Una nueva perspectiva para una Antigua parábola

Friday, Aug. 12, 2016
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Por John Kaloudis,
Director de Corresponsabilidad y DDD de la Diócesis de Salt Lake City 
Traducido por:Laura Vallejo

El 12avo. Capítulo del Evangelio de Lucas habla de dos hermanos peleando por la herencia de su padre. Uno de ellos trata de enlistar a Jesús: “Dile a mi hermano que me dé mi parte de la herencia!”. Jesús se opone a ser involucrado; él tiene en mente la herencia de la vida eterna, y les advierte: “Estén atentos y cuídense de toda forma de avaricia; porque aun cuando alguien tenga abundancia, su vida no consiste en sus bienes.”
Entonces Jesús les contó la parábola de un hombre rico quien nunca disfrutó de sus riquezas. Jesús no le dió un nombre, pero llamémoslo Howard. Howard era un hombre rico cuyos campos habían producido mucho. Era un hombre frugal, llevaba archivos de sus posesiones y de cada centavo que gastaba. Él trabajaba duro desde el amanecer hasta muy tarde por la noche. Howard no tenía tiempo para descansar, orar o para jugar. Podríamos llamar a Howard ‘un buen corresponsable’ de su dinero: responsable, sabio, rindiendo cada centavo.
En un golpe de buena fortuna de la mano de Dios, Howard produjó una cosecha récord. Nótese que Jesús dijo: “los campos le habían producido mucho.”
Uno podría pensar que Howard estaría muy entusiasmado con tal cosecha. Pero no Howard, una noche en su cocina estaba hablando con su contador cuando se cortó la comunicación, estaba tratando de ver qué hacer con los granos extras. San Ambrosio comenta sobre este texto que el amigo rico de Howard tenía espacio extra para los granos en las bocas de los hambrientos.
Howard elabora un plan: “Echaré abajo mis graneros y construiré unos más grandes,” y se retira con estilo. Noté el uso exclusivo del pronombre ‘Mis’- Mis siembras, mis granos, mis bienes. Howard está totalmente ciego ante el trabajo de la mano de Dios en su vida.
Y Dios dice: “Howard , Pobre Loco! Esta misma noche te van a reclamar tu alma. ¿Quién se quedará con lo que has preparado.?”
Howard, rico a más no poder, muere solo. Leo esto entre líneas, pues las parábolas te invitan a hacerlo. Jesús no menciona a una esposa o hijos o familiares o amigos. Las únicas personas en su funeral posiblemente eran sus contadores e inversionistas.
Nunca en su vida Howard disfrutó de su riqueza. Nunca supo de la alegría de dar. Nunca se tomó el tiempo para caminar por la playa al atardecer o para alzar su vista al cielo. Estaba muy ocupado juntando, guardando, moviendo y haciendo.
Las prioridades de Howard no eran malas. Poner a Dios primero no es la respuesta. Dios no va primero en las listas de qué hacer con todo lo demás en segundo, tercero, etc. Dios es central. Él es la Fuente, la fuerza creativa que hace que todo sea. Aso es que el grano, las uvas, el pan, el vino, los campos, el ganado, y todos los bienes son dones. Dios está en medio, en el centro de todo.
Cuando no reconocemos que Dios es el centro, convertimos nuestras cosas en bie-nes, buscando una identidad. No disfrutamos del dinero propiamente precisamente porque convertimos al dinero en una especie de religión. Desde que sabemos del poder del dinero, nos volvemos religiosos. Tenemos credos en cuanto al manejo del dinero: No hay que gastarlo en una sola cosa. Tenemos liturgias sobre el dinero: Establece sesiones de mercado a diario. Tratamos al dinero como si fuese una especie de cosa sagrada. 
El dinero en si es algo neutral, no malo. El dinero es un don de Dios, como los granos que Howard cultivaba. Es el amor al dinero la raíz de todas clases de males. La religión al dinero es la que nos roba la alegría.La fe en Jesús es la llave para disfrutar la vida y es el puente para la vida eterna. No estoy solo hablando de obtener nuestros hechos doctrinales acerca de Jesús. S, Él es Dios y Él es hombre, la Segunda Persona de la Divina Trinidad, Hijo único de Dios desde la eternidad y nacido de la Virgen María. Si, El sufrió por nuestros pecados, murió, fue enterrado y resucito al tercer día. Todo esto es cierto y es de gran importancia.
La pregunta es ¿lo creemos?Nuestra vida no son nuestra posesiones, honores o logros. Cuando estamos dispuestos a abandonar nuestra vida Dios nos dará en abundancia y seremos ricos en Él. Nuestras ofrendas deberían de ser del darnos completamente, de la confianza radical. La mejor manera de descartar la religión del dinero es dejar de idolatrar, sin resentimientos sino con alegría. Aquellos quienes dan generosamente disfrutan más de la vida.

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