Papa: Victoria no es izar una bandera sobre un montón de escombros

Friday, Apr. 15, 2022
By Catholic News Service

Por Carol Glatz

CIUDAD DEL VATICANO  — Jesús obedeció el más desafiante de los mandamientos: amar a los enemigos; e invita a la humanidad a hacer lo mismo rompiendo un círculo vicioso de maldad, dolor y odio con amor y perdón, dijo el Papa Francisco durante su homilía de Domingo de Ramos.

“Como discípulos de Jesús, ¿seguimos al maestro o seguimos nuestro propio deseo de devolver el golpe?” preguntó en su homilía del 10 de abril.

El Papa Francisco comenzó la Semana Santa con la Misa del Domingo de Ramos en la Plaza de San Pedro con unas 50,000 personas, la primera vez que tal número de personas ha podido participar desde el comienzo de la pandemia de COVID-19 hace dos años.

También hizo un llamado sincero a un alto el fuego de las partes en conflicto y el inicio de una “negociación real”, aunque requiera “algún sacrificio por el bien de la gente”.

“¿Qué tipo de victoria será plantar una bandera sobre un montón de escombros?” dijo después de la Misa y antes de dirigir el rezo del Ángelus. “Dejen las armas. Que comience una tregua de Pascua”.

Claramente refiriéndose a la invasión de Ucrania por las fuerzas rusas, el Papa no dijo específicamente de qué conflicto estaba hablando, diciendo que Cristo murió para ser victorioso sobre el pecado y la muerte, “no sobre alguien y contra alguien más”.

Sin embargo, denunció esta guerra “sin fin”, que “diariamente pone ante nuestros ojos atroces masacres y atroces crueldades cometidas contra civiles indefensos. Oremos por esto”.

Una guerra que apunta a la victoria de acuerdo con la lógica del mundo, dijo el Papa, “es solo el camino para perder”. Es mejor dejar que el vencedor sea Jesús, que cargó con la cruz y murió para liberar a los hombres del mal y para que reine la vida, el amor y la paz.

El Domingo de Ramos, que marca el inicio de la Semana Santa, conmemora la entrada de Jesús en Jerusalén y el comienzo de su pasión.

Debido a las continuas dificultades para caminar y al consejo de su médico de descansar, el Papa Francisco no participó en la tradicional procesión hacia el obelisco en el centro de la plaza, sino que fue conducido en automóvil hasta el altar antes del comienzo de la ceremonia.

Decenas de jóvenes portaban ramas de palma, y obispos, cardenales y el Papa sostenían grandes palmas tejidas. Todos los peregrinos en la plaza recibieron ramas de olivo donadas por los productores italianos de aceite de oliva y varias personas también sostuvieron grandes banderas de “paz” del arco iris o banderas más pequeñas de Ucrania y otros países.

Después de bendecir las palmas y escuchar la lectura del Evangelio de la entrada de Jesús en Jerusalén, los jóvenes, obispos, cardenales y diáconos procesionaron hasta las escalinatas de la Basílica de San Pedro para la parte principal de la Misa, que incluyó la lectura de la Pasión.

En su homilía, el Papa Francisco destacó cómo Jesús “obedeció el más exigente de sus mandamientos: que amemos a nuestros enemigos”.

“¡Cuántas veces pasamos el tiempo recordando a quienes nos han agraviado! ¡Cuántas veces recordamos y lamemos las heridas que otras personas, la vida misma y la historia nos han infligido”, dijo.

En cambio, Jesús enseña a la humanidad “a romper el círculo vicioso del mal y del dolor. A reaccionar a los clavos de nuestra vida con el amor, a los golpes del odio con el abrazo del perdón”, dijo.

Cuando las personas recurren a la violencia, dijo, se olvidan de Dios, de su padre, y “de los demás, que son nuestros hermanos y hermanas. Perdemos de vista el por qué estamos en el mundo e incluso terminamos cometiendo actos de crueldad sin sentido”.

“Vemos esto en la locura de la guerra, donde Cristo es crucificado una vez más”, dijo el Papa. “Cristo está una vez más clavado en la cruz en las madres que lloran la muerte injusta de maridos e hijos. Está crucificado en los refugiados que huyen de las bombas con niños en brazos. Está crucificado en los ancianos dejados solos para morir; en los jóvenes privados de un futuro; en soldados enviados a matar a sus hermanos y hermanas”.

Si las personas quieren ver si realmente pertenecen a Cristo, “miremos cómo nos comportamos con los que nos han lastimado”, dijo el Papa.

El Señor pide a las personas que respondan como él lo hace: mostrando “compasión y misericordia hacia todos, porque Dios ve en cada persona un hijo o una hija. Él no nos separa en buenos y malos, amigos y enemigos. Somos nosotros los que hacemos esto, y hacemos sufrir a Dios”, dijo el Papa.

“Hermanos y hermanas, en el transcurso de esta semana, aferrémonos a la certeza de que Dios puede perdonar todos los pecados, salvar todas las distancias y convertir todo duelo en danza”, dijo el Papa.

Con Jesús, las cosas nunca terminan y nunca es demasiado tarde, dijo.

“Con Dios siempre podemos volver a la vida. ¡Ánimo! Caminemos hacia la Pascua con su perdón”, dijo.

“Contemplando nuestro mundo violento y atormentado, no se cansa de repetir: Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”.

Al final de la Misa, el Papa saludó desde el Papamóvil a la multitud en la plaza y a lo largo del bulevar que conduce a la plaza principal, nuevamente por primera vez desde antes de que comenzara la pandemia.

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