4 Min. de Reflexión - Conversatorio 9: Plegaria Eucarística, Parte I

Friday, Mar. 13, 2015

La Misa está llena de poder espiritual en muchos elementos y la Plegaria Eucarística junto con la comunión son el centro y la cumbre de toda la celebración. Hay cuatro principales Plegarias Eucarísticas y lo que sucede durante las mismas es realmente espectacular. Es la oración litúrgica por excelencia en la Iglesia. Se trata de un solo acto litúrgico, que consta de varias partes tejidas juntas como una obra maestra, bellamente diseñada. En cada parte, estamos llamados a escuchar atentamente, respondiendo, cantando y rezando, encontrándonos con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo como participantes activos en el presente acto. Al contemplar lo que realmente está sucediendo en la Misa, la sabiduría de la Iglesia, insistiendo sobre nuestra participación en la Misa por lo menos cada fin de semana se vuelve más y más claro.
El conversatorio de hoy, es el primero de tres en la estructura, elementos y acciones de esta potencia espiritual, la Plegaria Eucarística. Exploraremos  las primeras partes - del Prefacio, el Sanctus y la Epíclesis.
La Plegaria Eucarística empieza con un diálogo familiar tripartito, entre el sacerdote y la congregación, mediante el cual nos introduce a esta nueva etapa de la celebración. El sacerdote comienza diciendo: “El  Señor esté con vosotros.” Y nosotros respondemos: “Y con tu espíritu.” Entonces, levantando las manos, él dice: “Levantemos el corazón”, a lo que respondemos, “Lo tenemos levantado hacia el Señor.” con las manos ampliamente extendidas, nos pide que expresemos nuestras alabanzas y gratitud, diciendo: “ Demos gracias al Señor, nuestro Dios.” y nosotros respondemos: “Es  justo y  necesario.” Con este diálogo nos hacemos  conscientes de nuestra íntima unión con el sacerdote que preside, quien habla en nombre de todos nosotros.
El sacerdote entonces empieza el Prefacio, que significa “proclamación”. El Prefacio proclama las maravillosas acciones de Dios, a través de la historia y en nuestras vidas, y ofrece gracias a Dios por todas estas bendiciones. El Prefacio es una oración variable, con más de ochenta diferentes opciones para los días de fiesta, estaciones litúrgicas, misas votivas y ocasiones especiales. 
El Prefacio concluye con el Sanctus que es cuando todos los feligreses se unen en el canto de los Ángeles para alabar la  gloria de Dios en los cielos. El texto se inspira en la visión del libro del Antiguo Testamento del profeta Isaías. Allí se relata,  haber visto al Señor sentado sobre un trono elevado, con Serafines, cada uno con seis alas, colocados arriba y proclamando unos a otros: “Santo,  Santo,  Santo es el Señor Dios del Universo. Llenos están el cielo y la tierra de su Gloria.” En cada Misa, nos conectamos con la liturgia celestial en curso, uniéndonos en este magnífico estruendo de alabanzas a Dios. El verso “¡Bendito el que viene en nombre del Señor”, fue la aclamación utilizada por las personas para saludar a Cristo durante Su solemne entrada en Jerusalén. El diálogo con el pueblo y el “Santo, Santo” normalmente debe ser cantado.
La celebración avanza a la Epíclesis, que es la parte de la Misa en que se invoca al Espíritu Santo. Es una petición mediante la cual rogamos  al Padre que envíe al Espíritu Santo para “Hacerlas Sagradas” o “Santificar” las Ofrendas que se encuentran en el altar, para que puedan convertirse en el Cuerpo y la Sangre del Señor. Santificar es el rol perfectamente atribuido al Espíritu Santo, que se completa y lleva a plenitud la obra del Padre y del Hijo. A medida que el sacerdote hace esta petición, lo vemos extender sus manos sobre las ofrendas del pan y del vino en un antiguo gesto, que significa la Entrega del Espíritu Santo para que las ofrendas sean santificadas.

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