Pbro. Eleazar Silva Galván, Vicario Parroquial de la Catedral de la Magdalena Eran las tres en punto de la tarde, la campana mayor de Catedral, San Miguel, estaba llamando a Misa, los fieles se congregaban en gran número y la fiesta estaba por empezar. Sobre el altar mayor del templo, montado en la custodia principal, estaba el Santísimo Sacramento, expuesto para la adoración. Es la solemnidad de Corpus Christi, el Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, que desde el año de 1263, se celebra en la Iglesia universal el jueves posterior al domingo de la Trinidad. Aquí en Estados Unidos se observa el domingo, para faci-litar la asistencia del mayor número de feligreses posible. Se reservó el Santísimo, y con la Catedral de La Magdalena abarrotada, comenzó la Misa Solemne. Entre la multitud presente, destacaban los niños, que ataviados con su traje de primera comunión o de inditos, eran los invitados de honor en el homenaje a Jesús Eucaristía. En la Misa se destacó el triple carácter de la celebración eucarística, a saber: recordar, celebrar y creer. En la Misa, la Iglesia hace el memorial de la pasión, muerte y resurrección de Jesús, fuente de nuestra salvación; celebra la victoria de Jesús el Cordero de Dios, que vive y reina a la diestra de Dios Padre; y profesa su fe en la presencia de Jesús, que con su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, viene a nosotros en el Pan y el Vino del altar. Esta fe se cristalizó en la liturgia de la Eucaristía que se celebró con gran devoción y en las innumerables comentarios que se distribuyeron. Después de la oración de post-comunión, se expuso de nuevo el Santísimo Sacramento y se formó la procesión. Acólitos, coro, ministros litúrgicos, niños y la custodia seguida de todos los fieles, hicieron guardia a Jesús Eucaristía que salió por la puerta principal para bendecir nuestra ciudad. La procesión siguió por South Temple y la calle C, entró al atrio de Catedral y se detuvo por un instante para hacer la primera posa. Se ofreció incienso con un sahumerio indígena, con tres cruces, una por cada Persona de la Trinidad y se impartió la bendición, que la multitud recibió de rodillas. Luego con las letanías del Santísimo entonadas por el coro catedralicio, continuó la procesión de regreso al interior del templo. Este de nuevo se abarrotó, y en medio de un respetuoso silencio, se rezó la última plegaria, se ofreció el incienso y se impartió la bendición, que tuvo como intención a las familias de nuestra diócesis. La Santa Iglesia Catedral de La Magdalena honró así a Cristo Eucaristía. La procesión, signo de nuestro caminar por este mundo hacia Dios, es una de las tradiciones más relevantes de esta fies-ta. Ser cristiano es andar por el camino en pos de Jesús. Pero no es un caminar a ciegas, él va con nosotros, nos guía y alimenta. No nos deja solos. El Pan y el Vino santísimos, son la fuerza y el sostén de nuestro andar. Jesús delante nos guía, Jesús al lado nos sostiene, y Jesús detrás nos protege. con Pan y Vino se anda el camino.
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