El cuatro de julio, nuestra nación celebrará su cumpleaños y las libertades obtenidas por los sacrificios de nuestros antepasados quienes pelearon en la Revolución. Conforme celebramos el 244avo aniversario de la adopción de la Declaración de Independencia, vale la pena recordar que nuestros Padres Fundadores declararon en ese documento que : “Mantenemos estas verdades como auto-evidentes, que todos los hombres han sido creados iguales, dotados por el Creador con ciertos derechos innegables, entre estos están la vida, la libertad y el buscar la felicidad.”
También vale la pena reflexionar sobre cómo casi inmediatamente después de que los Estados Unido ganara su independencia de la Gran Bretaña y, elaborara la constitución por la cual se guía nuestro país, los Americanos solicitaron garantías de que el gobierno no iba a quitar la libertad por la que habían luchado, de que cada persona tiene “ciertos derechos inalienables”.
La Carta de Derechos contiene las primeras 10 enmiendas de la Constitución, y fue protege la libertad del ejercicio de la religión. Recientes eventos han demostrado como es tan vital que se protejan los derechos de la religión. Como Católicos estamos bendecidos al tener enseñanzas robustas que nos apoyan mientras alzamos nuestras voces públicamente en solidaridad con aquellos que han sido perseguidos u oprimidos, bien sea aquí o en otro lugar del mundo. Ponemos nuestra fe en acción cuando hablamos sobre nuestra creencia de la santidad de la vida- oponiéndonos tanto al aborto como a la pena de muerte, defendiendo al pobre y al inmigrante, condenando leyes injustas que hacen que nuestros hermanos y hermanas quienes viven en las periferias de nuestra sociedad sean empujados aún más hacia las sombras.
A veces se nos critica por proclamar los valores de nuestra fe cuando participamos en la vida pública y en el trabajo por el bien común. Sin embargo, la Iglesia siempre ha seguido las enseñanzas de Cristo de alimentar al hambriento, cuidar al enfermo y visitar al encarcelado. Mientras que el ejemplo de Cristo es la base de lo que se conoce como ‘Enseñanza Social Católica’ también contamos con más de 100 años de documentos Papales y del Vaticano, los cuales nos guían, comenzando con la Encíclica del Papa Leo XIII ‘Rerum Novarum’ publicada en 1891. El Santo Padre enfatizo la responsabilidad de la Iglesia de alzar la voz en temas sociales para así “salvaguardar el bienestar del público y promover el buen común.”
Los sucesores del Papa Leo al Trono de Pedro, han seguido hablando son temas de injusticia social, así como llamado a que todos los Católicos alcen públicamente sus voces para poner atención en esos temas y construir así una sociedad justa. Como el Papa Pablo VI dijo, “Si quieres paz, trabaja por la justicia.”
Para los Católicos, la obligación de enseñar las verdades morales que le dan forma a nuestras vidas “es central ante la misión dada por Jesucristo,” como escribieron los Obispo de los Estados Unidos en el documento del 2007 ‘Formando conciencias para ser ciudadanos fieles.’
Estas verdades morales trascienden las ideologías y los partidos políticos. Como los Obispos hacen notar en las “decisiones sobre la vida política son complejas y requieren del ejercicio de una conciencia bien formada apoyada por la prudencia.”
Hoy en día en los Estados Unidos nos enfrentamos a muchos temas que amenazan la santidad de la vida: el aborto, el racismo, la pena de muerte, la inmigración, la xenofobia, y de degradación del ambiente, solo por mencionar algunas. Ninguno de los partidos políticos de la nación tiene plataformas para tratar con estos temas de manera consistente a la enseñanza Católica. Es así, tal y como los Obispos de los Estados Unidos dijeron en su declaración en 1998 ‘Viviendo el Evangelio de Vida’ es importante que todos los ciudadanos “vean más allá de los partidos políticos, analizando críticamente a retórica de las campañas, y eligiendo a sus líderes políticos de acuerdo con el principio, no por la afiliación política o por solo intereses personales.”
Ahora conforme celebramos el Día de la Independencia, hagamos una pausa para decir una oración de agradecimiento por vivir en un país en donde nuestro derecho a la vida, libertad y a la búsqueda de la felicidad nos han sido heredados en la ley más alta de la tierra.También recordemos que estamos llamados a ser el Cuerpo de Cristo, unidos, en solidaridad con Cristo, con Su Iglesia, y con nuestros semejantes.
También pidamos fuerza y fortaleza para seguir ejerciendo nuestro derecho de hablar públicamente para defender la vida y la dignidad de cada ser humano, para insistir en que las necesidades del pobre y del vulnerable sean saciadas, y para que se respeten la dignidad del trabajo y la de cada trabajador. Para que vivamos los ideales de nuestros antepasados con ese regalo tan precioso del derecho a la vida, a la libertad, a la felicidad y a la justicia sean para todos y no solo para unos cuantos.
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