El Obispo Wester urge a que escuchen y sigan el llamado a las vocaciones

Friday, Jan. 11, 2013
By The Most Rev. John C. Wester
Bishop of Salt Lake City

No es un secreto que nuestra diócesis se encuentra en una desesperada necesidad de sacerdotes, hermanas y hermanos. Hubo épocas en donde contábamos generosamente con el servicio de numerosas Hermanas y un tanto más de sacerdotes, pero hoy en día ya no están. ¿Qué pasó? ¿Será que Dios decidió recortar el número de llamados para los ordenados o para la vida religiosa? Ciertamente No! Dios nos llama a cada uno por nuestro nombre, a través del bautismo, para ser santos – es decir, a acercarnos más a Él en esta vida y a ser uno en Él por siempre en el cielo. Para la mayoría, este llamado se expresa en el sacramento del matrimonio o como personas solteras dedicadas a una vocación específica de servicio. Pero hay muchos para quienes el camino a la santidad es el servicio de ordenación de la comunidad de Dios como sacerdote o diácono, o como religiosa, viviendo en comunidad entre el pueblo de Dios a quienes sirven a través de una variedad de carismas.

Creo que la llave para poder entender nuestra vocación es reconocer que el llamado de Dios tiene dos vertientes: para que este llamado sea efectivo, alguien debe de escucharlo! El problema no es el llamado, es la respuesta. Desafortunadamente, existe mucho ruido en nuestra sociedad y el escuchar el llamado de Dios no es particularmente fácil. Esto se ilustra maravillosamente en Reyes 19:12, en donde el llamado de Dios a Elijah toma la forma de un muy pequeño susurro. Ese susurro puede perderse fácilmente en nuestra cultura. Muchos tirones y estirones pueden desviar a aquellos que han sido llamados al sacerdocio o a la vida religiosa.

La tentación de un trabajo altamente pagado, el ince-sante llamado por gratificación en todos los niveles, la tendencia a ponerse delante de los otros son solo unas cuantas distracciones, no sin mencionar las computadoras, los celulares, IPod y los muchos adelantos tecnológicos que llegan con la Era Digital. Verdaderamente, Dios llama a hombres y a mujeres al ministerio de ordenación y a la vida religiosa así como Él está implantado en la iglesia Católica. Es solo que no lo escuchamos tan bien como deberíamos.

¿Qué podemos hacer en esta situación? Creo que todos los católicos en nuestra diócesis de Salt Lake City necesitamos servir como instrumentos del llamado de Dios. Mientras que Dios a veces elige hablarnos a través de maneras milagrosas y extraordinarias, su modo usual de operación es actuar dentro de las condiciones humanas y usarnos, a sus hijos y a sus hijas, para asistirlo comunicando sus deseos. Esto significa que todos debemos tomar un papel activo promoviendo las vocaciones al sacerdocio y a la vida religiosa. Reconociendo que muchas distracciones y obstáculos de nuestra cultura se ponen entre el llamado de Dios y las respuestas afirmativas, debemos hacer todo lo que podamos para magnificar (usando las palabras de María) el llamado del Salvador para aquellos quienes desea que lo sigan de una manera especial a través del ministerio de la ordenación o de los votos de la vida religiosa. ¿Cómo podemos hacer esto?

Me gustaría sugerirles las siguientes maneras:

• Los padres de familia se encuentran en una posición única para promover las vocaciones a la vida religiosa o al sacerdocio. El Papa Juan Pablo II frecuente-mente se refería a su primer seminario como su hogar, su primer hogar de formación. Si los padres de familia verdaderamente valoran el sacerdocio y la vida religiosa y comparten este valor con sus hijos, creo que entonces el llamado de Dios será escuchado más claramente. Tristemente muchos padres de familia desaniman a sus hijos a llegar a ser un sacerdote o una Hermana o un Hermano.

Por supuesto que existen muchos motivos para esto, pero creo que como católicos debemos retar esta posición. No tiene sentido que los padres valoren la celebración de los domingos de la Eucaristía y no se sientan atraídos a promover las vocaciones para que pueda haber sacerdotes que celebren, en nuestra diócesis, esa misma Eucaristía domingo tras domingo.

No es justo que busquemos la ayuda de una hermana religiosa para nuestra escuela, el hospital o nuestra pa-rroquia y no nos sintamos atraídos justamente a promover las vocaciones a la vida religiosa para que otras mujeres puedan servir a las generaciones futuras tal y como nosotros hemos recibido hábilmente servicios. Una vez más los padres de familia tienen razones personales por las cuales no quieren promover las vocaciones en su propia familia pero yo creo que si este es el caso su posición debe de cambiar.

• Otra forma de promover las vocaciones en nuestra diócesis y asistir a Dios llamando a otros a ser ordenados o al ministerio religiosa es hacer invitaciones personales. Sé que esto no es fácil ya que va más allá de nuestra comodidad porque ha sido comprobado que jóvenes (hombre y mujeres y adultos mayores) responden de manera muy positiva cuando se les pregunta personalmente si consideran el sacerdocio ola vida religiosa. Si sabe de un feligrés que parece tiene la vocación, por favor no dude en mencionárselo a él o a ella. No tiene nada que perder y mucho que ganar.

• Otra manera de asistir en este importante proceso de promover las vocaciones en contactar al promotor de vocaciones de su parroquia. Cada parroquia y cada escuela de nuestra diócesis tiene (o debería de tener) un promotor de vocaciones. Averigüe quien es esa persona y contáctelo, pregúntele que es lo que usted puede hacer para ayudar. No hace mucho tiempo tuve una junta con todos los promotores vocacionales y me impresionó mucho su dedicación y entusiasmo. No solo los ayudará a ellos en su papal de servicio sino que también los animara y los apoyará en su servicio a nuestra iglesia trabajando duro promoviendo las vocaciones.

• También puede pensar en llamar al diácono Ricardo Arias, Director de Vocaciones Diocesanas, para saber que programas se están promoviendo en nuestra diócesis. El Diacono Ricardo también puede tener varias maneras de asistirlo en su propia parroquia o escuela.

• Finalmente, todos debemos orar por el aumento de las vocaciones al sacerdocio y a la vida religiosa en nuestra diócesis. No existe ningún substituto para la oración. Aquellas parroquias y diócesis que tienen programas muy específicos de oración para las vocaciones han experimentado un aumento considerable en sacerdotes y religiosas.

Es particularmente beneficioso orar antes de Los Sagrados Sacramentos, pidiéndole al Señor de los Cielos que envíe trabajadores a nuestra diócesis para que sirvan las necesidades espirituales de nuestra gente como sacerdotes, Hermanas o Hermanos.

Exhorto a todos los sacerdotes, procedimientos, consejos pastorales parroquiales y promotores de vocaciones a explorar maneras con las que inviten a las personas a orar específicamente y frecuentemente pro el aumento de vocaciones en nuestra diócesis.

Agradezco al personal del Intermountain Catholic por publicar esta edición de vocaciones. Oro para que cada uno de nosotros en la diócesis de Salt Lake City actuemos para promover las vocaciones al sacerdocio y a la vida religiosa y que cada uno de nosotros nos veremos como parte integral del llamado de Dios a "Ven y sígueme". Si tomamos este reto, confío en que el llamado de Dios será escuchado por muchos y que nuestra iglesia será servida hábilmente para las generaciones venideras.

Para aquellos que han respondido positivamente el llamado de Dios para ser sacerdotes o religiosas, sinceramente les agradezco a nombre de todos en esta iglesia local por su servicio amorosa y desinteresado. A aquellos que se encuentran discerniendo el llamado, por favor digan ‘Si"- pues los necesitamos!

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