La reforma inmigratoria traerá justicia, no amnistía

Friday, Feb. 08, 2013
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La reforma migratoria ha sido un asunto por aņos en los Estados Unidos, como la demuestra la marcha del 2010 en Salt Lake City. IC file photo
By The Most Rev. John C. Wester
Bishop of Salt Lake City

Una vez más se abre la ventana de la oportunidad en nuestro país, de una oportunidad llamada Reforma Inmigratoria Comprensiva. En junio del 2007 estuvimos muy, pero muy cerca de alcanzar esta meta alusiva, pero desde entonces nuestro gobierno federal no ha actuado sobre este problema. Sin embargo, ahora, los vientos políticos cambian una vez más y la reforma migratoria parece ser estar al alcance.

Esta posibilidad de una reforma ciertamente son buenas noticias para nuestro país y para aquellos quienes han esperado largamente poder hacer de nuestro país su hogar. Por mucho tiempo la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos, ha buscado la reforma migratoria, llamando por pólizas justas y humanas para los 11 o más millones de inmigrantes en nuestro país, los cuales no cuentan con la documentación debida. Parece que el acercamiento bipartidista a la reforma migratoria que se ha puesto en marcha puede tratar justamente a esos inmigrantes quienes durante mucho tiempo han estado viviendo en las sombras

Sin embargo, existen varios detalles que se deben de arreglar. Uno de ellos es el tema político llamado amnistía. En muchos países la amnistía es una palabra sucia, y algunas personas que se oponen a la reforma migratoria están etiquetando la propuesta de esta manera. Pero la reforma que nuestros políticos están contemplando, la cual cuenta con el apoyo de la Conferencia de Obispos Católicos, no es una amnistía sino un camino al estatus legal y a la posible ciudadanía.

Los inmigrantes indocumentados que se encuentran en nuestro país han trabajado muy duro contra de las difíciles probabilidades y haciéndose camino. De ninguna manera su camino ha sido gratuito. Más allá, la nueva ley requeriría que paguen una multa, paguen impuestos atrasados, aprendan inglés, y cumplan con otras obligaciones antes de que se les pueda dar el estatus de legalidad. Esto esta muy lejos de lo que es una amnistía.

Esos inmigrantes se están ganando el derecho del estatus legal en este país. Su intención es proveer a sus familias, evitar los diferentes tipos de persecución en sus países de origen y establecerse como ciudadanos confiables de los Estados Unidos de América. Desde que han vivido aquí nos han dado beneficios inmensurables. Nos ponen los alimentos en nuestras mesas, nos hacen las camas y nos construyen nuestros hogares. Creo que los observadores más razonables, que ven a los inmigrantes desde este punto de vista, se inclinaran a ser generosos

También es importante recordar que, en la gran mayoría de los casos, no estamos hablando de criminales violentos. Muchos indocumentados no han cometido felonías ni crímenes menores; bajo el código legal, estar en los Estados Unidos sin documentos, es una infracción civil menor, no un acto criminal. En otras palabras, es tan significativo como una infracción menor de tránsito. La palabra prerrogativa ‘ilegal’ hace que uno crea que estamos tratando con criminales peligrosos, no con seres humanos obedientes de la ley y de Dios.

De igual manera, aunque no nos inclinemos para que los indocumentados reciban el estatus legal a menos de que estos respondieran nuestros letreros de ‘se busca ayuda’, deberíamos procurarles nuestras pólizas de condiciones de trabajo seguros y salarios justos – protecciones que le son negadas a los trabajadores indocumentados.

Las preocupaciones sobre la seguridad del país son legítimas pero debemos ver, una y otra vez, que las soluciones de una sola via no funcionan. La reforma migratoria propuesta beneficiará la seguridad del país animando a que las personas salgan de las sombras y se registren con el gobierno. Promoverá la unidad familiar previniendo que los padres de familia sean separados a la fuerza de sus hijos. Tristemente el año pasado cerca de 98,000 padres de familia fueron deportados, dejando a sus hijos y a sus hijas atrás.

Finalmente ha llegado el tiempo de que podamos adoptar leyes migratorias sensibles y justas que permitan cubrir las necesidades del país y de la misma manera ofrezcan vías seguras para que los migrantes lleguen a nuestras fronteras y se hagan ciudadanos productivos. Debemos de dejar de poner etiquetas a nuestros hermanos con términos peyorativos, sin tomar en cuenta los derechos dados por Dios, debemos darnos cuenta de que su presencia es necesaria para poder mantener una economía sólida y creciente. Ahora es el tiempo de llegar a la reforma migratoria comprensiva.

Como un pensamiento final para aquellos que se oponen a este paso positivo que trata con uno de los temas de más presión en los Estados Unidos: la amnistía no es una mala palabra. Todos los días yo le agradezco a Dios por haberme dado amnistía a través del sufrimiento muerte y resurrección de su único Hijo. Personalmente, yo no tendría ningún problema en darle amnistía a aquellos inmigrantes indocumentados que han trabajado duramente durante tanto tiempo para que puedan disfrutar las libertades que muchas veces damos por hechas. Pero no hago un llamado para esto, hago un llamado por justicia, una justicia a la que sólo podemos llegar aprobando una reforma migratoria comprensiva.

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