La corresponsabilidad nos llama a distribuir los tesoros

Friday, Nov. 11, 2011
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Todas la personas tienen cosas. No sé si esto venga desde la era prehistórica en donde los humanos tenían que juntar la comida y almacenarla para sobrevivir o tal vez no. De cualquier forma, parece que todos coleccionan cosas. Solo mira todos los espacios que se rentan para almacenar ubicados a lo largo del estado. La gente rica tiene cosas, la gente pobre tiene cosa e inclusive los bebés pequeños tienen cosas ( ¡muchas cosas!). La pregunta aquí es ¿cómo es que nos relacionamos con estas cosas? Y aún más importante, ¿cómo todas estas cosas afectan nuestra relación con Dios y con los otros? En los dos pasados artículos reflexioné acerca de la importancia del Tiempo y del Talento conforme adoptamos a la Corresponsabilidad, Una Forma de Vida. En este artículo quiero hablar acerca del lugar de los tesoros en nuestras vidas.

Como el tiempo y el talento, los tesoros son regalos de Dios. Ya que absolutamente todo lo material que tengo viene de Dios, y porque la Corresponsabilidad está basada en el principio fundamental de que cada regalo viene de Dios, entonces solo es lógico concluir que Dios es quien nos da el regalos de los tesoros para un propósito específico. Como hemos visto, cada regalo que Dios nos da está destinado para acercarnos a Dios para que podamos vivir en alegría junto a Él en el cielo. Este es el primer principio de los ejercicios espirituales de San Ignacio. Esto significa que todas mis posiciones, mi dinero, mis bienes materiales, todo lo que poseo vienen de Dios y están destinados a ayudarme a regresar con Dios. Usted puede decir que como corresponsal, se me confieren bienes materiales durante mi vida. Yo solo soy el dueño temporal de esos bienes. Mientras que estos están bajo mi cuidado, es mi res-ponsabilidad como cristiano utilizarlos sabiamente. Después de todo, ¡estos provienen de Dios!. Más aún, estoy llamado a compartirlos libremente con los otros y haciendo esto, imitando a Dios quien fue quien primero me los dio. De esta manera honro al dador de los regalos imitando la generosidad de Dios. También honro a Dios porque estoy ayudando a mis hermanos y hermanas quienes han sido creados a su imagen.

Mientras que los bienes materiales pueden ser usados como medios para ayudarme a acercarme a Dios y a los otros, estos también pueden llegar a impedirme lograr eso. Cuando mi tesoro se convierte en lo más importante en mi vida, este me posee – yo no lo poseo. Más aún, cuando permito que mi tesoro me posea, pierdo mi perspectiva y encuentro que nunca estoy satisfecho. Cuando empiezo a acumular los tesoros de Dios, nunca tengo suficientes. Me encuentro atrapado en un deseo inestable de te-ner más y más, solo para descubrir que nunca tendré suficiente. Irónicamente, es solo cuando dejo ir esos lazos con mis posesiones que soy capaz de amar más plenamente y completamente ya que estoy libre de esos lazos materiales. Un amigo recientemente compartió conmigo una verdad muy bonita pero a la vez desafiante: sea lo que sea que yo poseo y que no necesito pertenece a los pobres! Me pregunto cómo es que sería nuestro mundo si todos viviéramos bajo este principio? Hay muchas personas que sufrirían porque no tienen las necesidades básicas para la vida. Eso no es culpa de Dios sino de nosotros. Dios nos ha dado suficiente; nosotros somos quienes no lo distribuimos a los pobres. Dios es el Dios de todo pero nosotros frecuentemente somos criaturas que queremos más y más y tendemos a querer acumular sus tesoros.

Al final de nuestras vidas, Dios no va a preguntar cuánto tenemos sino cuanto hemos dado. Seremos juzgados en cuanto a cuanto amamos y una de las mejores expresiones del amor es compartir nues-tro amor y nuestros bienes materiales. Tal como San Gregorio el Grande ima-ginó, el honrado al final de su vida habitará en el cielo en casas construidas con ladrillos de oro hechos de las almas de quienes generosamente dio en vida.

O presentado de otra manera por el Padre James Forbes, "Nadie llega al cielo sin una carta de recomendación del pobre". Tal vez es por eso que decimos que el que toma come bien pero el que da duerme bien.

Conforme damos la bienvenida a la Corresponsabilidad, Una Forma de Vida, estaremos desafiados a considerar nuestras posesiones, nuestro dinero, nuestros bienes materiales y a decidir cuál es el mejor uso de estos regalos de Dios. Muchos se han preguntado cuánto dinero Rockefeller dejó a su muerte. La respuesta es "Todo!" Estamos llamados a echarle una buena mirada a lo que es nuestro y a solo conservar lo que necesitamos. Lo demás pertenece a los pobres y más vale que ya empecemos a distribuirlo. En el Salmo 116 se pregunta ¿Qué le debo regresar al Señor por todo lo que me ha dado?, La respuesta de corresponsabilidad es "Debo regresarle todo".

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