Estimados amigos en Cristo,
“La Virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emanuel, que significa: Dios-con-nosotros’” (Mateo 1:23). Nuestro siempre amoroso Dios nos bendice siempre. Desde el comienzo de los tiempos, el mundo se ha beneficiado por su gracia y generosidad. La encarnación de Cristo, como uno de nosotros, excepto en el pecado, para ser nuestro Salvador, nos da esperanza. Es un momento signifícativo de como Dios hizo que el cielo conociera la tierra. Cristo vino no solo a salvarnos sino a bendecir al mundo y a cada uno de nosotros con su abundante amor y con su presencia salvadora, para darnos una vida plena y de alegría abundante.
La celebración de la Navidad y las bendiciones que vienen con ella llegan al mundo en un momento muy oportuno. Este es un monumento favorable para reflexionar sobre el misterio del amor de Dios y del significado de lo que estamos celebrando. El regalo de Su único Hijo Jesucristo nos revela el precioso valor de cada ser humano. Este especial mensaje de Su nacimiento fuertemente suena en medio del insolente asalto en contra de la dignidad y santidad de la vida por las insensibles muertes de vidas inocentes a través del aborto, o por nuestra insensibilidad ante los aprietos de los pobres y marginalizados, especialmente de aquellos quienes se han visto forzados a huir de sus hogares por la pobreza, actos violentos, injusticia y calamidades naturales. Esto conlleva a un tremendo sufrimiento que pone a prueba nuestra fe en Dios y la creencia del pueblo en la bondad de la humanidad.
El nacimiento de Cristo nos habla de la siempre y absoluta verdad de que Dios se preocupa por nosotros y que somos valiosos ante Sus ojos, merecedores de la vida.
Nos ofrece la esperanza que nuestro mundo necesita desesperadamente. Nos llama a compartir, vivir y proclamar su Buena Nueva no solo mediante decoraciones, fiestas, tarjetas o nacimientos, sino con acciones concretas de bondad, entendimiento, generosidad, justicia, compasión y misericordia.
Navidad es el día en que se cumple la promesa de Dios de salvación y es la gran manifestación de Su amor misericordioso por nosotros en Cristo. Vivamos el verdadero espíritu y maravilla de la Navidad con profunda fe en su poder para transformar nuestro mundo para que la verdadera y abundante paz reine una vez más. Como Dios comparte a Su hijo, compartamos el don de Cristo de paz y alegría con nuestros semejantes.
Deseándoles todas las alegres bendiciones de esta época Festiva oro para que su celebración Navideña con su familia y amigos les brinde alegría eterna, amor y paz. Den gracias por la Buena Nueva de nuestra salvación, de la Gloria a Dios y démosle la bienvenida en nuestros corazones a Cristo nuestro Salvador.
¡Una bendecida y Feliz Navidad!
+ El Reverendísimo. Oscar A. Solis
Obispo de Salt Lake City
Traducido por: Laura Vallejo
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