Homicidio de niņa conmueve a la comunidad

Friday, Aug. 08, 2008
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La foto de Mari Menchaca es parte del memorial que le hicieron sus familiares y amigos. Ella murió víctima de un tiroteo, en la acera de su casa en Glendale, el 6 de julio. foto de IC por Priscilla Cabral

Maria del Carmen Menchaca, o Mari, como le llamaban sus familiares y amigos, murió el domingo 6 de julio, víctima de un tiroteo por parte de unos supuestos pandilleros. En ese día, Mari y sus papás se encontraban en la fiesta de unos vecinos, pero ella decidió regresar a casa para buscar a su hermano mayor. Mientras estaba en la acera, cuatro jóvenes se acercaron en una camioneta negra y uno de ellos disparó la bala que terminaría con la vida de la niña de 7 años.

En el siguiente miércoles, la familia, amigos y vecinos de Mari se reunieron alrededor de un par de sus fotografías, juguetes y flores para rezar el rosario por nueve días. En el último día de la novena, antes de que comenzaran a rezar, el padre de Mari no podía pronunciar alguna palabra concerniente a ella sin que se le pusieran los ojos llorosos y dijo que no hablaría sobre lo sucedido. Pero después de reflexionar en los cinco misterios dolorosos, decidió compartir su historia.

"Yo no trabajo los martes ni los miércoles. El miércoles (antes del tiroteo), llevé a mis hijos a comer. Después los llevé al cementerio a visitar a su primo. Mi niña andaba muy contenta riendo y corriendo en el pasto. Nunca me imaginé que en exactamente una semana la estaría enterrando ahí mismo, junto a su primo", dijo Gilberto Menchaca.

Rafael Menchaca, tío de Mari, vive en la misma casa y dijo que unos jóvenes llegaron el domingo temprano gritando amenazas de muerte para Luis, su sobrino y primo de Mari. Los jóvenes regresaron más tarde con una pistola. Mari no era el blanco intencionado.

"Se revive todo", dijo Rafael refiriéndose a otra tragedia familiar. Su hijo es quien ahora se encuentra junto a Mari en el cementerio Elysian Burial Gardens. "Estábamos de vacaciones en México y allá me lo secuestraron y mataron", dijo.

La muerte de Mari no solo impactó a su familia. La manera en que murió y su corta edad hacen que la comunidad también esté de luto.

"Esta vida no se debió haber apagado. Le robaron la vida, sus sueños", dijo el padre Eugenio Yarce, pastor de la parroquia del Sagrado Corazón de Jesús.

Entre las aspiraciones de Mari se encontraban el ser doctora. "Ya le teníamos una cuenta de banco", dijo su padre, quien la va a extrañar cada vez que llegue del trabajo. "Ella bajaba las escaleras, abría la puerta, me abrazaba y me daba un besito".

"Era muy amorosa. Toda la gente la quería mucho y siempre me decía, ‘Qué niña tan bonita. Parece muñequita’", dijo su madre María Campos.

En su pesar, los Menchaca han encontrado consuelo en la compañía de la gente.

"Le agradecemos a todas las personas que se nos han acercado. Esto nunca se nos va a olvidar. Todo lo llevamos en el corazón", dijo su padre.

El padre Yarce dice que la familia de Mari va a necesitar el apoyo de la Iglesia católica como comunidad aún más con el transcurso del tiempo."Los días van a pasar y se va a comenzar a sentir la ausencia del ser amado. Los demás van a seguir su rumbo regular y por eso van a necesitar que les visiten, que les hablen, que estén con ellos".

Esta no es la primera vez que el padre Yarce ofrece misa para una persona que haya tenido una muerte trágica o violenta. En enero de este año, Diego Mendoza, de 15 años de edad, fue asesinado cerca de los puestos de tacos en la 900 Sur y la calle State.

"Uno es humano y su alma se siente adolorida. Pero el sacerdote es signo de esperanza y fortaleza. Este representa a la Iglesia, la cual les dice que también abraza el sufrimiento y que no están solos", dijo el padre Yarce.

El martes 8 de julio, se llevó acabo una misa con los familiares de Mari y la comunidad. El evangelio de esa noche trató del lugar especial que ocupan los niños en el reino de Dios: "Dejad que los niños vengan a mí". El padre Yarce también hizo una misa el día siguiente afuera de la casa de los Menchaca, en donde murió Mari. Ahí, el Padre aprovechó la presencia de los jóvenes para invitarlos a "vivir más como hermanos y a ser signo de amor y unidad".

Igualmente, dijo que "en la misa de reconciliación generalmente doy un mensaje de esperanza y unos dos domingos después afronto a la comunidad con un mensaje directo".

Los acusados del tiroteo que acabó con la vida de Mari Menchaca son Frank Puga Benavidez, de 20 años, Gabriel Alejandro Álvarez y Mae Goodman Johnson, ambos de 16 años. Al cuarto pasajero no se le hicieron cargos.

Johnson enfrenta cargos de asesinato y obstrucción a la justicia mientras Benavidez y Álvarez podrían, bajo una ley de 2007, enfrentar la pena de muerte por haber matado a un menor de 14 años. Pero Álvarez no es elegible para una ejecución porque es menor de edad.

Los padres de Mari dicen no desear que se termine con la vida de Benavidez. "Que Dios se encargue de ellos. Pero que no salgan (de la cárcel) para que no dañen a otra familia porque no se imaginan lo que se siente. No les deseo mal", dijo su madre.

El padre Yarce dijo que esto se le hacía "un gesto muy generoso porque respetan la vida aún en medio de su dolor y a pesar que la vida de su hija no fue respetada." Y añadió que para los culpables desea una "condena justa".

El jueves 31 de julio, se le concedió a los abogados de los acusados más tiempo para compilar información. Benavidez, Álvarez y Johnson deberán presentarse ante la corte el 29 de septiembre para una conferencia previa al juicio.

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