Mensaje Navideņo del Obispo Wester

Friday, Dec. 19, 2014
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By The Most Rev. John C. Wester
Bishop of Salt Lake City

La Navidad es el tiempo para reflexionar sobre el misterio de la encarnación. Esta es una gran festividad para la Iglesia cuando agradecemos y reconocemos el amor que Dios nos tiene, un amor tan grande que nos envió a su único hijo. En la Navidad celebramos no solo el amor del Padre sino el amor de Jesús mismo, quien se convirtió en uno de nosotros. 
Como San Pablo lo dice tan elocuentemente en su Carta a los Filipenses: Jesús “Él siendo en forma de Dios... se hizo semejante a los hombres,... se humilló a sí mismo... hasta la muerte, y muerte de cruz...”
Cuando algunos de los Padres de la Iglesia meditaron sobre la encarnación, se enfocaron en el hecho del ‘logos’ la segunda persona de la Sagrada Trinidad, por quien todo lo es, haciéndose un pequeño e indefenso bebé para nuestra salvación. La segunda persona de la Trinidad, cuyas manos crearon todas las estrellas en su inmensidad, como un pequeño bebé que apenas podía tomar un pedazo del pesebre.  La Palabra de Dios se hizo un infante – sin palabras, callado – en la persona del bebé Jesús.
Conforme reflexionamos sobre este gran Misterio y sobre el inconmensurable amor que Dios nos tiene, lo que mostro al darnos a su único hijo, esta Navidad nos debemos de animar a responder siendo la voz y las manos del bebé Jesús en el mundo de hoy.
Conforme nos reunimos alrededor de la mesa Eucarística en la Misa de Navidad, o rodeados de nuestras familias en la cena de Navidad, nutrimos nuestras almas y cuerpos para que respondamos de la manera que Dios nos ha pedido que lo hagamos. A través de palabras y sacramentos, a través del amor familiar y el apoyo, estamos llamados a ser la voz y las manos de Cristo.
Me gusta mirar como si a través de Cristo nos convirtiéramos en pesebres vivientes. En la Navidad conforme oramos enfrente del nacimiento en el cual se encuentra Cristo, no podemos más que notar que la madera en el pesebre está conectada a la madera de la cruz. De hecho, la Eucaristía, la cual sacramentalmente hace presente el sacrificio de Cristo en la cruz, es verdaderamente un pesebre viviente del amor que Dios nos tiene, haciéndose uno con nosotros para después morir por nosotros para que podamos llegar a tener la vida eterna. 
Es también en la Eucaristía en donde Cristo vivo nos da la gracia para convertirnos en su cuerpo, su presencia en el mundo.
¿Cómo es que le damos voz a la Palabra de Dios?, ¿Cuáles palabras utilizamos para comunicar la presencia del bebe Jesús en nuestro mundo?, Tal vez es el perdón aun familia, una palabra de ánimo para un compañero de trabajo, una palabra de paz a un desconocido, una palabra de animo a un feligrés que está deprimido o enfermo, o una palabra de vida a quienes aún no han nacido.
Conforme contemplamos al recién nacido Cristo en el pesebre, contemplamos el gran misterio de la Navidad. Participamos en el gran milagro cuando permitimos que la Liturgia Navideña nos de la voz, para que tal vez seamos la voz de Dios en el roto mundo de hoy – una palabra de paz, de nueva vida de alegría.
Les deseo una Navidad llena de bendiciones, llena de paz y un año nuevo en el que las gracias de Cristo sean conferidas a  esta Iglesia local conforme nos reunimos para celebrar la Navidad del 2014.

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