Los dones de nuestra comunidad son una bendición para la Iglesia, dice el obispo Menjívar en Mes de la Herencia Hispana

Friday, Oct. 11, 2024
By OSV News

Miguel Guilarte

Los dones que la comunidad católica hispana ofrece a la Iglesia, han de exhortar a los feligreses a tomar en serio el llamado a ser sembradores de paz, armonía y solidaridad en la sociedad, destacó el obispo auxiliar de Washington Evelio Menjívar durante la Misa anual por el Mes de la Herencia Hispana en la arquidiócesis.

Centenares de familias, muchos de ellos vistiendo trajes típicos, colmaron la iglesia San Juan el Evangelista en Clinton, Maryland, el 21 de septiembre, para celebrar su cultura y agradecer al cardenal Wilton Gregory, arzobispo de Washington, por haber escogido a esa parroquia como sede de esta celebración.

Tras agradecer a toda la comunidad por su dedicación, amor y hospitalidad, el obispo Menjívar pidió a la feligresía a dejar “toda rivalidad, envidia, prejuicios y las guerras entre nosotros”, invitándoles a dar el ejemplo de hermandad y unidad.

Dijo, además, que la arquidiócesis ya comenzó a trabajar en el Plan Pastoral Nacional para el Ministerio Hispano, el cual fue aprobado por la Conferencia de los Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB por sus siglas en español) en junio del 2023. En el citado plan de acción, los obispos dicen que vivimos un tiempo de gracia, donde la presencia de los hispanos son una bendición de Dios para la Iglesia y para la sociedad.

“Los obispos reconocen la riqueza de la comunidad hispana que ha estado presente en estas tierras desde hace más de quinientos años”, dijo Menjívar, quien en 2023 se convirtió en el primer obispo salvadoreño en Estados Unidos.

El prelado señaló que los obispos reconocen que la presencia de los hispanos “ha revitalizado la vida y la misión de miles de parroquias e instituciones católicas; pues Dios, en sus misteriosas maneras, ha llamado a los hispanos a abrazar su vocación como alegres discípulos misioneros de la Iglesia en Estados Unidos”.

Remarcó que “Jesús se identifica con los niños, con los pobres, los hambrientos, los enfermos, los extranjeros”, con aquellos que la sociedad tiende a despreciar, marginar y descuidar. “Gracias a Dios nuestra sociedad ha mejorado mucho con respecto al cuidado y protección de los niños y también la Iglesia, hace todo lo posible por ser un lugar seguro para ellos”.

“Jesús nos enseña con su amor por los niños, la importancia de aceptar, proteger y valorar a los que no tienen poder por sí mismos, a los que no tienen voz, a los marginados y a los más vulnerables en nuestra sociedad”, aseguró.

El religioso expresó que aún “la persona más humilde, la más pobre y necesitada, el inmigrante recién llegado y el anciano enfermo y frágil” merecen respeto, cuidado y protección.

Y continuó diciendo, “Hoy, pedimos al Señor que nos ayude a reconocer en cada persona la dignidad de los hijos de Dios. Todos somos hijos de Dios y por lo tanto somos todos hermanos. Sabemos que el que acoge y recibe a un hijo del Padre en el nombre de Jesús, recibe a Jesús mismo”.

“Que nuestro mundo, que nuestra sociedad, que nuestra Iglesia sea en un hogar para todos, donde podamos experimentar el abrazo amoroso de Dios” que bendice a todos sus hijos, añadió.

Entre los valores de nuestra comunidad, continuó, están la familia, la solidaridad, el deseo que tiene nuestra gente de salir adelante y que trasmite a los hijos, los empujan y le ponen todas las esperanzas en ellos para que sigan adelante, alentó.

Una de las metas más deseadas por los padres inmigrantes es el de facilitar el acceso de sus hijos una educación de calidad que les permita lograr en el futuro mejores condiciones de vida.

“Los padres de familia desean dar a sus hijos buenas oportunidades y hacen todo tipo de sacrificios para proveerles una buena educación, por ello vemos que las escuelas católicas están recibiendo más niños hispanos cada año, porque la gente reco-noce el beneficio de la educación católica y lo está aprovechando muy bien”, concluyó monseñor Menjívar.

El padre Dan Leary, párroco de San Juan el Evangelista, dijo que cuando una pa-rroquia es seleccionada para celebrar esta Misa especial, la gente se siente muy unida a la arquidiócesis. “Somos una parroquia pequeña, pero con muchos corazones grandes y sentimos que era una oportunidad muy especial para mostrar nuestro amor a la arquidiócesis y también para celebrar nuestra cultura hispana”, dijo el padre Leary.

“La gente necesita mantenerse cerca de Dios para darle a conocer al mundo. Los latinos muestran esta fe al mundo de muchas maneras y cuando celebramos esta misa no estamos celebrando solo la cultura hispana, sino nuestra unión con esa cultura”, dijo.

Mario Ramírez, de Zacatecas, México, y con 18 años en Estados Unidos, asistió a la Misa con su esposa, Wendy Ramírez y sus dos hijos.

“Nos sentimos muy orgullosos y protegidos por el manto sagrado de la Virgen, es una bendición para toda la feligresía de la parroquia y queremos resaltar los dones que la comunidad ofrece a la sociedad y que hoy festejamos con júbilo con banderas y colores”, dijo Ramírez, feligrés de San Juan el Evangelista.

Al finalizar la Eucaristía, el obispo Menjívar, el padre Leary y los feligreses se dirigieron a la cruz ubicada en la entrada de la parroquia para la fotografía grupal que registró este día especial.

Entre los fieles se encontraba la familia Viera con mujeres y niños trajeados con los colores y trajes típicos de su país, El Salvador.

Karla Viera, de San Miguel, y parroquiana de San Juan Evangelista por 15 años, dijo sentirse “muy feliz y contenta de ver a los niños de la parroquia con sus trajes típicos en la celebración de la cultura hispana”.

Agregó que el plan pastoral es una bendición en nuestra Iglesia y que la parroquia a nivel local está haciendo todo el trabajo posible con el padre Daniel “quien trabaja muchísimo por nuestra comunidad”.

Por su parte, la salvadoreña Maritza Ríos, del Municipio San Alejo de la Unión, con 26 años en Estados Unidos y directora del coro de niños de la Iglesia señaló: “Es un privilegio para nosotros ser la sede de esta misa anual, comenzamos como una comunidad pequeña en este rincón de Maryland y ahora somos un grupo grande con la bendición de Dios”.

Posteriormente, los feligreses se congregaron en el sótano de la parroquia para escuchar la música típica y degustar deliciosos platillos de la comida de México, Centro y Sudamérica.

Y como el fútbol también es parte integral de la cultura de Latinoamérica, muchos vestían las casacas de sus selecciones nacionales, entre ellos el peruano Julio Juan Guamaní del departamento de Apurímac, Abancay, quien – con mucho orgullo – vestía la camiseta blanquirroja de la selección peruana.

“Estamos en este país buscando oportunidades para nuestros niños, somos feligreses de esta parroquia desde que llegamos y nos encanta esta celebración de la hispanidad porque nos ofrece conocer y compartir con personas de otros países y sobre todo acércanos a Dios”, dijo a El Pregonero, el periódico en español de la Arquidiócesis de Washington.

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