¡Esperemos con Gozo!

Friday, Nov. 26, 2010
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El Reverendísimo Sr. Obispo John C. Wester
By The Most Rev. John C. Wester
Bishop of Salt Lake City

Mis queridos hermanos sacerdotes y diáconos, mis queridos religiosos, mis queridos hermanas y hermanos en Cristo, que la gracia y la paz de Dios Nuestro Padre y Nuestro Señor Jesucristo esté con ustedes.

Muy pocos estarán en desacuerdo que vivimos en una sociedad ocupada y acelerada. No apresuramos de una cosa a la otra; y al final, muchos de nosotros estamos inquietos y cansados, anhelando estabilidad y paz en nuestra comunidad y familia. Habrán notado que en nuestra sociedad apresurada, ya muchos establecimientos han decorado para la Navidad, las estaciones de radio ya empiezan a poner canciones de Navidad de vez en cuando, y algunas de nuestras propias parroquias han empezado a preparar las fiestas de Navidad para principios de diciembre. En el medio de toda esta prisa, la Iglesia nos enseña a que desaceleremos, a ser pacientes y a esperar.

¿Cuál es el apuro? En realidad estamos tan ansiosos de poner todas las decoraciones, celebrar el evento, y rápidamente quitar todas las decoraciones para continuar con el siguiente evento? Si en realidad creemos que la Iglesia es el sacramento de Cristo en el mundo (Lumen Gentium, sections 1, 9, and 48), entonces debemos celebrar auténticamente la historia de la salvación como se desarrolla en el año litúrgico para que podamos ser testigos del amor profundo y de la misericordia de Dios para con el mundo. En los últimos días del Tiempo Ordinario, quiero tomar la oportunidad para escribirles sobre nuestra celebración en los tiempos de Adviento y Navidad. La Iglesia empieza su año con el tiempo de Adviento. El Adviento es el tiempo de preparación, aunque se haya descuidado en muchos lugares. Muy a menudo, el tiempo de Adviento es opa-cado por "la época de fiestas" al movernos rápidamente hacia la Navidad. Para el tiempo que llega la actual solemnidad de la Navidad, ya estamos agotados. Ya estamos cansados de todo el "bullicio navideño". La Navidad ha perdido su esplendor. La palabra adviento viene del Latín "venida" o "llegada". ¿Cuál llegada estamos esperando? Las Normas Generales para el Año Litúrgico nos ayudan a entender esta época un poco más explicándolo así:

El tiempo de Adviento posee una doble índole: es el tiempo de preparación para Navidad, solemnidad que conmemora el advenimiento o venida del Hijo de Dios… y es al mismo tiempo que debido a esta misma conmemoración, hace que las mentes dirijan su atención a esperar el segundo advenimiento de Cristo como un tiem-po de expectación piadosa y alegre. (General Norms for the Liturgical Year, 39)

Ustedes se darán cuenta que este no es un tiempo de penitencia. Es un tiempo de gozo, un tiempo de preparación y de espera. "Por eso, los Domingos de Adviento, al conmemorar el nacimiento de Cristo y anticipando su regreso, cele-bran ahora en palabra y sacramento de su venida entre nosotros en este mundo." (Normand Bonneau, The Sunday Lectionary: Ritual Word, Paschal Shape, Collegeville: Liturgical Press, 1998, 131) No es solamente una época de preparación para el nacimiento de Jesucristo en la Navidad, pero también para el Cristo que nace continuamente en medio de nosotros, y que transforma a la Iglesia en el mundo cada vez más en su cuerpo.

Al llegar el fin de otoño, cuando se oscurece el mundo, la Iglesia es llamada a reunirse y esperar calladamente para la venida de Cristo, su Esposo, la Luz del Mundo. Me recuerda una canción de Marty Haugen: "Por ti, oh Señor, mi alma en quietud espera, realmente mi esperanza está en ti". (Marty Haugen, "My Soul in Stillness Waits," © 1982, GIA Publications, Inc. The line is a translation of Psalm 62:2) ¿Está puesta nuestra esperanza en Cristo? ¿En realidad nos permitimos esperar en silencio y reflexionar sobre el gran misterio de la salvación? ¿Hemos cambiado al reflexionar sobre este misterio de forma que vivamos diferentes según como nuestra relación con Cristo resucitado va profundizando en nosotros? En la oscuridad, esperamos por la venida del Señor. No dejemos que nuestras ocupaciones nos distraigan de esto, y no nos encuentren desprevenidos como las vírgenes necias en el Evangelio de Mateo (Mt 25:1-13). La temporada nos llama a estar atentos a nuestros preparativos para el día final y estar atentos de la calidad de nuestra vida en unión con Cristo.

Las liturgias para los Domingos de Adviento tienen como objetivo enfocar nuestra atención en estas realidades y para guiarnos en la preparación para la venida de Cristo. El tema del primer domingo de Adviento "habla del regreso del Señor y nos urge a estar vigilantes (Adolf Adam, The Liturgical Year, Collegeville: Liturgical Press, 1990, 134.) En el Segundo Domingo de Adviento, escuchamos la llamada de Juan el Bautista al arrepentimiento y a la preparación. El que bautiza (Juan) nos llama a estar preparados y vigilantes al invitar a Cristo en nuestros corazones, pero también cuando esperamos el juicio final. El tercer Domingo de Adviento, o Domingo Gaudete, nos presenta a Jesús como quien va a cumplir con la alianza y traernos el reino. En el último domingo, escuchamos las historias del Evangelio que preceden inmediatamente al nacimiento de Cristo. Durante estas cuatro semanas, nos preparamos para la luz, que entra al mundo, tanto en el nacimiento de Cristo, como al esperar su regreso final en gloria. "En el Adviento, es pues, que la Iglesia está llamada a ser más vigilante a descubrir el papel del Espíritu en la humanidad en general y en la vida de la iglesia en particular"(Martin Connell, Eternity Today On the Liturgical Year, vol. I, New York: Continuum, 2006, 75.)

Al renovar nuestro sentido de la celebración litúrgica de este tiempo, les animo a que permanezcan fieles a la celebración de las cuatro semanas de Adviento. Como mencioné anteriormente, es tan fácil ser consumidos por la exageración de la "época de fiestas": decorar nuestras Iglesias y casas para Navidad, dedicar más tiempo a las compras que a la oración, y ser anfitriones a fiestas navideñas antes de que llegue la temporada. Yo se que es un desafío enorme permanecer fieles al tiempo de Adviento cuando estamos rodeados de una sociedad que, aunque dice llamarse Cristiana, no toma el tiempo para reflexionar y prepararse como la Iglesia nos pide que lo hagamos.

Como Católicos, debemos celebrar el Adviento diferente. Nuestro reconocimiento del tiempo es en sí mismo un testimonio sacramental de la plenitud del misterio pascual. Si tuviéramos que omitir el tiempo de Adviento o cualquier otra época, empobreceríamos este testimonio. Somos muy afortunados de tener una Iglesia que nos ha dado estos tiempos litúrgicos para dar testimonio a los grandes misterios de nuestra fe. Como cristianos, las celebraciones y reconocimientos de estas fechas nos ayudan a ser testigos de la verdad y la belleza del Cristo resucitado.

En este Adviento, pido a cada Católico de la Diócesis de Salt Lake City a tratar de entrar en el espíritu de la temporada. A medida que vamos avanzando, exhorto firmemente a nuestras escuelas, parroquias, y a cada hogar a celebrar las cuatro semanas de Adviento con oraciones apropiadas. Debemos practicar y ser modelos de lo que predicamos con el fin de inculcar las ricas tradiciones de nuestra fe en los jóvenes y adultos.

He aquí algunos ejemplos en particular de lo que esto implica. Las escuelas no deberían decorar para Navidad, sino decorar con coronas sencillas y adornos verdes. Pueden celebrar "fiestas Gaudete" antes de salir por las vacaciones de Navidad. Exhorto a cada hogar a exponer y decorar una corona de Adviento donde la familia se reúna en oración ya sea en la mañana, durante la cena, o en otro tiempo más práctico. Les pido que esperen a poner el árbol de Navidad decorado hasta que empiece el tiempo de Navidad. Tal vez incorporar el árbol de Jesse en las celebraciones de la familia. (More information on Jesse Trees can be found at: http://www.catholicculture.org/culture/liturgicalyear/activities/view.cfm?id=545 or http://www.loyolapress.com/our-jesse-tree-advent-activity.htm.) Al llegar el final de la temporada, también les invito a descubrir la belleza de las Antífonas, las cuales son cantadas como parte de las Oraciones de la Tarde del 17 al 23 de diciembre, y son más conocidas en el himno, Oh Ven, Oh Ven Emmanuel.

Una vez que llega la Navidad, el tiempo se extiende más allá del 25 de diciembre. Continúa hasta la cele-bración del Bautismo del Señor el 9 de enero de 2011. Debemos dejar las decoraciones que son testimonios de nuestra alegría durante todo este tiempo. Tenemos bastante tiempo para ce-lebrar el gozo del nacimiento de Cristo y debemos aprovecharlo al máximo. Consideren la oportunidad de tener las reuniones de Navidad de la parroquia, o en casa con la familia y amigos durante este tiempo.

En primer lugar, sin embargo, antes de celebrar, viene un tiempo necesario de espera y preparación. El tiempo de Adviento nos reenfoca y nos recuer-da que Cristo ha cambiado el mundo. La oscuridad ha cubierto el hemisferio, y el mismo mundo está callado. Porque sabemos que Cristo reina sobre toda la creación, buscamos en la oscuridad ver la luz de Cristo, nuestro Rey que viene. Que al celebrar este tiempo, nos renovemos y seamos ejemplos de paciencia, silencio y alegría para nuestra apurada y ansiosa sociedad. Con profunda gratitud por su servicio a esta Iglesia local y con mi promesa de oración al entrar a este santo tiempo de Adviento, permanezco en ustedes,

 

Suyo en Cristo Jesús,

El Reverendísimo John C. Wester

Obispo de Salt Lake City

 

Presentado el 24 de noviembre, 2010.

Memorial de San Andrés Dung-Lac, Sacerdote, Mártir y sus Compañeros Mártires

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