El apego normal a las elecciones de medio término ha sido diferentemente excitante ese año. Mientras que las opciones para los votantes incluyen numerosas e importantes iniciativas y carreras, el aumento en las voces incitando una creciente descortesía rápidamente se ha convertido en una causa de preocupación conforme las palabras se traducen en acciones violentas.
Escuchar a ambos lados de la batalla, el culpar al otro por el deterioro del tono del debate puede llegar a ser deprimente. Sentirse incapaz de corregir la narrativa, ver como el partidismo divide grandemente y se ensancha por los políticos quienes buscan ganar el voto a través del bullying en lugar de políticas resulta frustrante.
Afortunadamente los Católicos tenemos a un líder diferente con quien podemos moldear nuestras acciones. Ninguno necesitamos esperar a una persona electa para guiarnos hacia la civilidad. Ahora, como siempre, nosotros votantes de fe tenemos la habilidad y responsabilidad de moldear nuestro comportamiento como el de Cristo. Debemos dejar que los políticos nos digan el cómo; cada domingo lo aprendemos.
El primer paso requiere que estudiemos con regularidad las enseñanzas de la Iglesia, impregnadas con los valores del Evangelio que nos informan en nuestras vidas diarias. Cuando verdaderamente entendemos la enseñanza de la Iglesia en cuanto a la dignidad y la santidad de toda vida, por ejemplo, no solo descubrimos que ninguna plataforma política verdaderamente representa nuestras creencias, sino que también nos damos cuenta de que no podemos tolerar los ataques difamatorios que denigran a cualquier persona basándose en sus creencias políticas, estatus inmigratorio, circunstancias económicas, raza, género orientación sexual. No tenemos que concordar con todo lo que las personas dicen o creen, pero debemos tratar a todos con respeto.
El segundo paso requiere que todos cuidadosamente vigilemos que los políticos no se conviertan en nuestra religión. Los ejemplos abundan en ambos lados en donde las personas comparten sus visiones políticas de manera alarmantemente similar a como apoyarían al Evangelio.
Creo que cada uno de nosotros ha sido culpable de esto alguna vez en sus vidas. La pregunta radica en como podemos de manera voluntaria preguntarnos la dura pregunta acerca de hasta donde nuestras visiones políticas reflejan nuestra fe?. Este es un gran paso, que no se debe tomar a la ligera, y uno que nos puede forzar a ver más críticamente nuestra tradicional posición política enviándonos a un territorio desconocido.
El tercer paso es hacer públicas nuestras creencias. Eso no significa salir a hacer proselitismo, significa que no solo luchamos por ser modelos de Cristo en cuanto a como vemos a nuestros semejantes quienes votan de manera diferente a la nuestras, sino que también activamente pedimos un nivel mayor de respuesta a las discrepancias más allá de poner nombres o deshumanizar a las personas.
Como parte de nuestros esfuerzos para alzar la civilidad, debemos discernir la información. Los sitios de info-entretenimiento tales como MSNBC y Fox News, los medios sociales y cualquier otro de los cientos de fuentes de noticias políticas nos pueden dar cierta información buena, pero pueden también tener agendas políticas que no reflejan las enseñanzas Católicas en sus raíces.
Algo seguro es que un programa/sitio. Fuente no puede ser totalmente confiable para los Católicos ni tampoco sus presentadores, anfitriones animando a ese tipo de comportamiento de burla que deshumaniza a los demás.
El acercamiento Católico a la política podría conllevar a la restauración de cierto nivel de respeto mutuo en el compromiso político. Necesitamos no lamentar las tácticas negativas de los políticos.
En su lugar debemos dar el ejemplo de Cristo pasando tiempo en el aprendizaje de la doctrina social de nuestra Iglesia como se presenta en el Evangelio, en las Encíclicas Papales y en el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia.
Y poniendo esa doctrina en práctica diaria en nuestro voto y con nuestro ejemplo respetando a cada persona con su dignidad dada por Dios, sin importar lo mucho que nos opongamos a sus políticas.
Jean Hill es la directora de la Comisión de Paz y Justicia de la Diócesis Católica de Salt Lake City.
Traducido por: Laura Vallejo
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