Las enseñanzas radicales de nuestra iglesia acerca del trabajo

Friday, Sep. 06, 2013
By Jean Hill
Director, Diocese of Salt Lake City Office of Life, Justice and Peace

El día del Trabajo sirve como un buen recordatorio de que pertenecemos a una iglesia radical. Nuestra Iglesia predica enseñanzas radicales de trabajo. Creemos, entre otras cosas, en el derecho y deber de trabajo, el el derecho a la iniciativa económica, el derecho a trabajar bajo condiciones de trabajo seguras y salarios justos, y en el derecho a organizar y unirse a asociaciones para asegurar esos derechos.

El catecismo de la Iglesia Católica dice: "El trabajo es un deber. El trabajo honra los dones y talentos recibidos del Creador. Enfrentar la adversidad del trabajo en unión con Jesús, el carpintero de Nazaret… hombres colaborando de cierta manera con el hijo de Dios en su trabajo redentor.

Él se muestra como discípulo de Cristo al cargar la cruz, diariamente, en su trabajo el cual ha sido llamado a completar", en otras palabras, no trabajamos solos; trabajamos para y con Dios.

Como sus predecesores, el bendito Papa Juan Pablo II enfatizó la enseñanza de la Iglesia sobre la importancia del trabajo, remarcando que, "El hombre debe trabajar tanto porque el Creador así lo ha querido y por su propia humanidad, la cual requiere de trabajo para ser mantenida y desarrollada. El hombre debe de trabajar a pesar de otros, a pesar de su propia familia, pero también para la sociedad a la que pertenece, al país en el que crece, y para toda la familia humana de la cual forma parte…"

En otras palabras, no trabajamos solo para nosotros mismos, sino para un bien mayor.

Nuestra fe radical enseña que cada persona tiene el derecho a vivir una vida digna con alimentos, agua potable, hogar seguro, y acceso a los cuidados de salud, educación y empleo, a pesar del lugar en donde viva.

El Catequismo nos enseña que los salaries deben de ser adecuados para poder solventar las necesidades básicas.

Nuestra Iglesia no promueve un salario mínimo específico, pero espera que los negocios se aseguren de que los trabajadores sean compensados justamente. Desde la perspectiva católica eso significa que los trabajadores no deberían de necesitar dos o tres empleos para solventar las necesidades básicas de cualquier familia.

La doctrina social de la iglesia enlista derechos, adicionales que promueven la dignidad, relacionados con el trabajo: el derecho a descansar del trabajo, el derecho a ser quien uno es en el trabajo sin ser acosado, el derecho a contar con subsidios para los desempleados y sus familias, el derecho a la pensión, y al seguro para las personas de edad avanzada, de enfermedad y de accidentes relacionados con el trabajo.

Para la Iglesia Católica estos no son protecciones específicas de los Estados Unidos; son derechos universales, pertenecientes a nuestro estatus de seres humanos.

Los trabajadores también deben de asegurarse de que se cumplan sus derechos de trabajadores. Como miembros de una familia global, debemos considerarlo que sucede cuando fallamos haciendo nuestra parte en el trabajo o cuando usamos más de los recursos familiares necesarios de los que deberíamos.

Dentro de nuestra familia global, necesitamos trabajar en formas en que no sobre usemos los recursos mundiales, dejando a alguien más en sufrimiento.

Es así que nuestra Iglesia radical también busca un papel en los gobiernos. Los gobiernos deben ayudar a proteger la dignidad de los trabajadores, adoptar políticas que promuevan los empleos y los salarios justos y que trabajen con otros países para proteger los derechos globales del trabajo.

En donde sea todos los trabajadores comparten los mismos derechos. Todos los católicos están llamados a defender los derechos de los trabajadores, ya sea con cartas a nuestros congresistas o a través del poder de sus billeteras (la doctrina social de la Iglesia nos dice que si no tenemos la necesidad de comprarle a compañías que explotan a los trabajadores de los Estados Unidos, tampoco debemos de comprarle a aquellas que explotan a trabajadores de otros países)

En nuestra Iglesia, entendemos que nuestra meta en el trabajo es más que un cheque, es la voluntad de Dios. Así es que vayan a trabajar, sin importan que tan mundana o idealista que parezca, sabiendo que es usted un trabajador católico radical, actuando en una alianza verdadera con Dios para el beneficio de todos los trabajadores en todos los lugares.

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