Sacerdotes locales alegres ante aprobación para la beatificación del Arzobispo Romero

Friday, Feb. 20, 2015
Sacerdotes  locales alegres ante aprobación para la beatificación del Arzobispo Romero + Enlarge
Personas admiran una pintura de Mons. Romero en la catedral en El Salvador. (CNS/Reuters)
By Laura Vallejo
Intermountain Catholic

SALT LAKE CITY  — Cristiandad, humanidad, testimonio, lucha. Hombre de Dios, predicador, Hombre de Fe, y muchas otras más características hacen que el Arzobispo Salvadoreño Oscar Arnulfo Romero y Galdámez sea inolvidable.
El  3 de febrero el Papa Francisco aprobó la promulgación del decreto de la Congregación para las Causas de los Santos en el que declaró a Óscar Romero mártir de la Iglesia. 
El pontífice firmó el decreto que en enero pasado calificó a Romero como mártir in odium fidei (en odio a la fe).  El júbilo de la noticia no se hizo esperar en San Salvador, donde ya se le dice San Romero de América. En Utah la noticia también fue recibida con mucha alegría y con un sentido de honra para los salvadoreños y para la comunidad en general.
“Cuando Monseñor Romero fue asesinado yo tenía 13 años”, recordó el Padre José A. Barrera, Vicario Parroquial de la Catedral de la Magdalena.
“Por esos años, vivíamos en El Salvador una situación bien confusa, acerca de la seguridad personal. Con frecuencia los adolescentes eran reclutados para prepararlos a la guerra, por cualquiera de los dos bandos en conflicto. Debido a eso, desde Enero 1980, ya no asistí a clases. Los próximos 4 años tampoco estudié, hasta que entré al Seminario el 5 de Febrero , de 1984,” dijo el Padre Barrera
El Padre Barrera recuerda que la trágica noticia de ese día Lunes 24 de Marzo 1980, fue muy triste y desconsoladora “ya que todos los chicos del pueblo teníamos miedo de salir de casa”. 
“Monseñor Romero dio grandes esperanzas y protección en la defensa de derechos humanos, a buena parte de la población. Él hablaba en defensa de los que no eran escuchados. Para otra parte de la población, su muerte solo trajo más desesperanza, de que la guerra nunca terminaría”, dijo el Padre Barrera.
Después de haber sido nombrado Arzobispo de San Salvador Romero hablaba muy enérgicamente y públicamente defendiendo a los más pobres y oprimidos.
“Estremeció los pilares de una iglesia un poco apagada en mi país”, dijo el Padre Barrera. “Su martirio despertó el interés por servir a los más sufridos, que no tenían ninguna culpa de las causas que originaron la guerra civil. El conflicto en general, despertó en muchas familias un mayor interés por la oración y la confianza en el Señor. Solo Dios podía ayudarnos y protegernos en tan dura realidad”. 
El Padre agregó que el Arzobispo Romero también despertó el deseo en muchos jóvenes por caminar el camino de Cristo.
“El miedo y la cobardía, se cambió en valentía, tras su ejemplo de entrega. Nos sorprendía al escucharlo, que no tenía miedo a morir por el Evangelio”, dijo el Padre Barrera.
El Padre Marco Tulio López, párroco de Saint Andrew, también es de El Salvador.
El Padre López dijo que para muchas personas la figura de Monseñor Romero  fue un hombre muy dedicado, con mucho sentido de responsabilidad y conciencia social.
“Del Arzobispo Romero se habla mucho en cuanto figura social, pero la gran mayoría desconocen por ejemplo su espiritualidad: según testimonios era un hombre de mucha oración, dirección espiritual, confesión frecuente; y esto fortalecía su cristianismo: Su caridad y solidaridad con los pobres no fueron meros actos de asistencia social, sino una expresión de su amor a Dios y a las persona”, dijo el Padre López.
Agregando que para él Monseñor Romero fue un hombre que comprendió la importancia de ser cristianos auténticos de cara a Dios, y no tanto para ser admirado por los demás. “En su faceta de cristiano, podemos decir que él fue “luz y sal de la tierra”; o lo que decían de los primeros cristianos: “lo que es el alma para el cuerpo” eso fue Monseñor Romero para El Salvador, no sólo para la Iglesia, sino para toda la sociedad”.
“No fue un sacerdote-empleado, un Obispo inaccesible al pueblo humilde, mucho menos indiferente a la realidad social, moral, económica, política de ninguna persona que necesitara su ayuda. No era un hombre que buscase protagonismo de ninguna clase; sin embargo, fue incomprendido por el mismo Episcopado salvadoreño de ese tiempo; y sólo hasta hace poco se ha podido hablar libremente en algunas diócesis de El Salvador sobre su persona”, dijo el Padre López, agregando que en Monseñor Romero  se cumple lo que dijo Jesús: ‘Un profeta sólo en su patria carece de prestigio’. “Para las personas sencillas y para muchos otros ciudadanos en El Salvador, Monseñor Romero, siempre fue lo que es: Santo”
El Arzobispo Romero un día antes de su muerte, hizo un enérgico llamamiento al ejército salvadoreño:
‘Yo quisiera hacer un llamamiento, de manera especial, a los hombres del ejército. Y en concreto a las bases de la Guardia Nacional, de la policía, de los cuarteles... Hermanos, son de nuestro mismo pueblo. Matan a sus mismos hermanos campesinos. Y ante una orden de matar que dé un hombre, debe prevalecer la ley de Dios que dice: “No matar”. Ningún soldado está obligado a obedecer una orden contra la Ley de Dios. Una ley inmoral, nadie tiene que cumplirla. Ya es tiempo de que recuperen su conciencia, y que obedezcan antes a su conciencia que a la orden del pecado. La Iglesia, defensora de los derechos de Dios, de la Ley de Dios, de la dignidad humana, de la persona, no puede quedarse callada ante tanta abominación. Queremos que el gobierno tome en serio que de nada sirven las reformas si van teñidas con tanta sangre. En nombre de Dios y en nombre de este sufrido pueblo, cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos, les suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios: Cese la represión’… 
Un día después cuando oficiaba monseñor Romero celebrara Misa en la capilla del hospital de La Divina Providencia en la colonia Miramonte de San Salvado, un disparo hecho por un francotirador impactó en su corazón, momentos antes de la Sagrada Consagración.
Mientras que la Iglesia Católica generalmente requiere de un milagro sea atribuido a la persona antes de considerar su beatificación, un decreto oficial de  la Congregación para las Causas de los Santos remueve ese requisito. 
La noticia llenó de alegría al Padre Barrera quien dijo que “eso viene a confirmar en mí, que nuestros temores como familia, nuestra confianza en Dios y la decisión de seguir a Cristo más de cerca en el sacerdocio, fueron un legítimo llamado de Dios en medio de la tormenta del desierto de la guerra civil. Yo sé que Dios respondió a nuestras oraciones y estuvimos siempre bajo su  amorosa protección”, dijo el Padre Barrera.

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