Los rostros de la refoma migratoria

Friday, Jun. 07, 2013
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Participantes en la Vigilia de oración rezaron el rosario para pedir por una Reforma Migratoria comprensiva a las afueras de las oficinas del senador Orrin Hatch en Salt Lake City. IC Foto/ Laura Vallejo
By Laura Vallejo
Intermountain Catholic

(En un esfuerzo para proteger las identidades de las personas entrevistadas para este artículo, el Intermountain Catholic usa solo su primer nombre.)

SALT LAKE CITY Una joven con deseos de estudiar en la Universidad, una madre soltera con seis hijos, una mujer indocumentada que no ha visto a sus padres desde hace 13 años – estos son solo unos cuantos rostros de los católicos en Utah que piden una reforma migratoria.

Ellos estaban entre aproximadamente 200 personas que se reunieron en las afueras de la oficina del Senador Orrin Hatch como parte de una vigilia de oración migratoria organizada por ‘Campaign for Citizenship’ el 30 de mayo.

El Padre Fernando Barrera, Vicario Parroquial de San Francisco de Asís en Orem dijo que muchas familias dependen de esta reforma.

"Es muy importante porque los que dependen de esta ley son seres humanos – están en juego vidas y la felicidad de muchos seres humanos", dijo el Padre Barrera. "Por solidaridad por ser humanos debemos unirnos en oración y solidarizarnos es un deber como cristianos sr sensibles al dolor humano de otras personas. Sus historias son desgarradoras como las de cientos que viven en el anonimato."

Entre estas personas que viven en las sombras esta Juana, feligrés de la Catedral de la Magdalena, quien llegó a Utah hace 13 años procedente de Tlaxcala, México. Desde ese entonces no ha vuelto a ver a sus padres.

"Mi padre cumple 95 años de edad este año y no sé si podré volverlo a ver vivo. Me gustaría mucho poder volver a verlo y abrazarlo", dijo Juana, quien vive junto a su hijo y a su hermano, ambos cuentan con la residencia legal en los Estados Unidos.

En contraste, Víctor quien llegó a los Estados Unidos a los 6 años de edad; ahora ya es un joven adulto.

"Llegue sin saber nada de inglés. Fue muy difícil. Cuando las personas me hablan yo no podía entender nada", dijo Víctor.

Conforme fue pasando el tiempo fue aprendiendo el idioma con la ayuda de sus amigos quienes lo ayudaron a irse integrando cada vez más.

"Me gradué de la preparatoria y me encontré con el obstáculo de que no podía ingresar a ninguna universidad o encontrar trabajo ya que siempre me pedían mi número [de Seguro Social], o mi prueba de ciudadanía", dijo Víctor.

Su vida siempre ha estado truncada por ello.

"No me he podido desarrollar no como profesionista ni como ser humano. A pesar de haber vivida casi toda mi vida aquí, no puedo desarrollarme no aquí ni allá [en México]. Estoy atorado", dijo Víctor.

El año pasado cuando el gobierno aprobó la ley de acción diferida que permite que ciertos jóvenes que llegaron a los Estados Unidos cuando niños soliciten un número de seguro social y un permiso de trabajo temporal, Víctor creyó ver la luz y se puso muy contento, pero… eso no duró mucho ya que él cumple años tan solo unos meses después de la fecha límite de edad.

"Estoy como en una especia de limbo", dijo Víctor quien contribuye con lo que puede a la comunidad, incluyendo su capacitación como líder laico de su iglesia.

Otra pareja que han sido afectados por su estatus son Margarita y su esposo. La pareja se conoció en 1990 enamorándose para luego casarse. Contactaron a varios abogados para tratar de obtener su estatus, pero nunca tuvieron resultados.

"Nos quedamos sin recursos, y ahora no podemos encontrar trabajo por nuestro estatus. Les dimos todo lo que teníamos [a los abogados] y ahora vivimos con miedo y sin saber que será de nosotros en el futuro", dijo Margarita.

Aún una situación más dura enfrenta Roció, una joven madre de familia quien se enfrenta a una enfermedad degenerativa.

Su esposo fue deportado y no podrá ingresar de nuevo a los Estados Unidos por lo menos durante 10 años; para ese entonces la salud de Rocío estará más deteriorada. Mientras tanto ella está muy preocupada por el futuro de sus hijas.

"tenemos a dos hijas maravillosas, y todos lo extrañamos mucho", dijo Rocío.

"Ahora, debido a mi enfermedad, necesito atención médica (que no puede recibir en México) y así es que no podemos irnos para allá con mi esposo… para cuando nos volvamos a reunir mis hijas tendrán 16 y 19 años de edad. Lo necesitamos ahorita y lo extrañamos mucho".

Magdalena, es una madre soltera de seis hijos, todos nacidos en Utah.

"Su papá nos abandonó", dijo Magdalena. "Si me deportan, qué le va a pasar a mis hijos? [el mayor de ellos tiene 8 años de edad]. Hoy yo vine para orar por la reforma migratoria para que así podamos estar siempre juntos".

Entre las personas que dieron discursos en la vigilia estuvo el Padre Omar Ontiveros, párroco de San Pedro y San Pablo en West Valley. El Padre dijo que el mantener a las familias unidas es muy importante.

"El unirnos en oración y reunirnos en la fe a pesar de nuestras diferencias, eso refleja la unidad que tenemos todos como hijos de Dios y como los valores son universales, el como el valor de la familia, sobre todo la familia unida es fundamental y es lo que estamos tratando de reconocer en esta Vigilia de oración, para pedirle al gobierno de los Estados Unidos que proteja y cuide esos valores que unen a las familias a través de una reforma migratoria integral".

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