El sacramento de la reconciliación fortalece los lazos con Dios y con nuestros semejantes

Friday, Mar. 13, 2015
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By The Most Rev. John C. Wester
Bishop of Salt Lake City

Traducido por: Laura Vallejo
Cuando pecamos le damos la espalda a Dios y a nuestra comunidad. 
Nosotros, por nuestro orgullo egoísta en nuestro individualismo, no queremos creerlo, pero esto es verdad a pesar de esto. Mis pecados, sus pecados, afectan no sólo a ustedes o a mí. Nadie está en este mundo solo; nuestras acciones afectan a otros. Si pecamos, lastimamos a todo el Cuerpo de Cristo, así como cuando realizamos obras buenas lo fortalecemos.
Afortunadamente, nuestra Iglesia nos da a los pecadores el Sacramento de Reconciliación, el cual restaura el Cuerpo de Cristo y repara las relaciones que se rompieron por nuestros pecados, aun aquellas que pareciera ser las más privadas.
Una de los motivos por el que celebramos el Sacramento de la Reconciliación, es para enmendarnos con toda la comunidad. El sacerdote representa esa comunidad; al confesarnos con él, le estoy confesando a mis hermanos y hermanas, pidiendo el perdón de Dios y de la comunidad al mismo tiempo, haciendo presente mi intención de crear comunidad en el futuro.
Desafortunadamente ha habido una disminución continua entre las personas que se permiten el maravillosos Sacramento de Reconciliación. Esto, sin lugar a duda, se debe a varios factores, tales como la falta del sentido del pecado, una generalizada ansiedad para admitir las faltas, un sentido pobre de autoestima que no puede aguantar una examinación honesta de la conciencia, una resistencia a permitirle a nadie decirnos lo que podemos y no podemos hacer, y una feroz independencia que solo nos hace responsables de nosotros mismos.
Sin embargo, los sacramentos de la Iglesia nos reafirman nuestra naturaleza de comunidad, un tema que se abre camino a través del Evangelio. Jesús saco a los leprosos de su aislamiento y los regreso a la comunidad; regreso a Lázaro de la muerte para estar con sus hermanas; y oro para que su Padre mantuviera a sus seguidores unidos, como uno mismo con El y con su Padre así como fue El con el Padre y el Espíritu. Unidos, juntos y reunidos: esto es lo que somos, y esto s lo que se disipa cuando pecamos. Afortunadamente, los lazos que se debilitan con el pecado se pueden volver a fortalecer con el Sacramento de la Reconciliación.
En medio de nuestra temporada de Cuaresma, es bueno recordar que es un tiempo de oración, de limosna y de ayuno.
Estas tres actividades nos unen con la Iglesia” la oración se concentra en el Señor del todo, en quien estamos relacionados a nuestros hermanos y hermanas en Cristo, la limosna nos une con los pobres, quienes frecuentemente son olvidados y descuidados; y el ayuno nos recuerda de nuestra hambre de Dios y de nuestra necesidad de construir el Cuerpo de Cristo  en la Iglesia, conforme alimentamos la mesa del Señor con el Cuerpo de Cristi, el cual nos transforma en ese mismo0 Cuerpo de Cristo, la Iglesia, que nos une con nuestros hermanos y hermanas.
La Cuaresma es un verdadero enfoque en el bautismo. A través de este Sacramento en la Vigilia Pascual damos la bienvenida a la Iglesia a quienes ahora están en el Rito de Iniciación Cristiana para adultos mientras que otros realizan la profesión de fe renovando su bautismo. 
Aquellos quienes ya somos parte total de la Iglesia, renovaremos nuestras promesas bautismales durante la Cuaresma. Al hacer esto, afirmaremos nuestra unidad con nuestros semejantes, ya que el bautismo es el sacramento de iniciación el en Cuerpo de Cristo. 
Para prepararnos para esta renovación del sacramento que nos une a la muerte y resurrección de Cristo, y que nos guía hacia su familia, haciendo que sus hermanos y hermanas sean los nuestros, que mejor forma de estar reconciliados con todos nuestros hermanos y hermanas que a través del Sacramento de la Reconciliación?
Conforme pasamos de la niñez a la edad adulta, pasamos de la dependencia a la independencia a la interdependencia. Sólo en esta última etapa mantenemos nuestra integridad individual y al mismo tiempo, tenemos relaciones con otros que nos brindan vida y enriquece a nuestros semejantes. La Reconciliación es un sacramento de interdependencia el cual fortalece los lazos que nos unen con Dios a con nuestros semejantes.
El Papa Francisco, quien recientemente dio a conocer las sugerencias para el Sacramento de Reconciliación  ha hecho que la misericordia sea una línea central de su papado; su motto puede ser traducido como “eligiendo a través de los ojos de la misericordia”. 
En su primera homilía el Papa Francisco dijo “en mi opinión el mensaje más fuerte del Señor es la misericordia”.
Haciendo eco de las palabras de los salmos que nos recuerdan la misericordia de Dios en todas sus obras.
Esta Cuaresma, porque no experimentar de nuevo la misericordia de Dios haciendo el bien para todos?, Vayan a confesarse y experimenten lo que Jesús dijo mientras oraba para que todos seamos uno mismo con El con su Padre y con el Espíritu.
Un amigo mío frecuentemente decía que haciendo el bien hacemos que los demás se vean bien. Nadie es exitoso por sí mismo. Al contrario, las faltas de uno son de todos. Así es que vayan a confesarse y hagan que todos nos veamos bien mientras construimos la comunión y hacemos enmiendas por no siempre ser lo mejor de nosotros. ¿Quién sabe? A lo mejor es contagiosa!.

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