Traducción: Laura Vallejo
OGDEN — La Hermana Marie Rachelle, de la Orden Hijas de la Caridad quien ha servido como directora de los programas después de la escuela de la organización Give Me A Chance en Ogden, tenía 30 años de edad cuando discernió su llamado a la vida religiosa.
Originaria de las Filipinas, la Hna. Marie Rachelle se mudó a los Estados Unidos en 1988. Aunque su fe era una parte muy importante de su vida, cuando tenía 20 tantos años de edad pusó esto de lado. Obtuvo un título en administración de negocios de la Universidad Politécnica estatal de California y trabajaba como gerente de finanzas en Los Ángeles cuando asistió a la Jornada Mundial para la Juventud 2002 en Toronto. Las palabras que allí escuchó del Papa San Juan Pablo II la inspiraron a seguir un camino espiritual la cual la llevó a ingresar a las Hijas de la Caridad, una comunidad religiosa de mujeres que trabajan en más de 90 países del mundo.
“El dijo no tengan miedo de seguir el camino de la cruz, y así supe que Dios quería que hiciera algo con mi vida,” recordó la Hna.
Después de la Jornada Mundial para la Juventud y como miembro de ‘Singles for Christ’ la Hna. Rachelle asistió a la Conferencia de Renovación en el Sureste de California. Allí se encontró con las Hijas de la Caridad. Ella había sido educada por ellas en las Filipinas y se sintió atraída por el carisma del servicio al pobre, así es que se registró para recibir más información.
La mayor de cinco hermanos, ella dijo que inicialmente decidido no seguir ese camino de discernimiento con su familia y amigos porque estaba insegura de ser llamada a una vocación religiosa y quería estar segura antes de decírselos.
“Al principio no sabes,” dijo la Hna. “Uno piensa ¿esto es realmente para mí? No lo sé, así es que debes darle la oportunidad, pero entonces Dios te da la gracia y te ayuda a dar el salto de fe y decir Sí.”
Una vez un sacerdote le dijo, ‘Rachelle, uno ve esto como una situación de ganar-ganar,” recordó la Hna, ‘ Si vas y encuentras que no es para ti, eso es una ganancia pero si vas y encuentras que es para ti entonces es otra ganancia.’”
Así la Hna. Comenzó a asistir a retiros con la orden religiosa. En el 2005 se convirtió en una pre postulante, seguida de in tiempo como postulante. El 13 de enero del 2007 profesó sus votos. Como varias órdenes religiosas las Hijas de la Caridad profesan los votos de pobreza, castidad y obediencia; también realizan un voto especial de servicio al pobre.
Al principio su familia no estuvo contenta con su decisión, pero eventualmente la aceptaron.
Fue enviada a Evansville Indiana para un seminario en formación y de allí a Santa Barbara, California en donde trabajó como coordinadora de voluntarios. De allí asistió a la Universidad de Loyola Marymount en los Ángeles en donde recibió una maestría en teología pastoral. La orden la asignó a Gallup, Nuevo México en donde trabajó con los nativo americanos, lo cual dijo fue una experiencia que le cambio la vida. La Hna. ha mantenido contacto con las personas de la reserva Navajo y hasta el día de hoy sigue enviándoles donaciones.
Después ella se convirtió en la directora asistente novicia en San Louis, Missouri en donde después fue directora novicia. El año pasado recibió su actual asignación en Ogden.
La anterior directora del programa después de la escuela de Five Me A Chance repentinamente se tuvo que ir y la Hna, recibió un mensaje diciéndole que ella era desesperadamente necesitada y “Utah es maravilloso. Me encanta, es un gran estado.”
Servir a los necesitados por 17 años como Hija de la Caridad ha sido muy satisfactorio. “La verdadera bendición es poder llamar a esto una vocación de servicio, amor, servicio a todos con los que nos encontramos, ya que Jesús es uno de ellos.”
Aunque el vivir sus votos especialmente el de pobreza a veces es difícil. “Nuestro Dios redefine ese deseo, esa motivación, la redefine y entonces te dice ‘Adelante’.”
La Hna. Agradece especialmente el apoyo y cariño de las demás Hermanas.
“La comunidad me encanta,” dijo. “Me gusta la vida de oración, nuestra vida espiritual, nuestras raíces en Cristo, Lo primero y más importante es la relación con Dios. Así es que admiro a las Hermanas que se han ido antes que nosotros. Me encanta la vocación de las Hijas de la Caridad y quiero mucho a la comunidad. Es lo mismo que una familia, se tienen altas y bajas, pero pro la mayor parte del tiempo nos apoyamos y nos queremos. Somos independientes y eso me encanta.”’
La Hna. anima a cualquier joven que se sienta atraída ala vida religiosa a seguir su llamado y a confiar en la guía de Dios.
“Profundicen y vivan la pregunta en su corazón, no tengan miedo, solo vivan,” dijo. “La vida es el camino, y si deseas darle una oportunidad, o si lo deseas pensar, esta bien. Uno no tiene nada que perder, ya que como San Vicente de Paul dijo ‘Si Dios es el centro de tu vida, tu presencia tocara los corazones.”
La Hna. dijo que también es importante que quienes estén discerniendo el llamado oren, que regularmente tomen parte en los Sacramentos y que encuentren a un mentor que los pueda guiar.
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