Si tuviera que vivir en un basurero, ¿no se iría de allí?

Friday, Jul. 05, 2013
Si tuviera que vivir en un basurero, ¿no se iría de allí? + Enlarge
Más de 100 personas viven en el basurero en Nogales, Sonora, México. Foto de cortesía/CRS
By Jean Hill
Director, Diocese of Salt Lake City Office of Life, Justice and Peace

La semana pasada el Senado aprobó la propuesta para la reforma migratoria que de ser aprobada en la Cámara del Congreso le dará el camino a la ciudadanía amas de 11 millones de migrantes indocumentados que viven y trabajan en los Estados unidos. Antes de que esto sea posible también la cámara de Representantes la debe aprobar. Conforme la propuesta se hace camino en el proceso, se sigue ignorando una pregunta básica: ¿por qué las personas arriesgan los ser a-rrestados, detenidos y deportados al cruzar la frontera México Americana?

Conforme en el Senado se daban debates políticos, tuve la oportunidad de via-jar con Catholic Relief Services a Nogales México. El lunes visité una maquiladora y un basurero, dos de las opciones de empleos para los residentes de Nogales.

El basurero no es solo un lugar de trabajo sino hogar para más de 10 personas que viven en albergues hechos de la basura que les rodea. Es un vecindario en donde hombres, mujeres, niños, y abuelas tienen el mismo trabajo buscar materiales para venta en la basura. No hay turnos, bene-ficios, ni salario mínimo. No hay electricidad ni agua potable, no hay una tienda o una escuela cercanas, no hay tuberías. Solo hay polvo, suciedad y toxinas.

Mientras estuve allí, a través de un intérprete platiqué con José, un hombre de treinta años de edad quien vive y trabaja en este "vecindario" desde que tenía cuatro años. Su madre Doña Petra de 76 años de edad ha estado en ese lugar desde que tenía 15 años. José comparte su casa hecha de cartón con su esposa y tres hijos de 9, 7 y 4 años de edad. Al vernos Doña Petra nos invitó a su cocina un lugar en la tierra en donde puede hacer una fogata en donde puso una reja para barbacoa desechada por alguien más.

Mientras tanto, unas cuantas millas a lo lejos, los Estados Unidos se encuentra finalizando lo que parece un túnel de Ganado para humanos. Este es túnel para deportados. Cuando esté terminado, los autobuses de los centros de detención dejarán a los hombres y mujeres en el túnel que los lleva a un ‘camino de vergüenza’ a través del tubo de metal bajo el sol de Nogales, a un Segundo túnel del lado de México. El tubo está totalmente enrejado, pero los deportados pueden ver por uno de los lados. De ese mismo lado un camino corre en donde los turistas pueden ver a los deportados, asfixiándose mientras se cocinan en el tubo de metal.

Antes de visitar el basurero, mi grupo se detuvo en la Maquiladora – una fábrica de los Estados Unidos construida en Nogales aprovechándose del tratado del libre comercio. La fábrica que visitamos, en el mes de marzo había cerrado sus puertas sin avisar a sus 134 empleados. Los trabajadores salieron de su trabajo un fin de semana para encontrarse con una fábrica bajo candado y sin trabajo cuando regresaron el lunes. Se les debe salaries y beneficios, pero hasta ahora no han podido comprobar lo que el empleador Americano les pide para reconocer sus derechos. Una mujer de 54 años de edad continúa una vigilia en la maquiladora. No ha podido encontrar otro empleo, así es que espera que alguien en la compañía le cumpla las obligaciones contractuales a los trabajadores.

Al siguiente día nos reunimos con unos deportados. Entre ellos tres mujeres que habían vivido en los Estados Unidos por más de 10 años. Las tres habían sido deportadas sin tener la oportunidad de despedirse de sus hijos.

Me reuní con una mujer en una de las cocinas. Esta es la primer parada para muchos de los deportados a su llegada a México.

Pocos de ellos son de Nogales, pero no tienen dinero para regresar a sus lugares de origen, y frecuentemente sus hogares son lugares de extrema pobreza dominados por la violencia de las pandillas. La mujer que conocí, la cual no cargaba más que unas ropas sobre su espalda, primero me ofreció parte de su comida inclusive antes de saber quién era yo o lo que estaba haciendo allí.

Todas estas mujeres cruzaron el desierto en la búsqueda de una mejor vida para sus hijos. Cecilia, una de ellas, cruzó el desierto por ocho días solo para ser abandonada por la patrulla fronteriza cuando se lastimó un tobillo.

Estas mujeres comparten historias increíbles de dolor en un país en donde fueron utilizadas para trabajar por una mano de obra muy barata, para entonces ser rechazadas.

Conforme conocía a cada una de las personas durante este viaje, tuve que preguntarme, ¿no son estos los seres humanos que queremos en nuestro país?, personas que sin importar las circunstancias, se preocupan siempre por los demás, individuos que caminarán por un desierto durante ocho días en búsqueda de una mejor vida para sus familias, o ¿es que queremos una nación que envía a seres desesperados pobres de regreso a vidas de pobreza extrema y en el proceso los trata como si fueran Ganado?.

Después de una semana de inmersión en la frontera Mexicana, estoy segura de una cosa: mientras que las familias no tengan otra opción que trabajar y vivir en un basurero, mientras que las compañías de los Estados Unidos sigan empobreciendo a una nación que se encuentra batallando, ninguna cantidad de murallas o tubos para Ganado harán que nuestras fronteras sean seguras.

For questions, comments or to report inaccuracies on the website, please CLICK HERE.
© Copyright 2024 The Diocese of Salt Lake City. All rights reserved.