lo siento Seņor, hoy no'

Friday, Sep. 05, 2014
'Lo siento Seņor, hoy no' + Enlarge
By Jean Hill
Director, Diocese of Salt Lake City Office of Life, Justice and Peace

Traducido por: Laura Vallejo
El fin de semana pasado súbitamente me levantar de una mesa del Señor y me fuí. Fue solo por un momemto, como muchos momentos de pecado. 
El Señor me pide, como se lo pide a muchos más, que cuidemos de los vulnerables y de quienes no tienen voz, pero en su lugar no quise hacerlo.
Mi acto fue simple y común – en lugar de elegir no comprar un artículo producido por mujeres pobres que reciben menos del salario para vivir, me permití sucumbir ante el objeto que dominó mis pensamientos, y saque mi cartera. Con ese simple acto, escencialmente respondiíal llamado del Señor de cuidar a los pobres con un ‘Lo siento Señor, hoy no’.
No es un momenmto por el cual sentirse orgulloso, pero sí uno común, que a lo major no siempre se reconoce como pecaminoso. Mientras fácilmente reconocemos los grandes y obvios actos pecaminosos – asesinato, adulterio, robar coches, mentir en nuestras declaraciones de impuestos – frecuentemente fallamos en reconocer los pequeños momentos diarios en los que nos alejamos de Dios. 
La mayoría de nosotros inintencional-mente le quitaríamos la vida a alguien, pero sin embargo dañamos la dignidad de la vida diariamente, haciendo pequeñas heridas, sin pensarlo dos veces, perticularmente al tomar desiciones económicas.
Consideremos que la economía en tér-minos religiosos no viene naturalmente. Por supuesto, entendemos que debemos compartir nuestras riquezas con otros caritativamente, pero no siempre estamos concientes de que  nuestra  participación en la economía incluye desiciones morales diarias. 
Nuestra visión de la justicia biblica demanda que respetemos la dignidad humana de todas las personas en nuestras transacciones económicas.  Esto no sólo significa que debemos ser corteses con los vendedores cuando intercambiamos el dinero por bienes o servicios.
En su lugar la justicia Católica require que prestemos atención al proceso económico completo – entendiendo de dónde vienen los productos, quién los hace o prove, cómo son remunerados y en qué condiciones viven los trabajadortes, cómo es que la compañía proteje y cuida a las creaciones de Dios en estos procesos, la producción de bienes y servicios beneficia o no a la comunidad, será que la produacción require de cantidades desproporcionadas de recursos, la compra de los bienes y servicios ¿promociona la igualdad ecónomica?, y en dónde es que terminará este productos en 5, 10 , 25 años? ¿Contaminará el suelo?.
Eso es mucho que considerer mientras estamos en un pasillo con un niño abu-rrido en fila y con otras cosas que hacer antes de la cena, pero el tomarse un tiempo para considerar el impacto que las desiciones económicas tienen es una importante lección que debemos enseñar a nuestros hijos. Esto también nos lleva a estar en la mesa con Dios.
De hecho, realizar desiciones concientes acerca de las prácticas para apoyar a las compañías y negocios podría darnos claridad en el entendimiento de la misión del Evangelio. Defender a los vulnerables incluye escojer en lo que usamos los recursos para apoyar la dignidad humana en el mundo. 
Podríamos lograr eso mediante el simple pero conciente acto de rechazar la camiseta que no necesitamos, y que fue hecha por un niño de 10 años en una fabrica, y en su lugar dar ese dinero a un programa microfinanciado que ayuda a que las mujeres aprendan habilidades para comenzar sus propios negocios.
También debemos tomar desiciones defendiendo. La discussion de los salarios, derechos de los trabajadores y polizas económicas en los Estados Unidos deben de tener voces católicas. 
La enseñanza de la Iglesia nos da lecciones muy ricas sobre que cada ser humano debe tener una vida que le permita cubrir las necesidades básicas, trabajar en un ambiente seguro y estar protegido de la ruina económica si cayese enfermo, se retirara o se quedase sin empleo. 

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