El Rito de Elección inspira a los católicos natos

Friday, Mar. 01, 2013
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Varios miembros del RCIA se registran en los libros de la Catedral de la Magdalena para el Rito de Elección. IC foto/Marie Mischel
By The Most Rev. John C. Wester
Bishop of Salt Lake City

La semana pasada nuestra diócesis celebró los últimos ‘Rito de Elección’ durante los cuales miembros del proceso de formación RCIA confirmaron su compromiso a ser totalmente iniciados en la Iglesia Católica en la Pascua. 

Aquellos que se preparan para el bautismo, por ejemplo los catecúmenos, fueron invitados a realizar el siguiente paso en su camino de la de al ser recibidos como miembros del Electo. Los candidatos, por ejemplo, aquellos que ya habían sido bautizados en otra religión cristiana y quienes harán una profesión de fe en la Iglesia Católica en la Pascua, también fueron confirmados en este proceso.

Conforme celebramos estas tres ceremonias, me impresionó el entusiasmo y alegría de los participantes. Me fue claro que Jesucristo es una realidad vibrante en sus vidas y que están respondiendo su llamada con su testimonio del amor de Cristo al vivir su fe Católica. A pesar de que no me gusta hacer comparaciones, no evitar

evitar el pensar lo que tantas veces he escuchado: los que se convierten están más entusiasmados con su fe y son Católicos apasionados.

Sin embargo, parece haber cierta verdad en el hecho de que quienes se convier-ten tiene una apreciación más profunda por la fe que aquellos como nosotros que fimos bautizados de infantes y que nos inclinamos a dar por hecho nuestra fe.

Tomando en cuenta que esto podría ser verdad, me pregunta por qué lo es. Ciertamente Jesucristo nos llama a cada uno de nosotros en un momento de nuestras vidas para recibirlo a Él y a la fe católica con renovada energía y vigor.

Aun así parece que los convertidos tienen más presente este llamado que los católicos de vida. Por supuesto, los nuevos comienzos son maravillosos y los convertiditos a la fe cuentan con un tremendo sistema de apoyo con el proceso RCIA.

Tal vez la diferencia radica en el hecho de que los elegidos y los candidatos se ven como parte del proceso.

Ellos reconocen que se encuentran en un camino de fe y que cada vez se acercan más y más a un momento muy dramático en sus vidas en donde celebrarán el Sacramento del Bautismo o profesarón su fe en Jesucristo a través de la Iglesia Católica.

Tal vez sea que nosotros, católicos de tota la vida, hemos dado por hecho eso, lo que se refiere a nuestra fe, hemos legado, nuestro camino está completo y no hay necesidad de hacer nada más.

Por supuesto que eso no podría estar más alegado de la verdad.

Una vez C.S. Lewis dijo que el ser Cristiano tiene que comenzar cada día como el primero. Instintivamente el sabía que el ser Católico significa que siempre estamos en crecimiento, siempre en el camino, siempre en peregrinaje.

Cuando fui ordenado sacerdote tenía la idea de que como ya había terminado con los 12 años de seminario me podría relajar y no preocupar por exámenes, estudios y evaluaciones. Los seminaristas de hoy en día saben mejor que yo que eso no es cierto. No vemos la ordenación como una graduación sino como un paso crítico e importante de nuestra vida de continua formación.

De hecho, no hablamos de educación sacerdotal, sino de la formación continua sacerdotal. Esto es también verdad para las personas en trabajos seculares. Doctores, ejecutivos, abogados y tantos más que deben de seguir estudiando para crecer en la profesión que eligieron para poder permanecer competentes y vibrantes en esta profesión. Como seres humanos, siempre estamos en crecimiento, siempre estamos aprendiendo y siempre nos estamos formando.

Para mi pensar, la mejor manera de continuar involucrado en una vida de formación constante en la fe es desarrollar la muy importante cualidad de escuchar. Me di cuenta que en el periódico de la semana pasada Bill Marriot recientemente habló de su gran éxito desarrollando la famosa cadena de hoteles que heredó de su padre. Indicó que aprendió una gran lección del general Dwight D. Eisenhower, quien decía que el escuchar es el camino de un líder exitoso.

Si vamos a crecer y aprender, debemos saber escuchar. Esto no significa simplemente solo escuchar las palabras sino realmente escuchar lo que los otros dicen. También significa que escuchamos de nuestros errores y aprendemos de ellos.

Esto es particularmente cierto cuando hablamos de la oración. Frecuentemente entramos en un momento de oración y luego procedemos a hacer toda la plática.

Es importante que escuchemos a Cristo hablándonos en el silencio de nuestros corazones, en la santa escritura, en la sagrada tradición de la iglesia y en la celebración de los sacramentos. Cristo también nos habla a través de nuestras parejas, nuestros hijos, nuestros padres, nuestros amigos y nuestros compañeros feligreses. Cada día tenemos una nueva oportunidad para escuchar y para aprender como Cristo continúa su trabajo en nuestro proceso de formación.

Otro importante elemento de la formación de la fe es practicar el escuchar. Jesús recordó a sus seguidores que quien escuchase la palabra de Dios y la conservara (y actuara ) eran verdaderamente bendecidos.

Conforme vivimos la fe aprendemos de la fe. Aprendemos de nuestros errores y de las oportunidades perdidas y también aprendemos de nuestros éxitos. Poner la fe en acción confirma que hemos escuchado la oración y nos ha ayudado a crecer como testigos católicos del Evangelio. Durante la Cuaresma estamos llamados a dar limosna y a realizar otras tareas de caridad que profundizan en la fe y nos motivan a alcanzar a otros.

También nos formamos en la de conforme celebramos la vida sacramental de la iglesia. Cada vez que recibimos la Euca-ristía tenemos la oportunidad de crecer en la de mientras Dios nos nutre con sus palabras y sacramentos y fortalecemos el compromiso de vivir la fe más llenamente a lo largo de la semana.

Al juntar a nuestros hermanos y hermanas, nos motivamos conforme ponemos nuestros corazones a la Eucaristía del Señor y volvemos a comprometernos como miembros vivientes de su cuerpo, la iglesia.

Estas tres áreas de formación se sumarizan en el año litúrgico que estamos celebrando este año.

Para estudiar la fe (o para escuchar), para vivir la fe y para celebrar la fe son los elementos base de la invitación que Nuestro Santo Padre nos ha hecho en este Año de la Fe.

Nos invita a entrar más profundamente en nuestro proceso de formación siendo católicos. El aceptar esta vida de formación se extiende más allá de este Año de la Fe y nos permite caminar junto con nuestros elegidos y candidatos conforme nos acercamos a los misterios Pascuales. Ene se momento, todos entraremos más profundamente en el misterio del bautismo renovando nuestra promesa bautismal y sintiendo las aguas de vida que se vierten en nuestras cabezas en la fuente bautismal durante el rito que nos llama a recordar nuestro bautismo a temprana edad.

Felicidades a nuestros miembros del RCIA quienes por primera vez recibirán las aguas bautismales o quienes harán una profesión de fe.

También, a nombre de todos los Católicos de cuna, permítanme agregar una palabra de gratitud a mis felicitaciones: Gracias por ser una inspiración para el resto de nosotros, quienes nos unimos en su proceso de vida al decir ‘Sí’ a Jesucristo al recibir el bautismo como Católicos entusiastas.

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