En medio del sufrimiento del mundo no puedo dormir

Friday, Feb. 12, 2021
By Jean Hill
Director, Diocese of Salt Lake City Office of Life, Justice and Peace

Conforme estoy escribiendo son las tres de la mañana y no puedo dormir.

No puedo dormir porque ahora mismo me encuentro en mi casa calientita mientras que alguien duerme bajo una carpa en la calle o en un estacionamiento bajo un puente a una o dos millas de distancia de mí.

No puedo dormir porque hace 20 minutos, cientos de personas están durmiendo en una celda de cemento porque todos hemos decidido como nación civilizada que una deuda que surge por un acto malo debe de ser castigada en lugar de reconciliada.

No puedo dormir porque en algún lugar cerca de mí, una mujer de color duerme sola mientras que su esposo se encuentra sentado en una de esas celdas de cemento porque se decidió luchar en contra de la guerra de las drogas, encerrando a todos los adictos, pero la mayoría son adictos cuyo color de piel es obscuro.

Son las tres de la mañana y no puedo dormir porque en alguna tienda de conveniencia cercana, una trabajadora se siente apreciada porque finalmente ha sido reconocida como una trabajadora esencial, pero se encuentra contemplando un aborto ya que no puede alimentar a sus dos hijos y pagar la renta con su sueldo de $12 dólares la hora.  Mientras tanto, los legisladores de Utah proponen leyes para hacerla ver un video mientras realiza el procedimiento con la esperanza de que esto será suficiente para sobrellevar las desesperadas circunstancias que la han llevado a pesar que su única opción es el aborto.

No puedo dormir porque la gente que dice representarme en la legislatura estatal una vez más están aprobando leyes que promueven la obtención de armas de fuego y castigan la pobreza en lugar de buscar el bien común y la cultura de la vida.

Así es que, en lugar de dormir, escribo y rezo con la ferviente esperanza de que un día buscaremos dejar de buscar soluciones fáciles para problemas complejos y empezaremos a construir una verdadera nación de paz y prospera.

Rezo para que un día gastaremos más dinero para brindar viviendas accesibles y para comenzar a reconocer las crecientes mareas que no pueden levantar los botes que tienen agujeros.

Rezo para que descubramos que el encerrar a las personas en condiciones violentas e inhumanas hace menos para proteger la seguridad pública que las practicas que animan a las personas encarceladas a desarrollar empatía por las víctimas y a buscar la reconciliación con toda la comunidad dañada pro su actividad criminal.

Rezo para que también descubramos que la guerra en contra las drogas solo ha sido exitosa en contra de las familias de color sin tocar el horrendo y lucrativo negocio de las drogas. Al etiquetar a los adictos de color como criminales, la guerra ha logrado manejar a un tipo de personas como ciudadanos permanentes de segunda clase, y rezo para que reconozcamos esta injusticia y desmantelemos las barreras que, mantiene a estas personas quienes han cometido crímenes no violentos, de ser totalmente participes en nuestra nación.

Rezo porque nuestros legisladores, tanto estatales como federales también reconozcan que no podemos eliminar el aborto solo con leyes. A menos y hasta que pongamos atención las causas que llevan a las mujeres a solicitar tales procedimientos violentos, las mujeres en pobreza o que se enfrentan a la violencia doméstica o que tienen batallas mentales o físicas, seguirán encontrando maneras de terminar sus embarazos.

Y rezare más y más. Reconozco que como Santa Teresa dijo, Dios no tiene manos más que las mías, y hoy me levantaré un poco más tarde para poner mis oraciones en acción, con la gracia de Dios.

Jean Hill es la directora de la Oficina de Vida, Justicia y Pas de la Diócesis Católica de Salt Lake City. Puede ser localizada en  jean.hill@dioslc.org.

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