Únase al Obispo Wester ayunando por las familias

Friday, Dec. 06, 2013
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By The Most Rev. John C. Wester
Bishop of Salt Lake City

La iglesia Católica durante mucho tiempo ha advocado por una reforma migratoria compasiva y seguimos haciéndolo. Como parte de nuestros esfuerzos, pido a los católicos en Utah que se unan a mi en solidaridad con los líderes de la reforma migratoria en el; "Ayuno por las familias (Fast for familias)", que se realiza en Washington D.C.

El 14 de noviembre, dos días antes de que comenzara el evento, me detuve y platiqué con algunas personas que iban a ayunar. El ayuno seguirá día y noche en el Mall nacional de D.C. hasta que se apruebe la reforma migratoria. Personalmente, yo me uniré al ayuno en Utah a partir del 6 de diciembre cada viernes de Adviento. Espero que ustedes hagan lo mismo.

El ayuno puede ser saltarse una comida o solo comer una simple comida principal y dos pequeñas durante el día. Además ustedes pueden considerar un día saltarse el almuerzo usando ese tiempo para contactar a sus senadores y representantes mostrándoles su apoyo por la reforma migratoria.

El ayuno es un recordatorio de nuestra hambre de Dios. Es una oportunidad de comprometernos en tres actos de fe – no sólo el ayunar sino el orar y el dar limosna, utilizando el tiempo para comprometernos en oración y el dinero que se ahorra de las comidas para apoyar a la caridad.

Aquellas personas ayunando como parte del ‘Ayuno por las familias’ deben de considerar compartir los ahorros con Catholic Community Services o con otra caridad que sirva a los refugiados, inmigrantes u otras personas que hayan sido desplazadas de sus hogares.

Mientras que en el Congreso la reforma migratoria va de un lado a otro, prometiendo que actuaran pronto, para decir luego que después, y ahora todavía más después, los efectos dañinos de nuestro actual sistema migratorio siguen de pie. Mientras que siguen los debates políticos, las personas siguen

Sufriendo, como Tony, quien llegó a los Estados Unidos a los 4 años de edad para ser deportado 35 años más tare, dejando atrás a sus hijos.

Tony y millones como él, son víctimas de nuestro proceso migratorio pasado de tiempo. Durante décadas el sistema migratorio de los Estados Unidos provee de extremadamente limitadas vías legales para los trabajadores con pocas habilidades que buscan un escape de los inhumanos niveles de pobreza de sus países de origen.

Para una gran mayoría de nuestra actual fuerza laboral indocumentada no existe una ‘línea’ a la que puedan acudir para legalizar su estatus. La inmigración legal hacia los Estados Unidos solo es accesible para aquellos que cuentan con ciertas relaciones familiares, califiquen para el asilo o tienen títulos avanzados o talentos muy elevados y únicos en las artes o en los deportes. Para los trabajadores normales al año 5 mil ‘green cards’ están disponibles para cerca de 300,000 solicitantes. Los trabajadores de temporada pueden obtener visas temporales, pero estas no ofrecen un camino para un estatus permanente.

Esta situación está afectando a nuestros vecinos y a nuestra moral. Como nación hemos creado una sociedad de sombras en la que individuos y familias quienes trabajan, a menudo muy fuerte para nuestro beneficio, no cuentan con protecciones legales. Debemos terminar con este sufrimiento. Somos una gran nación; construida y esculpida pro migrantes. Y al mismo tiempo estamos siendo maltratados por un sistema migratorio que nos lleva a la degradación. Es una mancha en el alma de nuestra nación.

Cerca de 11.1 millones de individuos indocumentados viven hoy en día en nuestro país. Algunos has estado aquí por más de 10 años.

Ellos son seres humanos que frecuentemente viven en los barrios más pobres, gastan el dinero que con tanto trabajo ganan en nuestra economía y contribu-yen con los impuestos locales estatales y nacionales.

También contribuyen en nuestras comunidades con su comida y cultura y realizan servicios vitales para nuestra agricultura, servicios de hospitalidad y otras industrias.

Aun así, como nación, todavía rehusamos reconocer su existencia y darles un camino para salir de las sombras me-diante un estatus legal.

En lugar de ello, los amenazamos con una muy real posibilidad de ser apartados de sus familias y deportados a sus países en donde no han estado tal vez desde que eran niños.

Desde una perspectiva moral, no podemos aceptar los impuestos y el trabajo de los inmigrantes indocumentados y de la misma manera mantenerlos en las sombras sin derechos o protecciones de ley. No podemos hacer ambas cosas.

El Papa Francisco en su visita a la isla de Lampedusa en Italia, en donde muchos inmigrantes africanos llegaron a Europa, hablo de una cultura global de desecho en donde se devalúan las vidas de los menos afortunados y se da por hecho sus contribuciones, particular, ente en un mundo globalizado.

Esta ‘cultura de desecho’ también existe en América, mientras continuamos disfrutando los beneficios del arduo trabajo de los inmigrantes indocumentados pero estamos listos para deportarlos y cuando es conveniente usarlo como chivos expiatorios de nuestros problemas.

Ha pasado más de un cuarto de siglo desde que nuestra nación ha modernizado nuestras leyes migratorias comprensivamente. Ahora se necesitan cambios mayores.

Tanto los miembros republicanos como demócratas del congreso lo han admitido. Pero los oficiales electos continúan perdiendo el tiempo mientras que las vidas de millones dependen de esto.

El Ayuno por las Familias y otros esfuerzos que subrayan la necesidad de una reforma migratoria continúan a nivel nacional tratando de captar la atención del congreso en esta parodia.

Solo entonces, en su capacidad como los hacedores de leyes de la nación pueden ellos corregir este dilema. Les pido que se unan a mí en nuestros esfuerzos para urgir a los oficiales electos para actuar en una solución razonable para la reforma migratoria.

Traducido por Laura Vallejo

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