La Familia: Una reflexión del amor infinito del Padre

Friday, Mar. 04, 2022
By Marie Mischel
Intermountain Catholic

Traducción: Laura Vallejo

El contemplar la familia de Jesús, María y José puede parecer un ejercicio diferente de oración. Después de todo la Biblia nos dice casi nada acerca de los años entre el nacimiento en Belén y el bautismo en el Jordán. Solo tenemos una historia de ese tiempo: El Evangelio de San Lucas nos dice que cuando Jesús tenía 12 años de edad sus padres lo llevaron a Jerusalén para la festividad de Pascua, y a su regreso “lo buscaron entre sus  familiares y amigos.”

Al no encontrar a su hijo, María y José volvieron por el camino andado y después de tres días encontraron a Jesús en el templo de Jerusalém. Acerca de los siguientes años en Nazaret, Lucas nos dice que “Jesús creció en sabiduría y edad y en favor de Dios y del hombre.”

De esos y otros detalles del Evangelio, tenemos conocimiento de la Sagrada Familia que nos permite desarrollar un modelo a seguir.

“Al observar la familia de Jesús, José y María cada familia vuelve a descubir  su propio llamado y puede comenzar a entenderse un poco mejor, para orientarse en el camino de la vida y para llegar a la alegría del Evange-lio...Nazaret: el amor llevado a la normalidad,” la tercera en la serie de catequesis del Dicanterio para el Laicado, Familya y Vida, en preparación para la 10ma reunión mundial de la Familia.

“Es importante no olvidar que el Hijo de Dios, quien se hizo hombre, vivió por muchos años dentro de una familia normal y humilde,” se lee en la catequesis, “Es precisamente en las realidades humildes y normales que el Señor desea ser parte y establecer.”

Nuestra familia nos enseña la primera lección de amor, acerca de los valores, acerca de las relaciones humanas. En el hogar, “ se aprende la paciencia y el gozo del trabajo, el amor fraterno, el perdón generoso, incluso reiterado, y sobre todo el culto divino por medio de la oración y la ofrenda de la propia vida,” se lee en el catecismo de la Iglesia Católica.

Una familia Cristiana está llamada a educar a sus hijos “a la madurez Cristiana,” dice el Papa San Juan Pablo II en su exhortación apostólica  Familiaris Consortio.

“ Efectivamente, en cuanto comunidad educativa, la familia debe ayudar al hombre a discernir la propia vocación y a poner todo el empeño necesario en orden a una mayor justicia, formándolo desde el principio para unas relaciones interpersonales ricas en justicia y amor,” se lee en la exhortación.

Aún así, “ninguna familia es una realidad celestial y confeccionada de una vez para siempre, sino que requiere una progresiva maduración de su capacidad de amar,” dice el Papa Francisco en su exhortación apostólica Amoris Lætitia.

 Para las familias en constante crecimiento en su habilidad de amor, “ninguna familia es una realidad celestial y confeccionada de una vez para siempre, sino que requiere una progresiva maduración de su capacidad de amar. Hay un llamado constante que viene de la comunión plena de la Trinidad, de la unión preciosa entre Cristo y su Iglesia, de esa comunidad tan bella que es la familia de Nazaret y de la fraternidad sin manchas que existe entre los santos del cielo,” dice el Papa. “Este crecimiento permite a las personas, “ dejar de exigir a las relaciones interpersonales una perfección, una pureza de intenciones y una coherencia que sólo podremos encontrar en el Reino definitivo. También nos impide juzgar con dureza a quienes viven en condiciones de mucha fragilidad.”

 Contemplando, “la alianza de amor y fidelidad, de la cual vive la Sagrada Familia de Nazaret, ilumina el principio que da forma a cada familia, y la hace capaz de afrontar mejor las vicisitudes de la vida y de la historia,” se lee en el Amoris Laetitia. “Sobre esta base, cada familia, a pesar de su debilidad, puede llegar a ser una luz en la oscuridad del mundo.”

Todas las familias se enfrentan con retos, aun la Sagrada Familia como lo dijo el Papa Francisco en el Ángelus del 27 de diciembre, 2021.

Refiriéndose al incídete en el que Jesús de 12 años de edad  y se quedó atrás en Jerusalén, el Papa Francisco dijo que María y José no entendieron la respuesta de su hijo cuando este les dijo que tenía que estar en la casa de su Padre.

“Ellos necesitaron tiempo para aprender a conocer  a su hijo,” dijo el Papa. “Esto es cierto también para nosotros: cada día, una familia necesita aprender a escucharse a entenderse, a caminar juntos, a enfrentar los conflictos y las dificultades.”

Todos los miembros de una familia son responsables de ayudar a la construcción de la comunión de la familia se lee en el Amoris Lettia, pero esto “Exige, en efecto, una pronta y generosa disponibilidad de todos y cada uno a la comprensión, a la tolerancia, al perdón, a la reconciliación. Ninguna familia ignora que el egoísmo, el desacuerdo, las tensiones, los conflictos atacan con violencia y a veces hieren mortalmente la propia comunión: de aquí las múltiples y variadas formas de división en la vida familiar.”

El Amoris Laetitia también dice que para recibir la gracia para poder vencer las divisiones, las familias deben regularmente participar en el Sacramento de la Reconciliación y la Eucaristía.

Aunque la definición común de la familia se limita a las relaciones sanguíneas, Cristo mismo nos  enseñó que “ Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ese es mi hermano, y hermana, y madre,” (Mateo 12:50)

Como Católicos el amor incondicional ofrecido por Jesús como nuestro hermano y como Dios como nuestro padre es un modelo que estamos llamados a imitar en nuestras propias familias y comunidades, “Cuando la familia acoge y sale hacia los demás, especialmente hacia los pobres y abandonados, es símbolo, testimonio y participación de la maternidad de la Iglesia,” se lee en el Amoris Laetitia, citando la exhortación apostólica  Familiaris Consortio de San Juan Pablo II.

“El amor social, reflejo de la Trinidad, es en realidad lo que unifica el sentido espiritual de la familia y su misión fuera de sí, porque hace presente el kerygma con todas sus exigencias comunitarias,” continúe en el Amoris Laetitia, “La familia vive su espiritualidad propia siendo al mismo tiempo una iglesia doméstica y una célula vital para transformar el mundo.”

Preguntas de Reflexión
1. ¿Quiénes son los miembros de mi familia?
2. ¿Qué dones  ofrece a la familia cada uno de los miembros?
3. ¿Cómo nos ayudamos como familia?
4. ¿Cómo lidiamos con el conflicto dentro de nuestras familias?
5. ¿Cómo es que mi familia extiende la fraternidad en la comunidad?

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