Stephen Tilley

Friday, Jan. 11, 2013
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Recuerdo cuando por primera vez comencé a discernir acerca del sacerdocio. En ese entonces estaba trabajando en un hospicio. A pesar de que había encontrado la felicidad sirviendo a otros, no me sentía lleno. Sabía que Dios me estaba llamando a darme completamente a Cristo, pero estaba lleno de dudas y de miedo. Un sentido muy fuerte de no valer me invadió totalmente. ¿Cómo es que se me llamaba a dar todo por Cristo?, ¿Qué Dios no sabe lo débil y pecaminoso que soy?

Durante la época de mi discernimiento, el Papa Juan Pablo II falleció. Antes de su muerte, Nunca me había dado cuenta el impacto tan profundo que él tuvo en mi vida. Él fue un ejemplo de servicio sin egoísmos lo cual me inspire. Aún más importante su mensaje "No tengas miedo", le habló directamente a mi Corazón. A través de este mensaje encontré el coraje para responder el llamado de Cristo a pesar de mis miedos.

Sabía que Cristo me llamaba, para llevar la cruz a diario y seguirlo (Lucas 9:23). Respondiendo al llamado de Dios en mi vida la vigilia de Pascua del 2006 recibí los sacramentos de Eucaristía y Confirmación. Ingresé al seminario en el otoño del 2009.

En el seminario, me he dado cuenta de que mi vocación es simplemente una respuesta al amor y gracia de Dios. Este llamado es compartido por todos los creyentes. El sacrificio de amor de Jesucristo es la base de nuestra relación con Dios y con los otros. Debemos reconocer la imagen de Dios en todos nuestros vecinos, y debemos responder con el mismo amor que Cristo nos ha dado. Este es un llamado exigente, pero ‘no debemos temer’ ya que la gracia de Cristo nos fortalecerá.

Stephen M. Tilley estudia College IV en el seminario Mount Angel en St. Benedict, Oregón.

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