Sigamos adelante con la legislación migratoria

Friday, Apr. 26, 2013
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By The Most Rev. John C. Wester
Bishop of Salt Lake City

La propuesta de ley migratoria fue introducida al senado de los Estados Unidos en 17 de abril para comenzar las pláticas, durante muchos años ha estado detenida a nivel federal.

Todos concordamos en que nuestro sistema migratorio está roto. Debido a ello, niños han sido separados de sus padres, trabajadores han sido abusados, y particularmente mujeres y niños enfrentan el terror del tráfico humano.

Me uno a mis hermanos de la Confe-rencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos y a muchos otros que a lo largo del país elogiando a los senadores que pusieron el tema delante de la legislación, oro para que los miembros del Congreso trabajen juntos, de buena fe, para dar la solución humana a este problema.

También oro pata que los trágicos recientes eventos en Boston no vayan a ser explotados en un intento por desbaratar el esfuerzo para componer el sistema.

Conforme escribo esto, dos hermanos son acusados de poner bombas que mataron a tres personas e hirieron a 180 más, Los reportes iniciales sugieren que los hermanos inmigraron a los Estados Unidos cuando eran niños.

Algunas personas están utilizando esto como una excusa para demorar, otra vez, el problema de una reforma migratoria comprensiva.

Esto sería un terrible error. Actos de violencia masiva y la reforma migratoria son dos problemas muy diferentes Timothy McVeigh y Terry Nichols, quienes son responsables de las bombas de 1995 en el edificio federal Alfred p. Murrah en Oklahoma City en el cual murieron 168 personas y cerca de 700 fueron heridas, eran ciudadanos americanos.

También James Holmes quien fue acusado de matar a 12 personas y herir a 58 más en el mes de julio pasado en el cine en Aurora, Colorado.

Ninguno de estos actos desató discusiones acerca de los atributos terroristas a personas de los lugares de origen de los perpetradores. Asumir que todos los inmigrantes están en complot en contra de su país de adopción sería un nivel muy alto de paranoia y prejuicios.

Contamos con pruebas sólidas de que la vasta mayoría de las personas indocumentadas que viven en los Estados Unidos no quieren nada más que seguir las leyes y crear mejores vidas para sus familias y para ellos mismos.

Estas son las personas que cortan nuestros céspedes, limpian nuestras casas y nos sirven en los restaurantes, pero frecuentemente son abusadas y engañadas por ciudadanos quienes los amenazan con la deportación.

Debemos de ayudar a estas personas, para que no sigan siendo victimizadas debido a nuestro roto sistema migratorio.

Desde el 2003, cuando la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos publicó nuestra carta pastoral "Ya No Somos Extranjeros: Nuestro Camino de la Esperanza Continúa,", abogamos por un número de reformas migratorias, inclu-yendo pero no limitando a que el camino a la ciudadanía es lograble para los indo-cumentados, basando esto en un periodo razonable de tiempo e incluyendo a un número límite de personas; las protecciones y revalorizaciones de un sistema migratorio para la familia – basado en la unión de un esposa y una esposa y sus hijos – incluyendo la reducción de trabajos pendientes y la reducción de los tiempos de espera; y un programa que permita a los trabajadores migrantes ingresar y trabajar en los Estados Unidos legalmente y con seguridad.

Es así como mis hermanos obispos y yo dimos la bienvenida a la introducción de esta nueva legislación migratoria.

Muchos de sus componentes primordiales parecen abordar nuestras preocupaciones :un camino de 13 años para la ciudadanía, una extensión permanente para el programa de trabajadores religiosos, un nuevo programa de trabajo para que las personas capacitadas puedan ingresar legalmente y trabajar y un nuevo programa para los trabajadores del campo.

Sin embargo, estamos examinando cuidadosamente los detalles de la propuesta, y puede que tengamos algunas sugerencias para mejorarlo.

Queremos seguir trabajando junto a los legisladores para reformar el sistema para que las familias de inmigrantes puedan permanecer unidas, los trabajadores migrantes no sean abusados o explotados y los seres humanos no pierdan sus vidas en el desierto.

Nuestra meta es crear un nuevo sistema migratorio que tenga un balance en las reglas de ley y que respete los derechos humanos básicos y la dignidad de las personas y la unidad de las familias.

Desde sus comienzos, nuestra Iglesia ha seguido las instrucciones de Dios de dar la bienvenida al extranjero.

Aquí en los Estados Unidos tenemos la oportunidad ahora, a cada momento, de extender neustra mano amiga a aquellos que continuamente ayudan a construir nuestro maravilloso país, el cual ha sido un país de inmigrantes desde su fundación, dando la bienvenida en las costas a personas como San Frances Cabrini, Henry Kissinger y a Yo-Yo Ma.

Muchas de las esas personas que se beneficiarán de una reforma migratoria legislativa asisten a parroquias católicas y están siendo servidos por las escuelas católicas y las agencias de servicios sociales del país.

Estos son nuestros vecinos, nuestros amigos, las familias que se sientan a nues-tro lado en la iglesia los domingos.

Ahora es el tiempo de ofrecerles la bienvenida que merecen y el hogar permanente que han buscado y por el que han trabajado durante muchos años.

Por favor únanse conmigo urgiendo a los legisladores federales para que aprueben solo, una legislación humana que proteja nuestras fronteras pero que o-frezca hospitalidad para el extranjero en medio de nuestro país.

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