Queridos hermanos en Cristo: ¡El Señor ha resucitado!, y una ¡Gloriosa Pascua para todos!
Nuestra Iglesia y la humanidad entera han sido bendecidas con el Don de Cristo resucitado, quien revela la verdad de que Él es nuestro Señor y el Salvador del mundo. Esta es la base de nuestra alegría Cristiana y la esperanza para nuestro problemático mundo, en donde muchas personas están viviendo con miedo e incertidumbre debido a las guerras y a la violencia sin sentido, a la pobreza, al hambre y a las calamidades naturales, así como por el racismo y la discriminación, credo, género o estatus económico.
El sufrimiento, la muerte y resurrección de Cristo nos lleva a un nuevo comienzo. Llevándose el ardor de la muerte, la pena la desesperación y la auto condenación debido a nuestros pecados y errores, Cristo nos da vida nueva.
La Pascua, como la primavera, nos da frescura y pone fin a la desho-nestidad de la muerte y del frío invierno. Alza nuestro espíritu decaído y lleva tremenda alegría a nuestra sociedad, la cual esta entristecida por la polarización y división debida a la influencia de las ideologías seculares, al relativismo, a las tendencias individualistas, al materialismo, a la falta de sentido de trascendencia y a la negación de la existencia de un Dios amoroso y cariñoso. La Pascua nos recuerda que el modo noble de vida es a través del amor, servicio y sacrificio.
Es también de gran importancia notar que la muerte y resurrección de Cristo subraya la preciosidad de la vida y la necesidad de proteger su santidad y dignidad. Oro y espero que el poder de la gracia de la Pascua llevará a la conversión de los corazones quienes abiertamente degradan e ignoran el valor de la vida en todas sus etapas, especialmente en los no natos, los enfermos y los ancianos. Que esta divina verdad lo ilumine sobre como el aborto es un mal, es un infanticidio y como el castigo capital son pecaminosos, y como nuestra indiferencia ante las necesidades de los pobres, los refugiados, los inmigrantes, los adictos nuestros hermanos ‘y hermanas indigentes es moralmente equivocado ante los ojos de Dios y ante las enseñanzas de Cristo.
Es así que los animo y exhorto a todos los fieles de nuestra diócesis a hacerse responsables de la promoción de la cultura de la vida y a llevar a misión sacra con seriedad coraje y determinación. El Papa Francisco nos exhorta a “llevar la alegría del Evangelio al mundo reflejando al Señor Resucitado en nosotros, viviendo vidas alegres, llenas de amor y compasión, y con una actitud positiva y con visión de futuro.”
Escuchemos el llamado del Santo Padre y busquemos la gracia que la Pascua nos brinda para ayudarnos a salir de la tumba y a resucitar con Cristo por sobre nuestras fallas y desilusiones para que así podamos ser parte de la gloria y calor de la luz de Dios y del don de la vida nueva.
En su exhortación apostólica ‘ Guadete Et Exultate, el Papa Francisco nos dice, “ Dios siempre es novedad, que nos empuja a partir una y otra vez y a desplazarnos para ir más allá de lo conocido, hacia las periferias y las fronteras. (#135)
La Pascua es una oportunidad de unir nuestros corazones con el Señor Resucitado y ponernos de pie para proclamar con alegría y entu-siasmo la buena nueva de que Cristo ha muerto, pero ha resucitado!
“Pidamos al Señor la gracia de no vacilar cuando el Espíritu nos reclame que demos un paso adelante, pidamos el valor apostólico de comunicar el Evangelio a los demás y de renunciar a hacer de nuestra vida cristiana un museo de recuerdos. En todo caso, dejemos que el Espíritu Santo nos haga contemplar la historia en la clave de Jesús resucitado. De ese modo la Iglesia, en lugar de estancarse, podrá seguir adelante acogiendo las sorpresas del Señor.” (#139)
A través de la intersección de nuestra Santa Virgen Maria, seamos testigos auténticos de nuestro Dios viviente y salvador en nuestro mundo. ¡Una muy bendecida y alegre Pascua para todos! Aleluya! Aleluya!
El Reverendísimo Oscar A. Solis
Obispo de Salt Lake City
Traducido por: Laura Vallejo
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