Los seminaristas regresan a sus estudios en los seminarios en preparación para sus futuras ordenaciones

Friday, Sep. 04, 2015
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Algunos de los 9 seminaristas de la Diócesis Católica de Salt Lake City junto al Padre Javier Virgen. Los seminaristas se encuentran estudiando y preparándose en su camino al sacerdocio en en tres diferentes seminarios: Mount Angel en Oregon; Saint Patrick's en Menlo, California y en el Colegio Pontifício de Roma en Roma.

Traducido por: Laura Vallejo
SALT LAKE CITY — El 24 de Agosto, cuatro nuevos seminaristas ingresaron al seminario Mount Angel en St. Benedict, Oregon, comenzando así su camino; mientras tanto cuatro seminaristas más regresaron a sus seminarios para continuar con sus estudios para ser sacerdotes por la Diócesis de Salt Lake City.
“Estos seminaristas locales e internacionales significan mucho para la revitalización y para el futuro de nuestra Iglesia en Utah”, dijo el diácono Ricardo Arias, director de la Oficina de Vocaciones.
“Es una gran bendición de Dios contar con 10 seminaristas inscritos en el programa de formación para el sacerdocio.”
El diácono Arias dijo que el año pasado, antes de ser designado como Arzobispo de Santa Fe, El Reverendísimo John C. Wester invito a todos los fieles en Utah a “orar intensamente: por las vocaciones al sacerdocio y a la vida religiosa a lo largo de las Cuarenta Horas de Devoción para las Vocaciones, durante las cuales cada parroquia de la diócesis sostuvo una semana de Adoración Eucarística con esta intención. “Es una respuesta a Jesús’ invitando a los discípulos: “La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen pues al dueño de la cosecha que envíe trabajadores a recoger su cosecha” (Mateo 9:37-38)
Uno de los seminaristas diocesanos, el diácono Jorge Martínez Gómez, espera ser ordenado al sacerdocio el próximo año. Se encuentra terminando su cuarto año de teología en el seminario St. Patricks en Mnelo, California. Fue ordenado al diaconado en el mes de junio por el Arzobispo Wester, en Misantla, Veracruz en México, su ciudad natal.
Durante el verano el diácono Martínez  sirvió en la parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe en Salt Lake City en donde “tuve la oportunidad de celebrar varios bautismos y quinceañeras. Disfruto mucho ser un diácono – estoy muy contento con mi ministerio”.
La anticipación de su ordenación al sacerdocio es algo que el diacono Martínez compara con una boda. “Estoy muy nervioso y contento; este es un gran paso en mi vida y una gran responsabilidad pues seguiré los pasos de Jesús al ser como en la tierra – eso me entusiasma mucho”, dijo el diácono.
Dos seminaristas están programados para ser ordenados al diaconado el próximo año en el mes de junio. Stephen Tilley y Alejandro Camberos los cuales se encuentran cursando su tercer año de teología en el Colegio Pontificio de Norteamérica en Roma en donde también están trabajando para obtener sus títulos en Teología Sacra.
“El Cardinal Dolan dijo alguna vez que la formación de un seminarista es como una olla de presión, no como un microondas”, dijo Tilley. “Yo me he dado cuenta que esto es muy cierto. El crecimiento espiritual en el seminario y a lo largo de nuestras vidas, es como un rio pasando por un cañón; poco a poco aprendemos a confiar totalmente en Dios, aún en las cosas que no teníamos ni idea de que existían. Sé que mi paciencia ha crecido y ahora soy mucho más paciente en todo. El amor de Dios y su gracia es suficiente para cualquier necesidad”.
Camberos se prepara con alegría para su ordenación al diaconado transitorio el año que viene. “El estar en él seminario ha cambiado mi vida espiritual en muchas formas. Entre más estudio sobre Dios y religión. As me doy cuenta de que sabía muy poco. Ahora puedo decir que estoy más cerca de Dios a pesar de los muchos retos espirituales que se han presentado durante nuestra formación”.
Entre los seminaristas en el seminario de Mount Angel en Oregón se encuentra Tristón Dillon, quien se encuentra cursando su tercer año de filosofía. El disfruta mucho el ver desde la colina a los monjes caminando en el Convento Benedictino, “ellos oran por nosotros”, dijo Dillon. “En cada edificio, hay una capilla en donde el Santísimo está expuesto… Trato de hacer lo mejor en cada una de ellas. Cada persona también tiene un director espiritual en el cual podemos buscar ayuda o consejos”.
Dillon está muy contento pues este año tendrá el papel de mentor para los nuevos seminaristas. “Tengo un buen entendimiento de lo que debo de hacer y de como disfrutarlo. Los sacerdotes son personas felices; he escuchado que a veces las personas piensan que el ser sacerdote debe de ser algo miserable, pues están tan solos, pero creo que si los sacerdotes pueden hacerlo, yo puedo hacerlo”.
Sergio Chávez se encuentra terminando  algunos de los requisitos de la filosofía así como mejorando su inglés en el seminario de Mount Angel, un lugar en el que nunca se imaginó poder estar. Después de haberse graduado de la preparatoria, Chávez trató de ingresar al seminario de la ciudad de México, pero una confusión de documentos causó que la fecha de ingreso pasara. Fue entonces que decidió realizar un viaje a los Estados Unidos con su tío. De camino pasaron por Utah y se detuvieron en la parroquia de Saint Bridget en Milford en donde conoció al Padre Hernando Díaz, quien animó a Chávez a solicitar ser seminarista para la Diócesis de Salt Lake City.
“Pensé que eso nunca sucedería”, dijo Chávez, agregando que “a veces pensamos que queremos algo, pero Dios siempre nos está guiando”.
Después de meses de mucho papeleo, Chávez estudió filosofía en la ciudad de México, inglés en la Universidad de Utah y se convirtió en seminarista diocesano. En su camino, su fe se ha fortificado.
Chávez dijo que el seminario le ha dado herramientas para trabajar en varias áreas. “Lo que ha cambiado mi vida espiritual han sido las personas con las que he tenido la oportunidad de trabajar en las diferentes parroquias. Su amor por la Eucaristía, su oración, María su fuente de amor, es contagiosa; son ejemplos extraordinarios para nosotros los seminaristas”.
Cuatro nuevos seminaristas han comenzado su camino al sacerdocio en el seminario Mount Angel. Todos dijeron que desde pequeños han estado interesados en la vida de seminaristas.
Anthony Shumway de la parroquia de Saint Martin de Porres en Taylorsville nació y creció en Murray, siempre Católico; después de la universidad decidió seguir el camino al sacerdocio.
“Le faltaba algo a mi vida. Regresé a Utah hace unos años y comencé a orar. A través de la oración fue que se volvió claro que Dios quería que fuera sacerdote,” dijo Shumway.
Ahora él busca poder aprender más acerca de su fe, acerca de la Iglesia, y poder crecer en quien él es y en quien será, sirviendo mejor al Señor y a sus hermanos seminaristas.
Romnel Tan, está muy entusiasmado de poder iniciar un nuevo capítulo con su vida en el seminario. “Mi mamá se acuerda de mí cuando a los 4 años yo le decía que quería ser sacerdote y siempre decía ‘si Dios así lo quiere así será’”, dijo Tan, quien es miembro de la parroquia de San Pedro y San Pablo en West Valley City.
Uno de los deseos de Tan es orar la Liturgia de las Horas en comunidad; “experimentar la oración en la tradición monástica de la oración en comunidad. No estaría hoy aquí si no fuera por nuestra Santa Madre; tengo mucho que agradecerle por ser mí guía”.
 También ingresando al seminario se encuentra Giancarlo Gazani, quien el 17 de junio obtuvo su ciudadanía; él es originario de Lima en Perú y siempre ha sido un Católico devoto.
Gazani dijo haber sido influenciado al sacerdocio por un sacerdote Vicentino, el Padre Emiliano Rodrigo Conde, quien fue su maestro de primaria y secundaria, quien también fue el profesor de religión de su papá. “Gracias a él la idea de ser sacerdote comenzó a crecer en mí y se ha hecho realidad al comenzar mis estudios como seminarista”, dijo Gazani.
A los 6 años comenzó a servir como monaguillo “y eso fue una de las otras influencias en mi camino al sacerdocio”, dijo Gazani. “Estoy listo para descubrir lo que Dios tiene planeado para mí. Muchas personas me han dicho ‘no es fácil, pero vale la pena’. Yo confío, estoy abierto para escuchar la voz de Dios y tengo la disposición de hacer lo que sea que Él quiere de mi vida. Después de muchas dificultades y obstáculos finalmente puedo ver la meta, y haré lo mejor para alcanzarla”.
Andre Sicard nació en Bogotá, Colombia para después a los 2 años de edad mudarse a Sandy, en donde comenzó a asistir a la Iglesia de Santa Teresita del Niño Jesús. Más adelante fungió como servidor y dijo que siempre le ha gustado mucho ir a Misa.
“Me involucré con la vida litúrgica de mi parroquia cuando empezé como cantor y pianista; he ayudado muy de cerca con las celebraciones del Tridium y Santa Teresita es como mi segundo hogar.
“Mi familia también ha influenciado  en mi vocación. Una vocación crece del amor, la oración, el apoyo y la fe; crecer con mi familia y mi iglesia me ha enseñado lo que es estar lleno de amor por Dios y por la Iglesia,” dijo Sicard.
Cuando comenzó la preparatoria, su antiguo párroco el Padre Martin Díaz, quien ahora es el párroco de la Catedral de la Magdalena, lo animó a discernir el sacerdocio; también estuvo en contacto con el diácono Arias. Este año Sicard se graduó de la preparatoria. Leyendo una reflexión titulada en inglés “Born to Be Bold” sintió que el Espíritu Santo lo guiaba hacia el seminario.
“Espero con alegría poder aprender más de la gran tradición de la fe y poder ser parte de una comunidad de compañeros que trabajan orando, discerniendo y profundizando nuestra vocación”, dijo Sicard.
Luis Uriel De Dios Hernández, quien en México terminó tres años de filosofía y quien está estudiando inglés en la Universidad de Utah, quiere aprender el idioma muy rápido pues quiere regresar al seminario para estudiar Teología. Vive en la parroquia de Saint Ambrose en donde ha podido practicar el inglés con los feligreses.
Originario de Torre en Veracruz México ingresó al seminario a los 14 años de edad. Siempre ha estado muy cercano a Cristo; cuando la oportunidad comenzó a observar como las personas se acercaban e interactuaban con los sacerdotes y como estaban agradecidos y confiaban en ellos. “Todo me sirvió para confirmar mi vocación”.

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