"Todos somos Hermanos y Hermanas, también los Asiáticos" Un llamado de oración y acción para el fin a la violencia y al racismo

Friday, Mar. 26, 2021
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Reverendísimo Oscar A. Solis, Obispo de Salt Lake City
By The Most Rev. Oscar A. Solis
Bishop of Salt Lake City

Las muertes sin sentido ocu-rridas en Atlanta, y el alza de los incidentes violentos raciales así como los sentimientos de odio en todo el país en contra de nuestros hermanos y hermanas Asiático Americanos y de las Islas del Pacifico, una vez más pone atención al tema del ra-cismo.

No fue hace mucho cuando la conciencia de nuestra nación fue despertada por una serie de asesinatos de vidas inocentes. Fuimos testigos del odio y vimos llorar a miles de personas de varios sectores de la sociedad en todo el país quienes salieron a las calles en protesta por los aberrantes incidentes de discriminación racial y actos condenables de injusticia hacia personas de color y hacia miembros de nuestra marginalizada población minoritaria.

Resulta muy desalentador ver como las personas fácilmente olvidan las vidas desperdiciadas de tantas víctimas, la pena de sus seres queridos y la perturbación y dolor que nuestras comunidades han sufrido. Y aquí estamos una vez más.

Ahora, la violencia y fanatismo una vez más ocupan las noticias y la atención de la nación. Existen reportes de crecientes asaltos verbales y físicos, de acosos y perfiles raciales contra las personas Asiático Americanos y de herencia de las Islas del Pacifico. Ser una minoría en nuestro país ya ha sido un gran reto para ellos. Esto se ha complicado con un gran declive de la clientela en negocios de, u operados, por las comunidades Asiáticas inclusive antes de la pandemia. Los recientes incidentes racistas agravan el dolor, temor y ansiedad en sus vidas.

La Iglesia Católica fuertemente condena el racismo y renuncia a la discriminación racial, a las categorizaciones o presunciones. Les pido a todos los colegas Cristianos y a todo el Pueblo de Dios de buena voluntad que ayuden a parar estos ataques y actitudes discriminatorias hacia los demás, ya que esto va en contra de las enseñanzas de Cristo y de los valores morales humanos. La violencia y discriminación no tiene lugar en América, ni en nuestra sociedad ni en nuestro mundo. Debemos mantener y luchar por los ideales de esta gran nación, fortaleciendo nuestros lazos de hermandad como hermanos y hermanas, y reconociendo que cada uno hemos sido creados a imágen de Dios con los mismos derechos y la misma dignidad

Todavía hay esperanza. Compartimos la visión común de paz y solidaridad como una humanidad global. La pandemia subrayó nuestra bondad humana en los sacrificios y el altruismo de los trabajadores de primer línea, los trabajadores médicos y de cuidados de la salud, y en los trabajadores esenciales. Esta puede ser nuestra fortaleza- elevarse sobre nuestro predicamento y salir de este como una nación fortalecida y renovada, Americanos unidos que dan valor a toda y cada una de las vidas humanas a pesar de las razas, creencias, géneros, estatus de vida u orientación sexual.

Mientras seguimos en oración ferviente por el don de la pandemia, unámos nuestros corazones y manos para promover y mantener la paz, y animemos la gratitud, respeto y entendimiento de cada uno de nuestras herencias culturales. Sean faros de luz y embajadores de esperanza para un mundo mejor. Oren a Dios buscando la ayuda más allá de nosotros para que finalmente apren-damos a vivir juntos con bondad, respeto, amor y paz el uno con el otro.

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