Viaje Espiritual con Cristo Esta Semana Santa y Pascua

Friday, Apr. 03, 2020
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By The Most Rev. Oscar A. Solis
Bishop of Salt Lake City

Nos embarcamos en nuestro viaje espiritual con Cristo esta Semana Santa y Pascua en un momento especial de gran tribulación e incertidumbres debido a la pandemia del coronavirus. Pero confiando en el amor y la misericordia de Dios, elevamos nuestros corazones en oración con profunda Fe y gratitud mientras celebramos el Misterio Pascual de Cristo - Su pasión, muerte y resurrección. Estamos entrando en los misterios más importantes de nuestra fe los cuales marcan nuestra salvación a través de Cristo. La Iglesia nos invita y desafía a centrar y unir nuestros corazones en la ofrenda desinteresada y sacrificada de Cristo para comprender el alto precio que pagó por nuestros pecados y que trajo nuestra redención y salvación.

La Semana Santa es un período de ocho días que comienza el Domingo de Ramos. Los servicios de la Iglesia están llenos de profundas reflexiones y un rico simbolismo desde la entrada triunfante de Cristo en Jerusalén antes de su inminente muerte, lo que nos lleva a la culminación de la Cuaresma, pasando a la celebración del Triduo y el comienzo de la gloriosa Temporada de Pascua.

Domingo de Ramos

La Semana Santa comienza el Domingo de Ramos o Domingo de Pasión. Las palmas se bendicen normalmente fuera o en la entrada principal de la iglesia y se usan en la procesión al comienzo de la Santa Misa para conmemorar la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén. 

Jueves Santo

El tiempo de Cuaresma termina el Jueves Santo, cuando la Iglesia comienza a celebrar el Triduo Pascual, los tres días santos en los que revivimos el Misterio Pascual de Cristo - Su sufrimiento, muerte y resurrección. Es una invitación a unirnos a Cristo, a morir a nosotros mismos para poder nacer de nuevo. Los tres días son litúrgicamente una celebración del desarrollo de la unidad del Misterio Pascual de Cristo. Estos son días especiales apartados para la oración, la reflexión y la penitencia al confesarse.Más temprano ese día, se celebra la Misa Crismal. Aquí se bendice el Santo Crisma – los óleos usados para el Bautismo, la Confirmación, para las Ordenes Sacerdotales y para la Unción de los enfermos. Durante la Misa, el clero, las mujeres y hombres de la vida religiosa y consagrada, y los laicos renuevan su compromiso sacerdotal y sus votos bautismales ante el Ordinario. Significa la fe vibrante, y la unidad y solidaridad de la comunidad reunida en torno a su obispo consciente de su compromiso, colaboración y apoyo a la misión de la Iglesia.

Por la tarde o noche, la Iglesia celebra el lavado de los pies recordándonos nuestra llamada al servicio. También recordamos la cena de Cristo cuando instituyó la Eucaristía. Ambos eventos nos recuerdan la enseñanza y el ejemplo de Jesús llamándonos a darnos en humilde amor y servicio a los demás. La Adoración Solemne del Santísimo Sacramento sigue inmediatamente después de la Misa para que los fieles puedan “venir y quedarse” en adoración con el Señor Eucarístico. Normalmente termina a medianoche.

Viernes Santo

Conmemoramos la conmemoración de la pasión y muerte de Jesús el Viernes Santo, centrándonos en el sacrificio desinteresado de Cristo, su amor incondicional por nosotros y su total obediencia y entrega a la voluntad de su Padre. Él soportó libremente el dolor y los sufrimientos y eligió morir en la cruz para el perdón de nuestros pecados y para nuestra salvación. Cristo transformó su sufrimiento y su muerte para derrotar el pecado y el mal. Por sus heridas, fuimos curados y por su muerte, ganamos la vida eterna. Es un día especial de luto silencioso y orante y el único momento del año en que no se celebra la Eucaristía.

El celebrante – obispo o sacerdote – entra solemnemente en silencio, sin la Cruz ni las velas. Se postran ante el altar en oración silenciosa. En este día el Silencio se convierte en el símbolo preeminente. Entonces el celebrante comienza inmediatamente la Oración de Apertura.  Los servicios de la iglesia consisten en la Liturgia de la Palabra (la Pasión de Cristo), la Veneración de la Cruz y la Santa Comunión. El altar está descubierto, completamente vacío,  así que el enfoque es simplemente la cruz. Después de que el Servicio termnina, los ministros se van en silencio. Es un tiempo de luto por la muerte de Cristo y de arrepentimiento por nuestros pecados.

Vigilia Pascual y Domingo de Resurrección

Los cristianos están llamados a vivir el Sábado Santo como un día de silencio, “como ese mismo día, fuera el día del silencio de Dios”, dijo el Papa Francisco el año pasado. Los cantos alegres de la Vigilia Pascual, “el Exultet y el Gran Aleluya” proclaman la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte. La Pascua comienza unas horas antes de que el reloj marque la medianoche del domingo en la Vigilia del sábado, que tradicionalmente se celebra después de la puesta del sol.

Los ritos de la Vigilia Pascual comienzan con el sacerdote y los fieles reunidos afuera de la iglesia a oscuras. Los ritos empiezan con la bendición del fuego y el encendido del Cirio Pascual llevado en procesión para simbolizar a Cristo como la Luz del mundo, seguido de la proclamación de la resurrección de Cristo con el Exultet o canto de alabanza. Nosotros también estamos llamados a ser luces para el mundo y por eso encendemos velas del Cirio Pascual. Hay lecturas adicionales del Antiguo Testamento para ayudarnos a recordar todas las cosas increíbles que el Señor hizo por nuestros antepasados en la Fe.  A través de este “recuerdo” se reviven los eventos religiosos de nuestros antepasados y nos recuerda que Dios nunca abandona a su Pueblo Santo. La bendición del agua y la profesión de nuestra fe se celebran con los Ritos de Iniciación Cristiana para dar la bienvenida a los nuevos miembros que entran en plena comunión con la Iglesia Católica.

Celebramos la resurrección de Nuestro Señor Jesucristo no como un evento del pasado, sino como el núcleo y el fundamento de nuestra Fe y alegría cristiana. La resurrección de Cristo se cele-bra en la Pascua y cada domingo del año. Es por esta razón que llamamos al domingo el “Día del Señor”. Dios nos ha bendecido con un Salvador que murió por nuestros pecados y resucitó para darnos una nueva vida. Como creyentes y seguidores de Cristo, somos gente de Pascua, llamados a vivir y proclamar el Evangelio de que Jesús ha muerto, ha resucitado y vendrá de nuevo. El Papa Francisco nos exhorta: “a llevar la alegría del Evangelio al mundo reflejando al Señor Resucitado en nosotros, viviendo vidas alegres llenas de amor y compasión, y con una actitud positiva y con visión de futuro”.

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