Franciscanos necesitan apoyo ecónomico para mantener la Tierra Santa

Friday, Mar. 22, 2013

Este otoño marca el 25 aniversario en el que un grupo de 25 sacerdotes y yo visitamos la Tierra Santa, lo cual formó parte del programa sabático del Colegio de Norte América en Roma.

La visita fue lo que sobresalió de nuestra experiencia sabática y las memorias de nuestro tiempo en la tierra en donde Jesús caminó la cual, hoy en día, se mantiene viva en mi corazón. A pesar de que uno ciertamente solo puede estar con Jesús en los sitios sagrados a través de la oración, definitivamente hay algo especial en el estar físicamente presente y caminar los mismos caminos que Jesús camino, ver los mismos lugares que Jesús vio, respirar el mismo aire que Jesús respiró.

Cuando visitamos Nazaret no fue difícil el imaginarse a Jesús corriendo por los callejones cuando era niño o cuando nos detuvimos en las orillas del Jordán, siendo bautizado por Juan. Pareciera que podía escuchar los invitados a la boda celebrando el casamiento de sus seres queridos mientras estábamos en Cana y podía escuchar las hermosas palabras que Jesús dijo durante su Sermón en el Monte mientras veíamos el mar de Galilea.

Ese día más tarde, cuando nuestro guía nos llevó por un viaje en bote por el Mar de Galilea y el operador del bote detuvo la maquinaria en el medio del mar, no fue difícil para nuestras mentes recordar las innumerable horas que Jesús pasó en esas aguas enseñando a sus apóstoles y asegurándoles que no debían de tener miedo. Mientras caminábamos orando por el Huerto de los Olivos un sentido de muerte inminente me invadió.

Visitamos lo que pudo haber sido la casa de Caifás y una profunda cisterna en donde Jesús pudo permanecer encarcelado. Vimos lo que podría haber sido en camino al Monte Calvario. Verdaderamente lo más sobresaliente de nuestra visita fue cuando celebramos Misa en la Iglesia del Santo Sepulcro. Parado como celebrante principal en ese altar, me llené de apreciación por Nuestro Divino Salvador, cuya muerte y resurrección nos abrieron a todos las puertas del cielo. Ahora sé porque es que la tierra que visitamos es llamada Santa.

Actualmente la orden de los Franciscanos está a cargo de servir en estos y otros sitios de la Tierra Santa. De hecho, desde 1217 la orden ha estado presente ahí. Recientemente el Definitorium General de los Frailes Menores de la Orden de Franciscanos, con la aprobación del Papa y del Vaticano, nombra un custodio o Custo, quien está a cargo de todos los Franciscanos, cerca de 300 frailes y 100 hermanas. Su jurisdicción cubre Israel, el territorio Palestino, Jordania, Siria, Líbano, Egipto y las islas de Chipre y Rodas.

Como ya he mencionado, los Franciscanos sirven principalmente en las capillas Cristianas, incluyendo la del Santo Sepulcro en Jerusalén, la Basílica de la Natividad en Belén y la Basílica de la Anunciación en Nazaret. Los oficiales custodios en el Monasterio del Santo Salvador, una comunidad franciscana del Siglo XVI cerca de la Puerta Nueva.

Los franciscanos tienen varios trabajos en los sitios santos, llevando su mantenimiento, ayudando a los peregrinos, sirviendo las necesidades de las personas locales y generalmente realizando lo que cualquier sacerdote en una parroquia haría.

Todo esto me lleva al punto de este artículo: los Franciscanos necesitan de su ayuda. A sus varios ministerios pastorales requieren de una generosa asistencia financiera para que puedan continuar sirviendo al Pueblo de Dios en la Tierra Santa preservando y protegiendo las capillas sagradas en donde hemos venerado por siglos.

De hecho, su ayuda es más importante hoy que nunca. Tristemente, como ya bien todos sabemos, la Tierra Santa está ubicada en el medio Oriente como epicentro de los terribles conflictos y de una violencia brutal.

Mientras que es cierto que las tres religiones más grandes del mundo – Cristiana, Islamita y Judía – comparten una historia en común con su amor a la tierra Santa, los conflictos políticos, sociales y religiosos desde hace siglos han deteriorado su belleza han deteriorado el nombre de su capital, Jerusalén, que significa "ciudad o lugar de paz". Las últimas décadas han visto lo que se podría llamar un éxodo masivo de Cristianos de la Tierra Santa, en general al Medio Oriente.

Las iglesias católicas han sido incendiadas, los hogares Cristianos han sido vandalizados y los cristianos en general han sido brutalizados e inclusive asesinados. Richard L. Russel, en la revista ‘Crisis’ reporta que "Palestinos Cristianos en Gaza y el Banco de Oriente continúan siendo sacados de la sociedad, economía y tierra Palestina.

La comunidad de Cristianos Palestinos ha sido reducida a casi nada y se ha perdido en el conflicto entre los Israelís y la autoridad secular Palestina y los Palestinos Hamas islamitas. El Patriarca Católico de Jerusalén se preocupa por el hecho de que la Tierra Santa se está convirtiendo rápidamente en ‘una Disneylandia espiritual’ con los sitios sagrados como las atracciones del parque pero desalojando a los Cristianos locales de sus tradiciones.

Sin embargo, hay esperanza. Las tres religiones mayormente representadas en la Tierra Santa están realizando esfuerzos para unirse y proveer de un futuro pacifico en el cual las personas puedan vivir juntas en esta tierra que es Santa para tantos.

Mientras que nuestra ayuda siempre será necesaria, es ahora más que nunca urgente y les pido que todos e la Diócesis de Salt Lake City hagamos lo que podamos para ofrecer nuestro apoyo y asistencia nuestros hermanos y hermanas quienes viven en los límites de la paz y ese medioambiente ofreciendo generosamente a los Franciscanos en este domingo de Pasión (domingo de ramos) y/o en el Viernes Santo.

Les agradezco de antemano por su ge-nerosa respuesta a esta plegaria. También agradezco a los Caballeros y Damas de la orden ecuestre del Santo Sepulcro de Jerusalén, quienes hacen mucho para asistir a la Iglesia Católica en la Tierra Santa. Mientras solemnemente nos acercamos a la pascua, oro, para que la paz de Cristo resucitado esté con ustedes y con nuestros hermanos y hermanas en esa tierra que llamamos santa.

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