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Friday, Sep. 26, 2014
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Traducido por: Laura Vallejo
El año escolar está viento en popa y nuestras Iglesias nuevamente se encuentran llenas de jóvenes que se preparan para recibir la Confirmación.
La Confirmación es un Sacramento muy hermoso en el cual le pedimos y recibimos el don del Espíritu Santo. 
En el Catecismo Para Jóvenes de la Iglesia Católica, se explica que “Confirmarse quiere decir hacer un ‘contrato’ con Dios.” 
El confirmado dice: “Sí, Dios mío creo en ti. Dame el Espíritu Santo para pertenecer totalmente, para no separarme nunca de ti y para dar testimonio de ti toda mi vida en cuerpo y alma, con hechos y palabras, en los días buenos y en los días malos” (N.205).
Con esta explicación me resulta claro que la Confirmación es un tiempo cuando decimos ‘Sí’ a Dios y nos dedicamos a ser madurar y ser miembros responsables de la Iglesia Católica.
Sin embrago, una de las observaciones que frecuentemente escucho es “después de la confirmación perdemos a los jóvenes piensan que es como una especie de graduación y ya no regresan”.
Esta observación resulta clara; de cuando con un estudio de investigación realizado por Religion Among the Millennials, una en cada adultos menores de 30 años dicen haber sido criados en un ambiente religioso pero ahora se consideran parte de ninguna fe en particular.
Sin embargo yo no creo que esto tenga que ser una realidad. Es nuestra responsabilidad hacer que la fe sea relevante y que de la bienvenida a todos ya que esta es la misión que Cristo nos ha dado (Mateo 28:19)
Lo primero que debemos de hacer para cambiar las estadísticas es cambiar nuestra actitud hacia los jóvenes. En lugar de que no les hagamos caso esperando que nuestros jóvenes se abstengan de ir a la iglesia, necesitamos tener una actitud de alegría, de bienvenida de fortalecimiento. Cuando te encuentres a un joven en la Iglesia les pido que le sonrían, que se presenten y que personalmente los inviten a disfrutar una dona después de la Misa. Cuando tengan la oportunidad de platicar con los jóvenes por favor pregúntenles cuáles son sus intereses o sus talentos e integren esas actividades a los grupos asociados con la Iglesia.
Por ejemplo si un joven dice “me gusta conocer gente nueva” preséntales a las personas que dan la bienvenida en la iglesia. 
Si un joven dice que disfruta leer, su-giérele acudir a los estudios de Biblia. Si un joven posee un determinado talento o interés que no está presente o no tiene representación en la parroquia, dale las herramientas para quien lo comience.
Nadie quiere ser parte de lago que es aburrido o deprimente, especialmente los jóvenes que están llenos de expectativas de lo que es posible si le han dicho ‘Sí’ a Dios. 
El mensaje completo de Cristo es uno de alegría y necesitamos crearla de manera tangible, una alegría en nuestras comunidades.
Estas solo son unas cuantas sugerencias. Me gustaría mucho poder escuchar las que ustedes puedan tener. Por favor envíemelas por correo electrónico a Samantha.Almanza@dioslc.org.
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Samantha Almanza
Directora del Ministerio de Jóvenes y jóvenes adultos de la Diócesis Católica de SaltLake City
Youth and Young Adult Ministry
@YouthMin_SLC

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